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Valse triste rinde homenaje a los luchadores anónimos de la bola

Valse triste

En la imagen, Miguel Ángel Berumen, fotohistoriador y director del Museo de la Revolución y la frontera norte de México, frente a una de las tres gigantografías que integran la exposición. Foto Cristina Rodríguez

Merry MacMasters

México, DF. Reflexionar sobre los costos de cualquier guerra, en este caso la Revolución Mexicana, y rendir homenaje al hombre común que se indignó contra la injusticia de su país, que dejó su familia, su casa, sus pequeñas pertenencias, y estuvo dispuesto a morir en aras de un cambio, son los ejes de Valse triste, exposición en el Museo Nacional de San Carlos (MNSC).

Aunque su base son las 29 fotografías vintage provenientes de la colección del estadunidense Elmer Powell y una de Gabriel Flores, éstas se alternan con pinturas y grabados que hacen referencia a la época, así como un video, con el objeto de continuar con el debate en torno a si la fotografía del movimiento armado influyó en la estética de las otras artes, expresa su curador Miguel Ángel Berumen, fotohistoriador especializado en fotografía de la Revolución y la frontera norte de México.

En Valse triste no se exalta a ningún héroe ni corriente política de las tres o cuatro que surgieron a lo largo de la contienda, subraya Carmen Gaitán, directora del MNSC, cuya vocación es divulgar el arte del siglo XIV a principios del XX. Las fotos, al contrario, son de la bola, es decir, de los guerreros anónimos que se volcaron tras los ideales de Villa, Zapata, Obregón, Carranza y el mismo Madero.

La muestra contrapone, por ejemplo, un montaje de la foto de la camisa que traía puesta el general Maclovio Herrera cuando fue asesinado, y una pintura hecha en 1948 por David Alfaro Siqueiros, que retrata el momento en que la bala atraviesa el revolucionario y luego mata a su caballo. Otros cuadros seleccionados por el curador –el MNSC le propuso un grupo de pinturas y grabados para su guión museográfico– son Cempasúchil (ca. 1913), de Saturnino Herrán; la litografía Buenos días (ca. 1935), de Leopoldo Méndez; Las soldaderas (1926), y Muerte y resurrección (ca. 1943), de José Clemente Orozco. De la propia colección del MNSC provienen dos impresiones de Roberto Montenegro.

El video realizado por Berumen en 2012, con música del compositor noruego Alfred Janson (1937), es el punto de partida de la exposición homónima. Para ello se escucha en off un texto escrito por Juan Rulfo a petición de Rubén Gámez, director de la película La fórmula secreta (1964). Para el curador, se trata de un texto triste, pero actual, que le lleva a uno a preguntar ¿quién ganó con la Revolución?

Recuerda que hubo un millón –en ese entonces el país tenía una población de 13 millones– de muertos e igual número de desplazados. El video emplea fotos muy crudas que muestran a los luchadores anónimos que no vieron cumplidas sus aspiraciones, en cambio acabaron tirados en el campo o amontonados en fosas comunes, en especial después de la batalla de Zacatecas.

Con posteridad, Miguel Ángel Berumen, desde abril director del Museo de la Revolución (Plaza de la República sin número, colonia Tabacalera), conoció al coleccionista Powell, quien estima un caso extraño y afortunado para los mexicanos, ya que es de las personas que consideran a la Revolución Mexicana como uno de los grandes sucesos del siglo XX, que debe ser estudiado y seguido por todos, incluso, por los extranjeros.

Powell, quien tiene una de las colecciones más grandes del mundo sobre moneda mexicana, se dedica todos los días a buscar en Internet fotografías del movimiento armado y las pelea en las subastas de arte. Gracias a hombres como Powell podemos conservar parte de la memoria de nuestra patria.

Las imágenes exhibidas de la colección Powell son de fotógrafos mexicanos y de otras nacionalidades: “No hay que perder de vista que muchos de los periódicos estadunidenses mandaron corresponsales, algunos también a fotógrafos –en algunos casos era lo mismo–, a cubrir la Revolución Mexicana, principalmente en el norte. Algunos de ellos estuvieron en Veracruz, en la capital del país, incluso en Torreón, como John Reed, enviado por la revista Metropolitan”.

Valse triste, integrada también por cinco pinturas, seis grabados y tres gigantografías, estará hasta principios de febrero de 2015 en el Museo Nacional de San Carlos (Puente de Alvarado 50, colonia Tabacalera).