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Llaman a atender depresión en ancianos

En imagen de archivo, feria del empleo, autoempleo, capacitación y servicios para adultos mayores de 60 años, en la Ciudad de México. Foto ‘La Jornada’

Ángeles Cruz Martínez

Un adulto mayor triste, que aumenta su consumo de alcohol, puede tener depresión. Cuando esta enfermedad no se atiende, la persona duplica el riesgo de sufrir un infarto al corazón y morir por esta causa, advirtió Andrés Roche Bergua, jefe del Departamento de Sicogeriatría del Hospital Siquiátrico Fray Bernardino Álvarez.

De por sí, el envejecimiento es un factor de riesgo para desarrollar éste y otros trastornos mentales. Mientras en la población en general se estima que 9 por ciento tiene algún episodio depresivo alguna vez en la vida, en las personas mayores de 60 años el porcentaje es de más del doble, hasta de 20 por ciento, aseguró.

En entrevista, con motivo del Día Mundial de la Salud Mental (10 de octubre), el especialista advirtió que a causa del estigma que existe en torno de los padecimientos mentales, lo más frecuente es la falta de atención de los pacientes geriátricos.

De hecho, para cualquier enfermedad de este tipo, lo común es que transcurran entre cinco y 10 años antes de que los afectados de cualquier edad lleguen con el médico especialista que realice el diagnóstico e indique el tratamiento a seguir.

Cuando se trata de adultos mayores es todavía más complicado, pues prevalece la idea de que la tristeza en ese sector de la población es algo normal o que se le va a pasar si le echa ganas, lo cual es falso. La depresión es una enfermedad crónico degenerativa como la diabetes o la hipertensión arterial, y como tal se le debe atender, afirmó el especialista.

El insomnio es otro síntoma de depresión, pero también hay confusión porque entre las personas mayores es normal que duerman cuatro o cinco horas. El problema es si por falta de sueño, durante el día están somnolientos o de mal humor.

Roche Bergua explicó que la investigación científica ha ayudado cada vez más a comprender lo que ocurre durante el proceso de envejecimiento.

Se ha demostrado, entre otros aspectos, que se activa una enzima llamada monoamino oxidasa, la cual se encuentra relacionada con la degradación de neurotransmisores, que a su vez, favorecen la depresión. Su aparición, sin embargo, depende de múltiples factores sociales, económicos y culturales.

Por otras investigaciones científicas realizadas en diferentes países, ahora también se sabe que un adulto mayor con depresión tiene el doble de riesgo de tener un infarto cardiaco. Esto es así porque igual que con otros males crónicos, se genera un proceso inflamatorio en el organismo y se precipita la muerte celular. Esto también afecta el sistema de defensas, por lo que aumenta la probabilidad de desarrollo de algún cáncer.

Roche puntualizó sobre la urgencia de capacitar a los médicos de primer contacto en la identificación y diagnóstico de enfermedades mentales, sobre todo la depresión, que es la de mayor prevalencia, y para cuyo control existen medicamentos disponibles para su prescripción en el primer nivel de atención.

El tema de la salud mental en los ancianos es uno de los desafíos que plantea el envejecimiento poblacional. Antes las personas vivían 40 años y morían de alguna enfermedad infecciosa. Ahora la humanidad vive más, pero sin las opciones suficientes para ofrecer calidad de vida a los adultos mayores.

Además de la carencia de opciones de trabajo para estos individuos –muchos de los cuales están en condiciones físicas para realizar alguna actividad–, “estamos en una sociedad que sobrevalora la tecnología y desprecia a los que están fuera de ella, es decir, a los ancianos.

Esa exclusión los afecta emocionalmente, además de que se descalifica su sabiduría y experiencia en lugar de aprovecharla para formar valores, cultura y guiar a los jóvenes, sobre todo aquellos que andan sin brújula, refiere