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Por Juan Antonio Zúñiga
Ciudad de México. La elevación de la dosis de marihuana que puede portar un consumidor, así como la permisión para su uso con fines terapéuticos, planteadas en la iniciativa del presidente Enrique Peña Nieto que se discute en la Cámara de Diputados “van perfectamente en línea con las convenciones internacionales”, pero deben extenderse hacia otras drogas como la cocaína, las metanfetaminas y la heroína, sostuvo Antonio Luigi Mazzitelli, representante en México de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc por sus siglas en inglés).
Al participar en el segundo Seminario Internacional de Prevención de Lavado de Dinero y Financiamiento al Terrorismo, el funcionario de las Naciones Unidas encomió la política de prevención, tratamiento y rehabilitación propuesta por el gobierno mexicano y explicó que las organizaciones criminales se han diversificado y convertido en las mayores beneficiarias de la globalización y han penetrado todo tipo de negocios formales.
“Las primeras que han aprovechado la globalización son las organizaciones criminales. Se han vuelto multinacionales, con una diversificación muy amplia de protafolios de negocios. Estas organizaciones no tienen fronteras, donde las drogas son solo la punta del iceberg”, planteó Mazzitelli en el foro organizado por la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo de la Ciudad de México.
En ese negocio, donde de lo que se trata es de minimizar el riesgo y maximizar las ganancias, explicó el funcionario de las Naciones Unidas, “el control del territorio se ha vuelto algo más funcional a las rutas del narcotráfico” para lo cual las organizaciones criminales cuentan con tres instrumentos: corrupción, intimidación y violencia.
Sintetizó: “Lo que estamos viendo en México, Centroamérica y el mundo es el surgimiento de nuevas organizaciones que pretenden el control territorial, la apropiación del Estado”. Luego ejemplificó con lo que acontece en el puerto mexicano de Acapulco, donde se pretende la coptación del sector privado por medio de esos tres instrumentos de “convencimiento”, la corrupción, la intimidación y la violencia.
Detrás de todo “siempre hay dinero, mucho dinero”, dijo Antonio Luigi Mazzitelli. Pero los criminales no necesitan bancos ni empresas offshore, fuera de costa. Necesitan bancos y empresas formalmente constituidas para lavar el dinero sucio obtenido de los negocios ilícitos y por eso para ellos es relevante el control territorial.
En este sentido advirtió que si el sector privado no se mueve con eficacia no habrá ningún avance en impedir esta tendencia, observada ya en Guerrero, Michoacán y otros estados. Se trata, dijo el especialista de las Naciones Unidas de actuar con criterios de corresponsabilidad entre el sector público, el privado y la sociedad civil.
Por ahora, aclaró, no hay estadísticas confiables sobre el monto de los recursos que mueven estas organizaciones criminales en el mundo. Pero hay estimaciones, dijo, en las que se calculan en 3.6 por ciento del producto interno mundial el flujo de dinero que mueven anualmente esos negocios. Esta proporción equivale a 2.1 trillones de dólares (2.1 millones de millones en la acepción castellana), de los cuales más de tres cuartas partes (76.2 por ciento) “se lavan a través de los sistemas financieros y bancarios”. Esto es, alrededor de 1.6 trillones de dólares, apuntó.
“No todo es droga, que aun cuando es lo más importante no es el único negocio criminal”. También figuran el tráfico de personas, el cual aprovecha la imposibilidad de los migrantes para presentar denuncias. “El migrante no existe”, manifestó; también se encuentran el contrabando y la piratería de madera, pescado y productos del petróleo. En el último lugar se localiza el mercado de armas, el cual es poco atractivo para el crimen organizado pero genera inestabilidad, enumeró.
Mazzitelli explicó que “no hay mercado ilícito que pueda progresar sin la corrupción”, la cual constituye “el peligro más relevante contra la gobernabilidad y la democracia”.
