Saqueos
6 enero, 2017
Dos muertos en Ixmiquilpan y uno en Veracruz en marchas por alza a gasolina
6 enero, 2017

Nuestro encono es por el mal gobierno

Renata Terrazas*

El descontento de las y los mexicanos es imposible de ignorar. Creer que éste se debe de manera exclusiva al alza de los precios del combustible es no reconocer las múltiples acciones de nuestros gobiernos que han llevado a la sociedad mexicana al límite de su resistencia a los malos gobiernos.

El llamado gasolinazo es la última acción del gobierno federal que ha provocado el encono de la población dado que se traslada a la gente el costo de malas decisiones de los gobiernos que han llevado las arcas estatales a la miseria, al tiempo que los bolsillos de unos pocos se llenan.

La justificación del alza de precios que dio Enrique Peña Nieto resulta poco creíble en un contexto de despilfarro de los recursos públicos y múltiples actos de corrupción de gobernadores que derivaron en desviación de recursos. Si a ello le sumamos la exorbitante cantidad de recursos públicos que destinamos al financiamiento del cáncer de nuestra democracia –los partidos políticos– y los altos sueldos de funcionarios, la pregunta lógica es ¿por qué debemos nosotros, la sociedad, pagar los platos rotos?

México es una de las economías más poderosas y al tiempo que tenemos al hombre más rico del mundo, contamos con la mitad de la población viviendo en pobreza. Nuestra realidad más dura es que somos un país desigual donde los recursos del Estado sirven para mantener a las élites económica y política. Los bienes del Estado y sus fuerzas de seguridad sirven para proteger los intereses de nuestro puñado de familias millonarias mientras que el resto debemos subsidiarlos y mantener a nuestros parásitos en gobierno.

El pago de impuestos –y con él las cancelaciones y condonaciones de créditos fiscales– evidencia cuáles son los sectores que sostienen la operación del Estado mexicano. La asignación de subsidios en actividades productivas evidencia también una concentración de estos en manos de los agricultores, pescadores y empresarios más ricos. No hay forma de entender cómo se creó la riqueza de alguna familia mexicana sin identificar la mano del gobierno en ello.

Y de esta misma forma podemos observar cómo aquellos humildes funcionarios y miembros de partido llegaron a acumular grandes fortunas y hoy forman parte de la élite económica que casa a sus hijas e hijos con la prole de grandes empresarios.

De manera muy específica, observar las acciones de los gobiernos de los últimos años nos arroja un tremendo listado de barbaridades que derivaron en violaciones graves a derechos humanos y en actos de corrupción. Los malamente conocidos Duartes, Borge, Padrés, Yunes, Montiel, por mencionar algunos nombres se mezclan con las malas decisiones del gobierno federal que nos llevaron a extenderle la mano a la figura que hoy en día genera más peligro para el Estado mexicano: Trump.

Y así podríamos seguir hasta llegar a los casos que vulneraron y siguen atentando nuestra seguridad como Ayotzinapa, Tlatlaya, Nochixtlán, entre tantos otros. Y al tiempo que seguimos sin conocer la verdad en estos casos, el año pasado comenzaron las discusiones en el congreso federal para construir un marco normativo para la operación del ejército en las calles desde donde se limitan los derechos fundamentales por el llamado estado de excepción.

En efecto, lo bueno cuenta mucho, sin embargo en este gobierno lo bueno se cuenta poco porque es poco. La administración de Enrique Peña Nieto nos ha llevado a una situación económica penosa que impacta las arcas del Estado y mientras se aprieta el cinturón de la mayoría de la población, las élites económicas gozan de privilegios fiscales y altos subsidios a sus actividades; mientras programas sociales se recortan, gobernadores roban, funcionarios adquieren casas de altísimo costo como regalo y los altos funcionarios reciben sueldos con los que comerían cientos de familias en pobreza.

El tema de seguridad sigue siendo una constante preocupación porque la mal llamada guerra contra el narcotráfico la llevamos perdiendo desde su inicio, y con ella el tejido social cada vez más descompuesto que no parece tener salida dada la continua pauperización de las clases menos privilegiadas –que son la mayoría– de este país.

Por ello, Enrique Peña Nieto no, no se trata de que estemos de malas ni que no entendamos las justificaciones que das por tus malas decisiones. No se trata de estar descontentos por el alza del precio del combustible. El meollo del asunto es que nos has llevado al límite de nuestra resistencia y consideramos que tus malas decisiones y los actos de corrupción solapados por tu partido son insostenibles.

* Investigadora de Fundar, Centro de Análisis e Investigación