Bancos cobraron comisiones por 143,515 mdp a usuarios de crédito
4 mayo, 2017
Felipe de Inglaterra abandonará sus compromisos públicos
4 mayo, 2017

Y el Ariel es para… El documental en FilminLatino

‘Cuates de Australia’ (2012), de Everardo González

De la redacción

Esta semana se anunciaron las películas nominadas a la edición 2017 del Ariel, el reconocimiento más importante de la industria del cine en el país, que otorga la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC).

Entre las ternas, llama la atención que el género documental cobra una especial relevancia en esta entrega más allá de las categorías destinadas a reconocerlo. Ocho candidaturas acumula La tempestad, de Tatiana Huezo, incluida en dos de las ternas principales: mejor dirección y mejor película. Caso similar el de Bellas de noche, de María José Cuevas, quien compite por cuatro estatuillas.

En el documental, la realidad dicta la historia y la sensibilidad del director y el guionista, quienes logran detectarla y nos adentran al día a día de los de a pie, personas con las que compartimos el Metro, la calle, la vida cotidiana. Nos encontramos y reconocemos en estos entrañables personajes. Este es el género que por excelencia coloca al espectador al centro de la narrativa.

Estas historias siempre serán la posibilidad de enterarnos, preocuparnos y entender las complejidades de las sociedades contemporáneas. Los problemas del abasto de agua en la Ciudad de México o en Coahuila, un pueblo arrasado que se levantó gracias a la fuerza de sus habitantes o un acercamiento a la actual vida de una promesa infantil de la actuación en los años 70, la plataforma de cine del mundo sólo para México, FilminLatino, brinda la posibilidad de acercarnos a ocho documentales ganadores del premio Ariel.

Teshuinada (1979), de Nicolás Echevarría

Documental que presenta la Semana Santa de los rarámuris en el pueblo de Batopilas. En la celebración se congregan habitantes de las rancherías aledañas, para compartir danzas, juegos y luchas rituales; todo ello acompañando siempre del teshuino: bebida embriagante preparada con maíz fermentado.

La línea paterna (1995), de José Buil y Maryse Sistach

En 1992, José Buil encontró en la casa de su abuelo muchísimos rollos de filmaciones familiares realizadas con una cámara Pathé. El destino quiso que su padre muriera en el viaje hacia esos recuerdos grabados en cinta. De manera que la película que vemos es a la vez un rencuentro y una despedida; una celebración y un duelo. De los fotogramas encontrados volvían, como de entre los muertos, las personas y los lugares queridos. Los archivos mudos necesitaban un texto que les diera progresión narrativa; tal vez algo excedido por la cercanía emocional, Buil lo escribió para ser leído en off. “La línea paterna” reconstruye treinta años de historia de una familia y reflexiona sobre el poder de conservación del cine.

En el hoyo (2006), de Juan Carlos Rulfo

Este documental se basa en la construcción del segundo piso en el Anillo Periférico de la Ciudad de México. Es la historia de los que trabajan en la obra, de los que viven enfrente de la obra, de los que circulan por la obra; de los encuentros y desencuentros. Retrata las cosas que suceden durante su construcción: vidas, viajes, contrastes y emociones que siguen hasta el día en que la gente viaje sobre el segundo piso.

Los ladrones viejos (2007), Everardo González

Documental sobre la historia de una generación de ladrones que alcanzaron sus mayores éxitos en los sesenta, de los códigos de conducta y ética que los caracterizaron, de las diversas “categorías” de delincuentes que poblaron las calles de la ciudad, de las alianzas con los mandos policíacos que les permitieron salir adelante, de las traiciones y del precio que finalmente pagaron por ello.

El lugar más pequeño’ (2011), de Tatiana Huezo

Una historia que habla de la capacidad que tiene el ser humano de levantarse, de reconstruirse, de reinventarse después de haber vivido algo terrible. Una historia sobre personas que han aprendido a vivir con su dolor, en un pueblo arrasado que se levantó de nuevo gracias a la fuerza y al profundo amor de sus habitantes por su tierra y su gente. Un pequeño lugar encallado en las montañas salvadoreñas vestidas de selva y humedad.

Cuates de Australia (2012), de Everardo González

Hay un rancho perdido en la Sierra de Coahuila, en el noreste de México, llamado Cuates de Australia. Nadie sabe bien de dónde proviene su nombre. Como sucede en muchas zonas rurales, los habitantes de este poblado se debaten entre permanecer en sus tierras o migrar en busca de mejores condiciones de vida. Pero sus razones no son solamente la pobreza y el abandono que han caracterizado a estas comunidades rurales, sino sobre todo la escasez de agua.

H2OMX (2015), José Cohen y Lorenzo Hagerman

La Ciudad de México, una de las más pobladas del mundo, crece sin control. Antes una zona rodeada de lagos, ahora el suministro de agua para esta urbe es un problema real. H2Omx registra puntualmente el desabasto, el desperdicio y los graves problemas de contaminación del agua, y hace un urgente llamado a la acción y al compromiso de los ciudadanos.

Quebranto (2014), Roberto Fiesco

Evoca la memoria y el testimonio de dos personajes: Fernando García, conocido como Pinolito, durante su desempeño como actor infantil en la década de los años setenta; y doña Lilia Ortega, su madre, también actriz. Fernando se asumió como mujer transexual hace algunos años y ahora se hace llamar Coral Bonelli. Ambos viven en Garibaldi añorando su pasado fílmico, mientras Coral asume con valor su identidad genérica. Siguen actuando.