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Este sábado, Frank Sinatra cumpliría 100 años a su manera

Sinatra

Frank Sinatra en 1979, durante un concierto en el Coliseo Nassau, en Nueva York. Foto Ap

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Frank Sinatra en 1979, durante un concierto en el Coliseo Nassau, en Nueva York. Foto Ap

Por Dpa

Nueva York.

Algunos lo consideran el mejor cantante del siglo, pero del siglo XX. Y es que Frank Sinatra es historia. Cantó en una época en que se actuaba con esmoquin y con un vaso de whisky en la mano. Por él suspiraban millones de mujeres, y millones de hombres lo envidiaban.

Nadie tenía problemas si fumaba en el escenario (el público también lo hacía), y tampoco porque tuviera contactos con la mafia. Era una época en que la voz tenía más peso que los contorneos del cuerpo. Eran también los años dorados de Hollywood, y Frank Sinatra, que el sábado hubiera cumplido 100 años, incluso contribuyó, a su manera, al deshielo en el bloque soviético.

Precisamente, la apertura de la Unión Soviética, a fines de los años 80, se conoce como doctrina Sinatra, debido a las palabras pronunciadas por el portavoz del Ministerio del Exterior de la extinta Unión Soviética Gennadi Gerassimov: “¿Conoce usted Frank Sinatra y su canción I did it my way (A mi manera)? Pues Polonia y Hungría lo hacen a su manera”.

Esa canción no fue siquiera el mayor éxito del cantante, que vendió más de 150 millones de discos a lo largo de su vida. Sinatra fue una leyenda, el espectáculo en persona. Era The Voice (La voz).

Nacimiento traumático

Sinatra vino al mundo con ayuda de un fórceps. En la intervención se le rompió un tímpano, y el recién nacido sufrió heridas, cuyas cicatrices fueron visibles a lo largo de toda su vida. Delgaducho y gamberro, de joven acabó abandonando la escuela y nada hacía presagiar que se convertiría en una de las voces más aclamadas del mundo y todo un conquistador con las mujeres.

De joven quiso dedicarse a la canción y comenzó a trabajar en un local donde también hacía de camarero por 15 dólares a la semana y en ocasiones por sólo una plato de comida caliente y unos cigarrillos.

Cuando grabó discos, las ventas no fueron buenas, pero cuando se subía al escenario el éxito lo tenía asegurado. Tenía miles de adolescentes a sus pies, y en 1944 hubo disturbios, que se recuerdan en los libros de historia de Nueva York como los Colombus Day Riots, cuando miles de admiradores, en su mayoría jovencitos, se negaron a marcharse a casa tras el concierto, a pesar de que no podían entrar en las otras funciones que Sinatra tenía programadas.

¿Y cuál era el secreto de este joven italo-estadunidense que no tenía el atractivo de Dean Martin ni el carisma de Sammy Davis Jr.? Tenía voz, y esto en una época cuando la música se difundía sobre todo a través de la radio. Sinatra era un perfeccionista y entrenó su voz. Sus ojos azules –old blue eyes– hicieron el resto.

Sinatra supo además hacerse dueño del escenario. El joven de Hoboken, Nueva Jersey, ya era una estrella cuando ni siquiera era una gran figura, lo cual no significa que no tuviera altibajos. Tras la histeria por Frankie, Sinatra quedó en un segundo plano. En los años 50 los jóvenes querían escuchar rock, música que Sinatra consideraba lamentable y que incitaba a los muchachos a la violencia.

Él siguió con el jazz y se pasó al cine; por su papel secundario en el drama bélico From Here to Eternity recibió un Óscar. Durante muchos años fue una megaestrella en Hollywood, aun cuando sus papeles estuvieran bien pagados, pero fuesen un tanto planos.

En Las Vegas, aparte de los casinos, los espectáculos forman parte del atractivo de la ciudad. Y si hoy se puede ver a Celine Dion, Siegfried und Roy o Blue Man Group, toda esa dinámica comenzó con Sinatra. Él encarnaba un estilo de vida con todo el glamur, pero también ese éxito tuvo su sombra.

Al cantante siempre se le presumieron estrechas relaciones con la mafia, las cuales siempre negó. Pero jugó al póquer o al golf con algunos de los capos más famosos, tomaba whisky con ellos o invirtió con ellos en casinos. Se puede reconocer algo de Sinatra en el personaje de Johnny Fontane en El padrino, de Mario Puzzo. En el abultado dosier de la FBI sobre el cantante figuran las amenazas de muerte que recibió y el secuestro de su hijo en 1963, pero también los negocios sospechosos del intérprete.

Eso le costó también, al menos en parte, sus contactos políticos.

Sinatra estaba entregado a la causa demócrata, y a los Kennedy les gustaba contar con su compañía, pero cuando comenzaron a multiplicarse los rumores que lo relacionaban con la mafia, se apartaron de él. Posteriormente Sinatra se hizo amigo de Ronald Reagan.

Sinatra estuvo casado cuatro veces; en su mayoría, todos estos matrimonios acabaron en odios enconados. La cifra de los amoríos ha dado material para muchos libros e incluso películas, pero una de las mujeres que más lo marcó fue Ava Gardner.

Marlene Dietrich, que tuvo un breve affaire con él, dijo: Frank Sinatra es el Mercedes Benz de los hombres.