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Industria de capa caída

Tendencia negativa persistente
Fonden, insuficiente

Carlos Fernández-Vega

El sector industrial se mantiene de capa caída y toda apunta a que así se quedará. Según la información más reciente en julio pasado se registró una caída sectorial de uno por ciento, proporción que, anualizada, acumula -1.6 por ciento. Sólo “creció” (0.3 por ciento) la industria manufacturera, esa República maquiladora que tanto se cacarea, pero que tan poco aporta al valor agregado de la economía nacional.

Según el Inegi, de julio de 2016 a igual mes de 2017 la industria de la construcción cayó 3.7 por ciento; la minería, 8.6, y la generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, suministro de agua y de gas por ductos al consumidor final, 2.7; las manufacturas avanzaron 2.2 por ciento. El sector en su conjunto se encuentra en un nivel similar al registrado en enero de 2014, si bien va.

En su análisis semanal el Centro de Investigación en Economía y Negocios (Cien) del Instituto Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, revisa la situación sectorial, y de él se toman los siguientes pasajes, no sin antes advertir que “durante la primera mitad del año en curso la actividad industrial de nuestro país se ha visto inmersa en una fase de desaceleración. Si bien las manufacturas han logrado recuperarse y mantener un ritmo de crecimiento positivo, la crisis que enfrenta el sector de la minería y el desempeño desfavorable de la construcción en meses recientes han mermado el desempeño general de la industria mexicana”.

El inicio del tercer trimestre del presente año fue poco alentador, pues en julio la actividad industrial total registró una caída anualizada de 1.6 por ciento, medida con cifras originales. Las manufacturas fueron el único sector que se ubicó en terreno positivo (2.2 por ciento), aunque no fue suficiente para compensar los desplomes en minería (8.6), construcción (3.7) y generación de energía eléctrica (2.7).

Después de las manufacturas, la construcción es la actividad con más peso en el total de la producción industrial nacional (alrededor del 20 por ciento), de manera que su evolución se altera significativamente si sufre una racha negativa. La falta de crecimiento en el sector referido sin duda tiene que ver con el retraso y la cancelación a lo largo de los dos años recientes de diversos proyectos. De hecho, las obras de ingeniería civil registraron una caída anualizada de 2.5 por ciento en julio pasado, con lo cual suman 16 meses en terreno negativo. Tan sólo en los primeros siete meses de 2017 acumulan una disminución de 9.3 por ciento.

Sin embargo, no sólo es el retraso en la ejecución de las obras lo que ha provocado malos resultados del sector; la falta de inversión ha sido otro factor fundamental. En 2013 el gasto en inversión física del sector público había sido de 741 mil millones de pesos, mientras en este año se estima que no pase de 570 mil millones, una reducción de 23.1 por ciento. Por su parte, la inversión fija bruta en obras no residenciales registró una caída anualizada de 5.3 en junio pasado, que se traduce en la tasa negativa número 25 de manera consecutiva.

De esta forma, el desempeño acumulado de la construcción de enero a julio de 2017 fue de -0.6 por ciento con respecto al mismo periodo de 2017, que contrasta con el 1.7 obtenido en 2016. Para los próximos meses el panorama de la construcción podría lucir un tanto mejor, pues en las regiones norte y centro del país se espera una reactivación en el gasto en infraestructura, así como mayor dinamismo en la ejecución de obras públicas. No obstante, resulta complicado que lo anterior se convierta en un catalizador para la reactivación de todo el sector, pues en el mejor de los casos la construcción podría cerrar 2017 con crecimiento de apenas uno por ciento.

Para lograr un avance importante es necesario destinar más recursos al gasto en infraestructura, además de contar con los mecanismos de auditoría y control adecuados para que las erogaciones sean eficientes. Dejar todo el peso de la inversión en manos del sector privado no es una estrategia factible, debido a la confianza del gremio empresarial no se ha recuperado del todo, particularmente el rubro que contempla las opiniones sobre si este es el momento adecuado para invertir. Adicionalmente, no todas las grandes obras de infraestructura necesariamente aportarán un rendimiento al sector privado, por lo que es necesario el uso de los recursos públicos para su ejecución.

Si bien las manufacturas han respondido de manera favorable, será imperativo impulsar el resto de las actividades que conforman la industria nacional. La inversión y ejecución de obras de infraestructura permitirá reactivar la construcción y con ello se fortalecerá el desempeño de las actividades secundarias. La modernización de las vías de comunicación y transporte del país son obligatorias para mantener la competitividad a escala mundial. Con el ritmo que lleva en este momento, se espera que la actividad industrial mexicana promedie una tasa crecimiento de 2.3 por ciento anual durante los próximos 10 años, magnitud inferior al 2.5 esperado para la industria a nivel mundial.

Al revisar las tendencias no se vislumbra factible una recuperación de la actividad industrial en el corto plazo. El total del sector secundario presenta una trayectoria negativa dados los resultados desfavorables de los últimos periodos. Los ciclos de todas las actividades, incluyendo el total, se ubican por debajo de la tendencia de largo plazo, situación que sugiere que el desempeño sectorial continuará en terreno negativo en los meses por venir.

Las rebanadas del pastel

La Secretaría de Hacienda asegura que el Fondo de Desastres Naturales (Fonden) dispone de 9 mil millones de pesos para “superar la actual emergencia” (Oaxaca y Chiapas, por el terremoto, y Veracruz, por Katia), monto que resulta “suficiente sin generar alguna presión en las finanzas públicas”. Bien, pero el horno no está para discursos de ocasión. El problema es que la “actual emergencia” sólo se suma a “viejas emergencias” no “superadas”, pues de acuerdo con la información de la propia dependencia del Ejecutivo en Veracruz, Guerrero, Michoacán y Chiapas, cuando menos desde 2013 (y en muchas otras desde 2014) se mantiene pendiente la reconstrucción de grandes zonas afectadas por fenómenos naturales en aquellas entidades (vivienda, infraestructura educativa, carretera, pesquera, acuícola, hidráulica, urbana, hospitalaria y un larguísimo etcétera) sin visos de avance. Entonces, a darle, sin discursos.

Twitter: @cafevega

cfvmexico_sa@hotmail.com

 

Carlos Fernández Vega
Carlos Fernández Vega
Autor de la columna México SA de La Jornada. Presidente del Comité Editorial de filiales y franquicias de La Jornada.