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Por lo menos habrá que intentarlo

Ignacio Betancourt

El tema de esta columna puede ser la desesperación con la que el PRI se aferra a continuar con sus latrocinios y de las maneras como se traga completa la fantasía de la eternidad del poder depredador. Ese PRI que actualmente se concibe como una religión con sus dioses particulares, los más ladrones, los más crueles, los más corruptos, todos los actuales santos de su devoción (su dios es el presidente de la república, quien supera y propicia a su santificada corte). Ninguna votación en contra de los consuetudinarios depredadores de la población será una sorpresa. No existe razón que justifique un voto por el PRI o por el PAN si ambos partidos se han encargado de hundir a la población en el más profundo de los pozos de la desesperanza. Imposible (si la lógica existiera en la realidad social) votar a favor de quienes se han encargado de mantener a más de cien millones de seres humanos en lo más profundo del desvalimiento social. Voto para que me sigan chingando los de siempre.

La población puede ser lo más ignorante, lo más vulnerable, lo más enajenado, pero tiene un límite a su capacidad de soportar oprobio. Y esa frontera está a punto de superarse en las actuales elecciones ¿será posible en el país, un cambio pacífico?

Los cambios violentos de toda sociedad son demasiado crueles ¿seremos capaces de cambiar un poco, un poquito tan sólo para un cambio pacífico en la devastadora y larga coyuntura que hoy nos agobia por la terquedad de quienes se suponen eternos?

Alguien preguntó que por quién votaría, y la respuesta fue que por Morena. Entonces recordé cuando era joven y decía junto con los contestatarios de mi edad que íbamos a cambiar el mundo. Luego de algunas décadas muchos se han dado cuenta de la desmesura de los deseos juveniles, y hasta les resulta mínimamente conveniente con cambiar tan solo un poco, quizá ahora sería suficiente con lograr que no continuaran partidos como el PRI o el PAN y sus insoportables aliados.

De cambiar al mundo a cambiar de partido gobernante existe un cambio brutal, tanto como lo es la realidad social que nos circunda. Y cuando nos descubrimos pensando que ni tan minúsculo cambio (la anulación de tales partidos) está garantizado, nos damos cuenta de la miseria social en que habitamos. En verdad nadie puede estar de acuerdo con el ominoso presente que hoy nos aplasta, y también entiendo la importancia de que en la más mínima incomidad ciudadana aún exista el fermento de indignación que no muere pese a los años, entonces se puede entender todo lo que los ciudadanos debemos transformar.

Cuando la realidad social resulta tan oprobiosa, cualquier modificación se vuelve indispensable, no importa su insignificancia o su discreción. Y por supuesto no se trata de renunciar a todo, por ahora simplemente es conveniente no olvidar quienes son los enemigos de siempre, pero sobre todo que en ningún ciudadano muera la imprescindible necesidad de cambiar. Lo insignificante no existe, intentemos ahora cualquier tipo de transformación, no importa que no se note, o que resulte casi inutil, o que sea mínima. Frente al extremo de lo soportable todo deseo de cambio resulta indispensable. Por lo menos habrá que intentarlo, seguro valdrá la pena, es por el hoy y por quienes vienen a habitar este México actualmente tan cruel con sus pobladores, y también por un mañana que aún no vemos pero que está a la vuelta de la esquina.