Rendirán homenaje al trompetista Rafael Méndez

Ángel Vargas

Ciudad de México. Poco le valió al mexicano Rafael Méndez (1906-1981) ser considerado en su época, mediados del siglo XX, el mejor trompetista del mundo. Fuera de los ejecutantes de aquel instrumento, nadie lo recuerda en el país ni conoce su legado, inclusive ni en el propio medio musical.

Así lo recalca la también trompetista Alejandra Rosas Olvera (Ciudad de México, 1976), quien se dio a la noble tarea de tratar de rescatarlo del olvido y situarlo en el sitio que merece.

Para ello emprendió una investigación mediante la cual reconstruyó su biografía y dio pie al libro Rafael Méndez: homenaje al trompetista mexicano, que será presentado este lunes 29 de agosto, a las 19 horas, en la Fonoteca Nacional (Francisco Sosa 383, Barrio de Santa Catarina, Coyoacán). El acto contará con una sesión musical.

Realizado con apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), este volumen es un “acercamiento amoroso” a la vida y la obra del también compositor y arreglista mexicano, por medio de anécdotas y testimonios de familiares, amigos y músicos de su época y contemporáneos.

De igual manera, detalla la autora, permite adentrarse a las condiciones de vida del lugar donde él nació, Jiquilpan, Michoacán, y en general el resto del país, además de conocer cómo era la dinámica en el ámbito de la música nacional en la segunda mitad del siglo pasado.

En el mundo académico pesa un estigma muy fuerte sobre este insigne trompetista, “porque en vida estuvo en los reflectores de la música comercial. Esto es muy injusto, porque, bajo el rigor académico, es innegable su calidad interpretativa; puso estándares muy altos”, afirma Alejandra Rosas.

“Muchos trompetistas de antaño y la actualidad lo reconocen como una autoridad en el instrumento. Está a la par de las grandes leyendas, como Louis Armstrong. Fue un gran virtuoso de la trompeta, le quitó los límites”.

En entrevista, refiere cómo Rafael Méndez logró cimentar una relevante carrera en Estados Unidos, donde, durante dos décadas, actuó de manera incesante en la radio, el cine y la televisión, además de recorrer el mundo como solista interpretando sus propios arreglos.

De acuerdo con la autora, la época de oro de este músico fue entre los 40 y 50 del siglo pasado, cuando alcanzó su máximo reconocimiento como solista, a la par de que integró reconocidas orquestas jazzísticas, como la de Wynton Marsalis, quien siempre lo definía como “un prodigio de la trompeta”.