Por J. Jaime Hernández y David Brooks
La implosión de la candidatura presidencial de Donald Trump se acercaba hoy a un punto de no retorno.
Como un castillo de naipes, los apoyos que tanto trabajo costó reagrupar en el seno del partido republicano, se desmoronaban vertiginosamente tras el escándalo que ha detonado un video en el que Donald Trump ha sido expuesto como un predador sexual.
Como una conjura contra el Cesar, los barones del partido republicano se agrupaban uno tras otro para quitar un apoyo sin el cual Donald Trump difícilmente estará en condiciones de enfrentar a Hillary Clinton en las urnas el próximo 8 de noviembre.
A media tarde de ayer sábado, más de 20 republicanos pedían a Trump retirarse de la contienda y ceder la estafeta a su candidato a la vicepresidencia, Mike Pence.
Inasequible al desaliento, y ante la avalancha de ataques y peticiones de abandono, Donald Trump respondía desafiante que “nunca abandonaré” la contienda.
“No voy a abandonar porque sigo teniendo un enorme apoyo de la gente”, insistió Trump en una serie de pronunciamientos a medios de comunicación.
“La gente me está llamando y me dice que ni se me ocurra abandonar”.
El pronunciamiento de Donald Trump intentaba apaciguar las aguas revueltas en el seno de un partido republicano en crisis, que ha comprometido no sólo sus posibilidades de reconquistar la presidencia, sino que podría costarle el control de las dos cámaras en el Congreso.
Fuentes del partido republicano citadas por el diario The Hill, reconocían que tras este escándalo las posibilidades de victoria de Trump se han reducido hasta el 20% o quizá hasta el 10%. En medio de intensos contactos, los líderes del partido buscaban una estrategia que evite la fractura del partido y el naufragio de muchas de las candidaturas en juego en el Senado y la Cámara de Representantes.
Con grupos de simpatizantes y detractores enfrentándose a las puertas de las Torres Trump, para exigir que abandone la contienda o que resista la embestida del liderazgo republicano, el candidato republicano intentaba mantener a flote su campaña con una serie de contramedidas en forma de disculpa y promesas de que no volverá defraudar a nadie:
“He dicho cosas estúpidas. Pero hay una gran diferencia entre las palabras y las acciones de otras personas. Como Bill Clinton, que abusó de mujeres, y Hillary Clinton que atacó, amenazó y avergonzó a sus víctimas”, aseguró Donald Trump en el video que distribuyó su campaña desde la noche del viernes en un intento por evitar una estampida de apoyos que no ha hecho sino acentuarse.
En medio de una frenética campaña de control de daños, la esposa del magnate, Meliana Trump, daba un paso al frente para reconocer que, aunque el comportamiento de su esposo ha sido inexcusable, los electores deberían aceptar su disculpa y “concentrarse en las cosas que son importantes para la nación y el mundo”.
Sin embargo, el llamado de Melania no ha tenido el efecto deseado. Personajes como el ex gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, se sumaba a la desbandada de republicanos que han decidido darle la espalda a Donald Trump:
“He sido un orgulloso republicano desde que me mudé a Estados Unidos en 1968 y escuché las palabras de Nixon sobre sacarnos a los Gobiernos de encima, libre comercio, y defender nuestra libertad con un Ejército fuerte.
“Sin embargo, por más orgulloso que esté de definirme como republicano, hay una etiqueta que me parece más importante que las demás: estadounidense. Por eso quiero tomarme un momento para recordarle a mis compañeros republicanos que no sólo es aceptable elegir a tu país por encima de tu partido: es tu obligación”.





