Iván Restrepo
La Jornada ha sido el medio de información mexicano que más ha señalado los graves problemas que ocasionan los agroquímicos a la población y al medio ambiente. Desde su fundación, el tema lo abordan articulistas y reporteros. Y uno de los productos más denunciados es el Roundup, comercialmente conocido como glifosato, y que fabricó por décadas la empresa estadunidense Monsanto. La adquirió en 2018 la alemana Bayer, la más importante en el mercado mundial de semillas, fertilizantes y plaguicidas.
El glifosato es un herbicida total, no selectivo, cuya acción se da a través de las hojas de las plantas. Es utilizado en América Latina, Estados Unidos, Europa, Asia, África y Oceanía, en diversos cultivos, como maíz, soya transgénica y trigo. También, para combatir las siembras de coca. En varias ocasiones denunciamos aquí la tolerancia de las autoridades para con Monsanto y la falta de patrocinio para estudios que demuestren los daños que causa donde se aplica como si fuera un producto inocuo.
Es importante agregar que quienes promueven el uso de plaguicidas en los cultivos aconsejan a los campesinos y propietarios de explotaciones comerciales agregarle al glifosato otras fórmulas químicas para hacerlo más potente. Pero esa mezcla resulta muy nociva para los trabajadores agrícolas y sus familias, para quienes viven cerca de las áreas de cultivo y las corrientes de agua, y para el medio ambiente en general.
Monsanto invirtió millones de dólares para hacer creer que dicho compuesto no afectaba negativamente a nadie. Para ello, utilizó un influyente artículo que publicó en el 2000 la revista científica Regulatory Toxicology and Pharmacology. En él se sostuvo que el uso del glifosato no representaba un riesgo para la salud humana. El artículo lo elaboraron tres investigadores que gozaban de prestigio en sus lugares de trabajo: Gary Williams, Ian Munro y Robert Kroes. Pero recientemente, la revista se retractó del contenido de dicho texto, pues no refería otras investigaciones que mostraban la toxicidad crónica del herbicida.
Además, se supo que personas al servicio de Monsanto ayudaron a la elaboración del citado texto y que, como se ha ido descubriendo, pagó ese y otros estudios en los que se afirma que el glifosato no era un peligro para la salud de la gente. Sin embargo es todo lo contrario y cada día aparecen más testimonios que lo demuestran.
Fue política de Monsanto ocultar los efectos del arsenal químico que elaboraba. Un ejemplo, entre muchos otros: en 2009, dicha empresa fue multada por un tribunal de Francia por mentir en su publicidad, por hacer creer que el glifosato no hacía ningún daño. Lo publicitaba comercialmente como biodegradable, no contaminante de las áreas en que se aplica y por dejar el suelo limpio.
Por esas mentiras, la trasnacional fue demandada ante la justicia francesa en 2001. Al ser declarada culpable, se inconformó con dicho fallo. Pero ocho años después, una resolución definitiva ratificó la sentencia inicial, dio la razón a los quejosos y acordó multar a Monsanto con 15 mil euros, cifra simbólica si se considera los haberes multimillonarios de la trasnacional y los daños que pudo haber causado a la población expuesta y al medio ambiente. Fue también una resolución histórica por tratarse de una de las empresas más poderosas e influyentes del mundo.
Cinco años antes, en 1996, se acusó judicialmente a Monsanto, ante el fiscal general del estado de Nueva York, de transmitir publicidad falsa y engañosa de los productos derivados del glifosato. Además, en 1991 dicho compuesto fue declarado en Europa peligroso para el medio ambiente, en especial el acuático. Sin embargo, su aplicación no cesó en muchos países, pese a la huella tan negativa que deja y a las opiniones de científicos, organizaciones sociales, poblaciones y destacados políticos. Décadas de impunidad bajo el amparo y tibieza de los gobiernos y de las organizaciones internacionales responsables de velar por la salud pública y un ambiente sano.
Bayer sigue ocultando la realidad en torno al mencionado herbicida. Lo continúan aplicando por doquier, dejando enfermedades y otros daños. El lunes próximo ofreceré algunos casos graves ocurridos en América Latina y Estados Unidos.




