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México SA: Deuda pública crece 64%

reforma energética

La realidad desmiente a todos aquellos que insisten en reclamar que con Enrique Peña Nieto en Los Pinos y su “ministro” a la diestra (o al revés) nada crece en este país. ¡Falso!, porque si bien el avance económico y social brilla por su ausencia, allí está el monstruoso incremento de la deuda del sector público federal, que rompe récord mes tras mes (y llevan 38 de ellos en la residencia oficial).

Desde que el equipo que “sí sabe gobernar” (él mismo dixit) cómodamente se instaló en la ex hacienda de La Hormiga, el primero de diciembre de 2012, el saldo de dicha deuda no ha dejado de crecer a un ritmo mensual promedio de 87 mil 375 millones de pesos, hasta acumular un aumento de 3 billones 320 mil 261 millones de pesos al cierre de enero pasado.

Las cifras que se citan no provienen de un enloquecido “enemigo del régimen y la modernidad”, sino de la santísima Secretaría de Hacienda, a cargo del “ministro del (d) año”, el mismo que lleva tres años y pico prometiendo un “futuro prometedor” y negando que a la economía mexicana la dañe el brutal avance de la deuda, los recortes presupuestales, el desplome de los precios petroleros, la “apreciación” del dólar (léase la devaluación del peso) y lo que se acumule.

Bueno, cómo estará la dinámica de endeudamiento que tan sólo en enero de 2016 (las cifras más frescas de la Secretaría de Hacienda) el saldo de dicha deuda se incrementó 333 mil millones de pesos, a razón diaria de 10 mil 742 millones o, ya en plano masoquista, 447.6 millones por hora. Y eso apenas en el arranque del año. A ver dónde o cómo acaba todo esto.

Con Peña Nieto en Los Pinos la economía mexicana reporta un promedio anual de “crecimiento” de apenas 1.9 por ciento, pero en materia de endeudamiento público el incremento –también como promedio anual– ha sido superior a 20 por ciento, es decir, una diferencia de diez tantos entre uno y otro indicador.

La noticia, pues, es que con Peña Nieto y su “ministro” sí hay crecimiento, y en qué proporción: el saldo de la deuda del sector público federal se incrementó de 5 billones 173 mil 147.4 millones de pesos, el primero de diciembre de 2012, a 8 billones 493 mil 408.6 millones al 31 de enero de 2016. En 38 meses de estancia en Los Pinos tal saldo aumentó la friolera de 3 billones 320 mil 261.2 millones, o si se prefiere, 64.18 por ciento, y contando.

Como se ha comentado en este espacio, de muchos años atrás los mexicanos recién nacidos ya no llegan con torta bajo el brazo, sino con un grueso pagaré para cubrir la parte proporcional del débito público que le corresponde por cortesía del gobierno federal, la cual se ha multiplicado por siete desde que a este país arribó “el cambio”.

Así es: cuando Vicente Fox y Martita se instalaron en Los –fucking– Pinos, a cada mexicano le endilgaban una deuda de 10 mil 200 pesos, sólo por cuestiones federales (faltan las estatales, las municipales y las “contingentes”); seis años después, el ahora mariguanero había incrementado esa proporción a 29 mil pesos por cabeza. Llegó el tal Jelipe y esos 29 mil pesos per cápita los incrementó a 50 mil 342 pesos al cierre de su sexenio (y allí están los dos, felices y quitados de la pena, porque el desastre de sus gobiernos se lo endilgaron a los mexicanos).

Esta última proporción por habitante fue la que recibió Enrique Peña Nieto, quien en apenas 38 meses de “gobierno” la aumentó a 70 mil 800 pesos por habitante, en números cerrados y contando. Y la pregunta de siempre, sin respuesta, como siempre, es ¿dónde está ese titipuchal de dinero, que supuestamente serviría para promover el crecimiento y el desarrollo del país?

Lo mejor del caso es que (desde finales de 2014, con varias repeticiones a lo largo de 2015 y el “compromiso” de hacer lo mismo en 2016) la versión oficial (la del “ministro del (d) año”, obviamente) pregona que “no se endeudará más al país”. Qué bueno.

Y si de cifras y pronósticos alentadores se trata, allí están los especialistas del sector privado consultados permanentemente por el Banco de México quienes, tijera en ristre, han aplicado el segundo recorte del año (de dos posibles, hasta ahora) a la expectativa 2016 sobre el “crecimiento” económico del país.

Así es. En la encuesta que mes tras mes levanta el Banco de México entre 37 grupos de análisis y consultoría económica del sector privado nacional y extranjero (en esta ocasión la correspondiente a febrero de 2016), redujeron su estimación de 2.69 a 2.45 por ciento, y descontando. En diciembre de 2015 tales especialistas estimaban que la economía “crecería” 2.74 por ciento durante el presente año, pero tras dos tijeretazos al hilo la perspectiva se limita –hasta ahora– a 2.45 por ciento.

En su paquete económico para 2016 el gobierno federal (léase el “ministro” y sus muchachos) estimó que la economía mexicana “crecería” entre 2.6 y 3.6 por ciento (de acuerdo con los Criterios Generales de Política Económica), pero en apenas dos meses los citados grupos de especialistas ya ubican por debajo de la cota oficial mínima la posibilidad de “avance” económico del país en el presente año.

De igual forma, en los Criterios Generales de Política Económica el gobierno federal consideró factible una inflación de 3 por ciento al cierre de 2016, un tipo de cambio nominal promedio de 15.9 pesitos por cada billete verde, y un precio de 50 dólares para el barril mexicano de exportación. A estas alturas esos cálculos, todos, han sido ya rebasados por la realidad, a la que, obviamente, el “ministro” y sus guajiros aborrecen.

Como bien recuerda La Jornada (Roberto González Amador), dos semanas atrás “el gobierno federal anunció un recorte de 132 mil 300 millones de pesos en el gasto público de este año, de los cuales 100 mil millones corresponden al presupuesto de Petróleos Mexicanos. En esa ocasión, Luis Videgaray, secretario de Hacienda, afirmó que el recorte del gasto no tendría impacto en el crecimiento económico de este año”. Y una vez confrontada con la realidad, tan sesuda declaración no soporta la mínima prueba y los recortes a la estimación de crecimiento económico se dan un día y el siguiente también.

LAS REBANADAS DEL PASTEL

ADon Beltrone ya le hace daño el Petrus. En el siempre bello puerto de Veracruz, ayer declaró que en la campaña (tricolor) por el gobierno del estado “no se trata de quién es más corrupto que otro entre quienes están debatiendo (Duarte-Yunes), sino quién propone más soluciones que los otros y quién es el que tiene más experiencia para llevarlo a cabo”. En síntesis, sean todo lo corruptos que quieran, pero no sean brutos. ¡Ole!

Carlos Fernández Vega
Carlos Fernández Vega
Autor de la columna México SA de La Jornada. Presidente del Comité Editorial de filiales y franquicias de La Jornada.