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Milicia y Justicia / Endebles argumentos en caso Ayotzinapa

Ayotzinapa

Al sureste de Iguala, la casa en Cocula donde mantuvieron a los normalistas antes de ser incinerados. Foto Carlos Ramos

Por Jesús Aranda

Como lo adelantamos en este espacio, era cuestión de tiempo para que el gobierno federal oficializara su negativa para que el grupo de expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) interrogaran directamente a los militares que atestiguaron la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

El argumento central del gobierno federal es que de permitirlo, se pondría en riesgo la investigación en contra del ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca, quien según la Procuraduría General de la República (PGR) es el autor intelectual de su desaparición y, posteriormente, de su homicidio.

Si de por sí, el argumento era endeble -porque después de nueve meses de la detención de Abarca en Iztapalapa, la PGR ha sido incapaz de demostrar su culpabilidad-, la revelación que hicieron los propios expertos en el sentido de que se registró la pérdida y eventual destrucción de videos que pudieron servir en la indagatoria pone aún más en evidencia a la dependencia que encabeza Arely Gómez y deja en entredicho la “verdad histórica” de la cual se ufanó su antecesor Jesús Murillo Karam.

¿La adquisición de aeronaves militares rusas, cosa del pasado?

La creciente colaboración militar entre México y Estados Unidos ha inclinado la balanza a favor del vecino país, como proveedor de armamento del Ejército y de la Armada de México, en detrimento de antiguos proveedores que se han quedado a la saga, como es el caso de Rusia.

Hasta hace unos años, la adquisición de armamento a Rusia era una opción interesante para los altos mandos militar y naval, ya que su costo era muy competitivo con relación al armamento estadunidense; particularmente en los que respecta a los aviones de transporte y helicópteros.

Incluso, la Armada adquirió camiones para transporte de tropas Ural y lanzacohetes Igla para proteger la zona petrolera de la Sonda de Campeche.

Al final de la administración del presidente Vicente Fox se llegó incluso a especular sobre la posible adquisición de aviones supersónicos rusos Sukoi.

Lo cierto es que la creciente colaboración militar con Estados Unidos y, después, con Francia se tradujo en años recientes en la compra de aviones de transporte Casa 235; helicópteros Eurocopter EC-725 Cougar de fabricación francesa, así como helicópteros estadunidenses Bell y Blackhawk que prácticamente desplazaron a los aviones rusos Antonov –aunque la fábrica estaba en Ucrania, la matriz estaba en Rusia- y los helicópteros MI-8 y MI-17 para transporte de tropas.

De acuerdo con mandos navales, el acercamiento y la confianza creciente de los mandos militar y naval con sus contrapartes estadunidenses, así como la cercanía que permite reducir los tiempos para la adquisición de refacciones han hecho que la opción del armamento ruso sea cada vez más lejana.

A pesar de que las aeronaves rusas tienen precios muy competitivos y que son reconocidos por los pilotos militares y navales por ser naves “de batalla”, especiales para el trabajo pesado, los problemas que hubo hace años para adquirir refacciones de las aeronaves minaron paulatinamente el interés de los mandos militares mexicanos en estas aeronaves que en conjunto llegaron a sumar más de 50 aviones y helicópteros rusos en la Fuerza Aérea y en la Armada.

Por otra parte, a 100 años de la formación de la Fuerza Aérea Mexicana, el talón de aviación militar sigue siendo la falta de una aviación de combate de primer nivel, ya que, según expertos,  se requiere de, al menos, un escuadrón de aviones caza supersónicos de combate (12) que garanticen las seguridad de la frontera sur y, particularmente, para defender los recursos petroleros en el mar patrimonial, que sustituya a lo que queda del escuadrón de F-5, cuyas naves ya superan los 30 años de servicio.

El Canal Judicial, sin rumbo

Después de casi cuatro meses de que Magdalena Acosta Urquidi fue designada directora del Canal Judicial, pocas, muy pocas cosas han cambiado.

La programación sigue básicamente la misma. Los noticieros siguen siendo dignos de cualquier canal estatal, pero no de un medio de comunicación que tiene la tarea de dar cuenta de la actividad que desarrollan los integrantes del Poder Judicial Federal en su conjunto; además de que aún se mantiene la estructura burocrática que dejó el ex director Enrique Rodríguez Martínez, después de que fue cesado por denuncias de acoso laboral y sexual ocurridas durante su administración.

Por si fuera poco, los planes para que el Canal Judicial sea transmitido por televisión abierta están detenidos, a pesar de que en marzo pasado se canceló un evento programado en la Cámara de Diputados en el que se haría el anuncio respectivo.

Dicen que el problema radica en que Acosta Urquidi sabe mucho de televisión, pero poco del manejo de un medio de comunicación que, se supone, está especializado en el manejo de la información judicial y que actualmente, debería tener el objetivo de acercar a la sociedad a lo que es el nuevo sistema de justicia penal oral que entrará en vigor en junio del año próximo.

Lo que es evidente es el desdén por la información que generan los juzgados y tribunales federales, las dos salas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación e incluso, con importante labor –por cierto, muy poco conocida-, que desarrollan los defensores públicos federales.(defensores de oficio).

En lugar de ello, la señal televisiva sigue privilegiando programas que sirven únicamente para lucimiento personal de sus conductores (juzgadores, barras de abogados, especialistas en derecho, etc.), en los que la crítica a la labor jurisdiccional es prácticamente inexistente.

Dicen que en septiembre próximo habrá cambios, por el bien del Canal Judicial, que así sea.

Por otra parte, a pesar de la promesa de “apretarse el cinturón”, el ministro presidente de la Suprema Corte, Luis María Aguilar Morales, continúa incrementando la burocracia en el área de comunicación social.

Hace unos días Aguilar dio el visto bueno para la creación de una nueva dirección en ésta área, que suma a la misteriosa oficina de  Imagen de la Presidencia, cuya razón de ser sigue siendo un misterio.

¿Y la austeridad?

Por cierto, la Secretaría de Relaciones Exteriores, fue finalmente el refugio que encontró Rodríguez Martínez para continuar su carrera burocrática, después de su cese.

El vocero de la cancillería, Eduardo del Río (quien al igual que Rodríguez inició su labor profesional en Televisa) lo cobijó en la Dirección de Comunicación Social de la dependencia.

¡Dicen que amistad que no se refleja en la nómina, no es amistad!