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Astillero: Los (diferentes) Gritos

Astillero, Pacto por México
  • #RenunciaYa y acarreados

  • Protección a Zembrón

  • Surrealismo “constituyente”

Nunca se había mostrado de manera tan nítida la confrontación de posturas políticas antes de un Grito de Independencia como el pasado jueves. En pocas ocasiones la persistencia de una inconformidad social tuvo oportunidad de manifestarse en escenarios múltiples y de maneras tan definidas, como éste, el cuarto asomo de Enrique Peña Nieto al balcón principal del Palacio Nacional para tañer la campana histórica.

No fueron tantos y, al mismo tiempo, fueron muchos: miles de personas en marcha desde el Ángel de la Independencia (reproche y denuncia arquitectónica actual) con la intención de llegar a la Plaza de la Constitución para desahogar ahí la exigencia a Peña Nieto, sintetizada en la etiqueta de Twitter ampliamente difundida: #RenunciaYa . Movilización en libertad y por conciencia, que fue frenada a la altura del Palacio de Bellas Artes por cuerpos policiacos que tenían órdenes de evitar el paso hacia el zócalo capitalino, donde ya se acomodaba la contraparte: los acarreados.

Manipulación sin atenuantes: gobiernos priistas, de lugares cercanos a la capital del país, proveyeron de contingentes aborregados a las necesidades teatrales del apabullado Peña Nieto, a quien le colocaron como protección contra protestas a esos grupos llegados en cientos de autobuses, con brazaletes o etiquetas para identificar el lote humano y su almacenaje específico. Y aún así, el ocupante del balcón de Palacio no se escapó de las protestas sonoras desde la parte del zócalo, la trasera, donde habían permitido que se instalaran los que no venían acarreados. Peña despachó el Grito con rapidez, sin emoción, distante, en apariencia hasta enojado en momentos con la misma esposa que en aras de una austeridad de a mentirijillas había vuelto a usar algún vestido de gala (oh, qué pena, tampoco hubo cena de honor).

En Oaxaca, el lamentable gobernador Gabino Cué sufrió para cumplir con el libreto, pues grupos magisteriales inconformes con la “reforma educativa” y con el sistema en general, trataron de apoderarse de la plaza donde Cué daría su Grito y dar el propio, “alternativo”. Fuerzas armadas tuvieron que apersonarse en el lugar para garantizar que se cumpliera la ceremonia oficial y hubo enfrentamiento entre policías y profesores, con saldo de heridos. En Tapachula, a donde se fue en busca de eludir las protestas que había en Tuxtla Gutiérrez, el gobernador Manuel Velasco Coello sufrió parecidas expresiones de inconformidad social pero, además, regaló a la nación una jocosa estampa (rudeza y delicadeza, en un momento marcial), cuando un soldado, conforme a los usos militares, tomó con fuerza la bandera nacional de las poco firmes manos del gobernador chiapaneco, quien añadió a las gráficas su expresión entre sorprendido y avasallado por la fuerza del protocolo castrense, oh.

Un día antes del Grito, por la noche, Enrique Peña Nieto también provocó sorpresa, al anunciarse que Tomás Zerón de Lucio ocuparía la secretaría técnica del Consejo Nacional de Seguridad, luego de haber renunciado, apenas unas horas atrás, a la poderosa dirección de la Agencia de Investigación Criminal (ACI), de la Procuraduría General de la República. Sí cayó Zerón de Lucio, pero no del todo. Lo quitaron de un cargo importante, con mucho personal y recursos a su disposición, casi independiente de la procuradora Arely Gómez, pero no le retiraron la aureola de protección superior, pues lo mandaron a un puesto menor, incomparable con la enorme ACI. Sin embargo, un error inicial de los boletineros oficiales hizo creer que iba a la Secretaría Ejecutiva del Consejo Nacional de Seguridad Pública, lo cual sí hubiera sido importante, pero en realidad sólo lo enviaron a una secretaría técnica de un consejo de seguridad nacional cuya mayor relevancia es la denominación (y el sueldo: de subsecretario de Estado). Pero lo trascendente es la protección de Peña Nieto al sembrador de evidencias en el río San Juan, de Cocula, para “sustentar” la “verdad histórica”. A los socios no se les abandona.

El surrealismo nacional se declaró bien servido en la instalación de la asamblea “constituyente” de la Ciudad de México: Augusto Gómez Villanueva, un político priista que tuvo sus mejores momentos con Luis Echeverría Álvarez (quien presidió al país de 1970 a 1976), prototipo de la política demagógica y simuladora (fue líder cenecista y secretario de la reforma agraria), quedó como presidente de la mesa directiva, en medio de una disputa con Morena en busca de precisar cuál partido tenía más derecho a esa presidencia, en razón de más años acumulados y más experiencia legislativa. Otro héroe de aquellos tiempos echeverristas, Porfirio Muñoz Ledo, tiene funciones estratégicas en el proceso de constitución de la Ciudad de México.

Miguel Ángel Mancera presentó este sábado su cuarto informe de labores como jefe del gobierno capitalino. Demandó que no se ahorque en términos de presupuesto a la capital del país y antes, en entrevista con La Jornada, había dicho que la relación con la administración de Peña Nieto “ya hasta ahí dio”. Dando continuidad a su búsqueda de posicionarse como candidato presidencial “de izquierda”, declaró Mancera este domingo en Morelia (a donde fue para escuchar el primer informe de gobierno del perredista Silvano Aureoles Conejo), que impulsa un proyecto en el que converjan los partidos del Trabajo, Movimiento Ciudadano y de la Revolución Democrática, más “candidatos independientes” e intelectuales.

También en campaña está el cardenal Norberto Rivera, quien ayer oró en misa para pedir que los poderes legislativo y judicial hagan lo necesario para defender “la familia como Dios la creó”. Las palabras del titular del arzobispado primado de la Ciudad de México forman parte de las arengas a favor de la marcha nacional que este sábado 24 organiza el brazo civil del clero, el Frente Nacional por la Familia. ¡Viva Cristo Rey!

 Y, mientras queda esclarecido el escándalo del funcionario de la delegación Cuauhtémoc, Pedro Pablo de Antuñano, quien llevaba 600 mil pesos en efectivo en la cajuela de su automóvil, ¡hasta mañana!

Julio Hernández López
Julio Hernández López
Autor de la columna Astillero, en La Jornada; director de La Jornada San Luis.