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Exposición en el Munal gesta un rencuentro con el arte virreinal

Por Merry MacMasters

La pintura novohispana comienza a adquirir su verdadera dimensión al serrevalidada, revalorada y rencontradacomo una pictórica que no sólo copia modelos iconográficos, sino tiene sus propias cualidades y características, expresa Agustín Arteaga, director del Museo Nacional de Arte (Munal), respecto de Yo, el rey: la monarquía hispánica en el arte, exposición que el recinto inaugurará el miércoles primero de julio.

En un futuro muy cercano, “veremos grandes exposiciones –ya están en curso– de arte virreinal en museos como el Metropolitano de Arte, en Nueva York, o el del condado de Los Ángeles”, asegura Arteaga. El historiador charló con La Jornadasobre la muestra de más de 200 piezas, entre pintura, dibujo, escultura, textil, joyería, platería, armería y documentos históricos, de figuras como los españoles Velázquez, Goya, Zurbarán y sus colegas mexicanos, que permitirá al recinto renovar un aspecto de su vocación.

Las personas olvidan en gran medida que este es el museo que antológicamente presenta arte mexicano desde el siglo XVI hasta nuestros días. Y que parte sustancial de la colección permanente está dedicada al arte novohispano, señala el entrevistado. Contra a la costumbre de siempre pensar el arte virreinal en términos de lo religioso, con Yo, el rey… se propuso tocar otros temas. Arteaga apunta que fue posiblerevisitar nuestras colecciones a partir de la incorporación al museo hace un año del curador de arte novohispano Abraham Villavicencio.

La exposición pretende ver cómo las representaciones de una monarquía, de ese rey ausente en la Nueva España –nunca vino ningún monarca–, incidirá en la construcción de la nueva nación durante el siglo XIX. La muestra se desarrolla en cuatro núcleos temáticos que giran en torno al rey como figura unificadora de los reinos americanos y un vasto sistema político conocido como la monarquía hispánica.

Ellos son: La herencia iconográfica del pasado antiguo; La efigie real: recursos plásticos y retóricos; La monarquía mesiánica y el imaginario religioso, y Ecos de la monarquía en el México independiente. En este último las figuras de Fernando VII, Agustín de Iturbide y Maximiliano aparecen como testigos de los intentos monárquicos en el México independiente.

La exhibición comienza con un trono vacío, en espera de la llegada del monarca, y su retrato. Ésta, señala Arteaga, es una tradición que conservamos: No importa quién, ya sea monarca o representante democrático, hasta el presidente de Estados Unidos, o el nuestro, está siempre presente con su efigie en oficinas públicas y espacios públicos.

El museo como espacio de debate

–¿Cuál sería la relación de la muestra con el cuestionamiento actual del comportamiento, a veces reprobable, de la monarquía?

–A final de cuentas debemos reconocer al museo como el espacio democrático de excelencia, un lugar en el que se pueden debatir las ideas y reflexionar. Debemos perder esta voz absoluta que trate de dictar o demostrar su autoridad y sapienciaversus facilitar la búsqueda del conocimiento, provocar la reflexión y curiosidad del público. Esa es la manera en que el museo contribuye también al desarrollo de una mejor sociedad.

El entrevistado hace hincapié en la necesidad de que las piezas incluidas en la exposición sean de gran calidad, ya que a final de cuentas hablamos de objetos de arte. Más allá de la oportunidad de ver a un personaje histórico, también lo es de observar la mano extraordinaria de un genio de la pintura. Entre los maestros de este lado del Atlántico se encuentran Cristóbal de Villalpando, Juan Correa, Baltasar de Echave Orio, Manuel Tolsá, Santiago Rebull y Felipe Sojo.

Yo, el rey… se inaugura el primero de julio a las 19:30 horas en el Museo Nacional de Arte, Tacuba 8, Centro Histórico.