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Merry MacMasters
Ciudad de México. La exposición Leo Matiz: el muralista de la lente. Siqueiros en perspectiva, que hoy se inaugura en el Museo del Palacio de Bellas Artes, constituye una “reconciliación”, a siete décadas de distancia, entre el fotógrafo colombiano y el pintor mexicano. Está integrada por 40 de las 500 tomas que Matiz (1917-1998) le entregó a David Alfaro Siqueiros (1898-1974) a modo de un estudio preparativo para la realización de los murales Tormento de Cuauhtémoc y Apoteosis de Cuauhtémoc, hechos entre 1950 y 51, que se encuentran en el segundo piso del edificio de mármol.
Sin embargo, fue precisamente en 1947 en el Palacio de Bellas Artes, en una exhibición de pinturas elaboradas al caballete por Siqueiros a modo de resultados del proyecto que Matiz, que al no encontrar su crédito, decidió denunciar al artista públicamente por plagio. Cosa que indignó al muralista, incluso brigadas de choque fueron a quemar el estudio que Matiz tenía en la avenida Juárez, acto que le obligó a abandonar el país, sin ver ejecutados los murales, en donde radicaba desde 1941.
Matiz regresó a México en 1996, en compañía de su hija Alejandra, a modo de reconciliación con la tierra que le dio otra dimensión a su trabajo.
La muestra forma parte de una colaboración realizada con el Antiguo Colegio de San Ildefonso –allí se exhibe la muestra Leo Matiz. El muralista de la lente. A 100 años de su nacimiento, 1917-2017-– y la Fundación Leo Matiz para conmemorar los 100 años del nacimiento del también caricaturista y pintor originario de Aracataca. Además, se hace en el marco del Año Dual México-Colombia.
El público visitante podrá constatar en qué medida el mural Tormento de Cuauhtémoc se apoyó en la serie Perro rabioso de Matiz. Alejandra Matiz, también presidenta de la fundación que lleva el nombre de su padre, comentó en el recorrido para la prensa que el perro no estaba rabioso, sin embargo se volvió así después de estar amarrado varios días.
