Arturo Huerta González

En los días 3, 4 y 5 de diciembre de 2025 se celebraron las audiencias auspiciadas por la Oficina del Representante Comercial de EU sobre el funcionamiento del T-MEC, donde el sector privado de dicho país manifestó quejas sobre las reformas judicial y la que desapareció los órganos reguladores autónomos en el 2024, donde según ellos aumentan incertidumbre para las empresas estadunidenses y sus inversiones en territorio mexicano. Ello evidencia que quieren el control de todo para que se defiendan sus intereses. Tales reformas no afectan las decisiones de inversión, ni las normas de funcionamiento del T-MEC. Lo que más les importa a los tomadores de decisiones son las perspectivas de ganancia que puedan obtener con el T-MEC y hasta ahora han salido beneficiadas las empresas estadunidenses ubicadas en México, como aquellas empresas de dicho país que han inundado el mercado nacional con sus productos. De ahí que los representantes de las empresas transnacionales en dichas audiencias se pronunciaron por “extender y fortalecer el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá”, debido a que han ganado y ello ha sido a costa de desplazar a los productores nacionales y llevar a la economía nacional al estancamiento y a depender de la entrada de capitales y del endeudamiento.

También se quejaron por la reforma energética de 2024 que revirtió la apertura en el sector y que otorga trato preferencial a Pemex y a la CFE, por lo que se manifestaron por “abordar la competencia desleal de las empresas estatales de México, y al mismo tiempo mejorar las protecciones para las significativas inversiones de EU de larga data en México”. Quieren que México no proteja a Pemex y la CFE frente a las empresas estadunidenses, y quieren que se mejore la protección a sus inversiones en México. Van por los sectores estratégicos del país y demandan mejor trato a sus empresas las cuales han incrementado su presencia en el país. Quieren mayor expansión de la que ya tienen y que ello no se les limite. En el mismo tenor están los productores agrícolas de dicho país que “urgieron al gobierno de EU a prorrogar el T-MEC hasta 2042, debido a que éste les ha permitido ampliar sus ingresos”. Ello ha acontecido a costa de desplazar a los productores nacionales, con el beneplácito del gobierno mexicano que desoye las demandas de éstos de sacar los granos básicos del T-MEC. De continuar las importaciones de granos básicos continuarán siendo afectados los productores mexicanos y se relegará más la autosuficiencia de dichos productos, aumentando nuestra dependencia alimentaria, como el financiamiento externo para poderlos comprar, por lo que continuaremos con las altas tasas de interés y la apreciación cambiaria a favor del capital financiero, a costa de no tener política económica a favor del crecimiento y del empleo.

Donald Trump, por su parte, ha amagado con no renovar el T-MEC, o renegociar otro acuerdo. El propio representante comercial de EU señaló que “la opinión del presidente Trump es que solo quiere acuerdos que sean buenos. La razón por la que incluimos un periodo de revisión en el T-MEC fue por si necesitábamos revisarlo, o salir del acuerdo”. Es probable que esto último acontezca, pues con el actual tratado comercial EU enfrenta un déficit comercial creciente con México, por lo que terminará haciendo lo mismo que ha hecho con otros países, donde ha impuesto condiciones a su favor, como que inviertan en su país, que retornen las empresas estadunidenses a su país, como que les compren más y les vendan menos. Ello cuestiona la posición del gobierno mexicano que confía en que el país continuará con una “mejor posición relativa respecto a otros países”. El problema es que México no está preparado para encarar las mayores demandas y exigencias que EU impondrá a su favor para la prosecución del T-MEC o en un nuevo acuerdo comercial. El país no cuenta con manejo de política económica a favor del sector industrial y agrícola para hacer frente a la mayor apertura de nuestro mercado que EU exige a favor de sus exportaciones, por lo que menos industria, menos alimentos básicos, menos empleos, menor crecimiento, mayor déficit de comercio exterior y mayores problemas de financiamiento pasaremos a tener. Hay que recordar que, si México creció después de la Segunda Guerra Mundial hasta 1981, fue gracias a la política proteccionista que prohibía las importaciones de los productos que eran producidos internamente, además había banca de desarrollo, el gobierno regulaba a la banca comercial y el movimiento de capitales para evitar prácticas especulativas, lo que permitía tener política monetaria y fiscal a favor del crecimiento. El neoliberalismo terminó con todo ello.

ahuerta@unam.mx
Profesor del Posgrado de la Facultad de Economía de la UNAM desde 1975

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