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Poco a poco hay más camas desocupadas en los albergues

Familias que vivían en los edificios ubicados en Canal de Miramontes, entre Calzada del Hueso y la Alameda del Sur, enfrentan días de incertidumbre. Sus viviendas se encuentran desalojadas y mientras esperan los dictámenes estructurales sobreviven en un albergue instalado en el deportivo del Sindicato Mexicano de Electricistas. Foto: Carlos Ramos Mamahua

Jessica Xantomila

Adultos mayores, madres solteras y personas con discapacidad permanecen en albergues con un futuro incierto. Angie tiene 65 años de edad, llegó el viernes pasado al Deportivo Cuauhtémoc, ubicado en la colonia Buenavista, con sólo dos bolsas de mano, luego de un peregrinar, pues tras el sismo del 19 de septiembre el hermano con el que vivía la corrió del departamento.

Mientras se encontraba en su clase de manualidades, narró que el sismo de magnitud 7.1 le tocó afuera de las oficinas de la Secretaría de Educación Pública, en José María Izazaga. Como pudo se dirigió a la colonia Doctores, donde se encuentra el edificio que habitaba con su hermano Benjamín desde hace nueve años. Tras una discusión que incluso involucró golpes, contó que la sacó.

La noche del martes durmió en un parque, no recuerda el lugar exacto, pues dijo que estaba en shock, después “alguien del DIF me encontró y me llevó al Deportivo Mina”, ubicado también en la colonia Buenavista.

De ese lugar la trasladaron al de Cuauhtémoc, donde hasta ayer sumaban 150 personas alojadas, entre ellos 20 adultos mayores y 60 niños. Angie aún no sabe qué será de ella, no localiza a su hermano David, y aunque lo que más desea es visitar a su único hijo que vive en Tabasco, no sabe si lo logre, pues aseguró que él no la quiere ver.

En ese mismo albergue viven ahora las hermanas López, de 25 y 26 años, ambas son madres solteras, originarias de Chiapas. Retomar sus vidas tampoco les será fácil, pues la única que trabajaba fue despedida antes del sismo, y Margarita cuida a las tres niñas que tienen. La familia rentaba un departamento en el Centro.

Tras el sismo las desalojaron y lo que alcanzaron a tomar de sus pertenencias es ropa de sus hijas menores de tres años. Sus familiares en Chiapas no les pueden proporcionar ayuda, porque “prácticamente no tienen dinero ni para ellos mismos. Se conforman con saber que estamos bien y juntas”.

Julio Maldonado, de 52 años, es discapacitado. Hace dos meses le amputaron la pierna derecha. Desde el martes pasado llegó con su hermana al albergue del Deportivo Mina, y lo que más desea ahora es regresar a Tamaulipas, su tierra, “aquí ya no hay más qué hacer”, asegura.

Sentado en una silla de ruedas que le fue obsequiada en este lugar, narró que al momento del sismo se encontraba en el departamento de su hermana, ubicado en el tercer piso de un edificio en la colonia Guerrero. Decidió salirse también “porque si hay otras réplicas no podré bajar rápido”.

Al menos en los albergues de los deportivos Mina y Cuauhtémoc principalmente quienes se encuentran ahí son mujeres y niños. En ambos, se informó que aún tienen víveres y se brindan diversos servicios, pero la ayuda se necesitará todavía por varios meses. Otros sitios, sobre todo particulares, donde también se daba alojamiento han ido cerrando.

 

JSL
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