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Fernando Camacho y Arturo Sánchez Jiménez
Ciudad de México. En silencio. Como hace 50 años. Así marchan hoy los estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México y del Instituto Politécnico Nacional. Van con ellos madres y padres de los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, alumnos de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, de la Universidad Autónoma Metropolitana, y de otras instituciones.
El silencio es para conmemorar que el 13 de septiembre de 1968 marcharon otros estudiantes por el fin de la represión y porque el silencio era más elocuente que las bayonetas con las que los había reprimido el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz en el verano de ese año.
El silencio de hoy, se dijo al iniciar la caminata por Paseo de la Reforma, del Museo Nacional de Antropología al Zócalo, es porque “marchamos por demandas que no han cambiado en 50 años”. Exigen el fin de la violencia contra estudiantes, de los feminicidios, de los grupos porriles.
En silencio marchan miles. No hay palabras porras, no hay “goyas” universitarias, no hay “huélums” politécnicos, no hay “dignas” de la Metropolitana.
Poco antes de las cinco de la tarde iniciaron la manifestación. Antes de arrancar había porras, había gritos, había exigencias y fiesta. Pero desde el sonido que lleva un camión en la vanguardia de la marcha se dijo que los estudiantes del plantel Azcapotzalco del Colegio de Ciencias y Humanidades -que encabeza la manifestación-, el Comité 68 y los padres de los normalistas acordaron marchar en silencio.
Y desde ese momento se hizo el silencio. Lo que más suena son los helicopteros que sobrevuelan el contingente de miles.
