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Luis Ricardo Guerrero Romero

A los 18 años de haber llegado a esta ciudad, ocurrió finalmente algo increíble y digno de recordar, todos los medios de comunicación hablaron del tema durante todo octubre, les parecía maravilloso y terrible, extraña combinación de sentimientos, hubo quienes adjudicaron tal suceso a meras coincidencias, y hay quienes recurrieron a los conocimientos esotéricos para entender qué pasó en octubre en ese año, no obstante a la línea de investigación por la cual se llegue a contestar tal fenómeno, esa noche el frío era diferente. Fueron entonces tres noches en que nadie despertó, únicamente los animales dominaban, ni robos, ni violaciones, ni rezos, ni plegarias, tres noches en las que el Gran Creador descansó de clamores o negociaciones ridículas. Quienes recrean la posible actividad sugieren que los perros de la calle eran los príncipes y que enormes jaurías alababan a la luna, pero también distinguen que aquellas tres noches de nada, ayudaron al mundo a descansar de la tortura del hombre, incluso, activistas a favor de la naturaleza, parecen estar planeando que cada 18 años, se haga un cese de toda actividad humana por tres noches. Aún no se conoce cómo fue que pasó tal fenómeno, pero esa noche el frío era diferente y un novilunio engendró al nuevo hombre.

Esto de la luna sabemos que fue desde los griegos, quienes acertadamente leyeron las páginas de la bóveda añil y con verdad nombraron a la suma de los días: mes, y al lapso de estos les concluía la aparición de la esfera de algodón en el cielo. El sustantivo luna, es posible entenderlo a partir de la voz helénica: μην, μηνος (men, menos), de significado luna; y llegó al latín como luna-ae, debido a la relación entre luna y mes, es decir, que para la antigua Roma la palabra latina mensis, provino del griego μην,conservando un ciño particular con el ciclo de la luna. La luna y el mes son estupenda compañía, y expresiones cotidianas como: “lunático” y “estoy en mis días”, son síntoma del vínculo entre la Tierra y el satélite; la primera es resultado del agua que hay en nuestro planeta y nuestro cuerpo, que al ser novilunio puede afectar a nuestro carácter, y el segundo, obvia al recordar que tal expresión deviene del ciclo menstrual, (de luna o de mes). También sabemos que en el islam la armonía entre mes y luna conlleva unión, el calendario lunar regula los actos canónicos, y el solar normaliza las necesidades agrícolas, pero como símbolo la luna –si queremos verlo así–, es la muerte del día, el paso del subconsciente y el sueño, el arcano número XVIII, representa la luna y debajo un par de perros y de torres, y el camino en retroceso por medio del cangrejo. Durante el mes la luna gira alrededor de la Tierra y esto ayuda a marcar un periodo mensual. En el salmo 104 se dice: “hizo la luna para los tiempos; el sol conoce su ocaso”; asimismo, Galileo argumenta en el tratado Sidereus Nuncius (mensajero sideral) las relaciones astrales de la luna con el tiempo y su morfología, todo con el apoyo del telescopio; y si eso fue científicamente el campo de lo espiritual también asume desde siempre la contemplación de la luna, puesto que, antiguamente ya desde los egipcios se adoraba el dios Yah o Thot, como el dios lunar de la oscuridad, al cual aún alaban por costumbres judías en la exclamación: aleluya (hallelu-Yah) alabanzas a Yah. La luna tiene sin duda muchas historias detrás de sí, algunas con cariz cientistas, otras veces en circunstancias románticas, y también hay luna en escenarios de horror, eso sin mencionar que todos los lunes (día de la diosa Selene, ημερσ Σεληυης, Lunae dies) es día de la luna y que cada lunar en la piel, también tiene su historia.