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Mourad Merzouki presenta ‘Pixel’ en el Festival Cervantino

Nacido en un barrio marginado en la periferia de Lyon, Merzouki (aquí en conferencia de prensa) pretende decirles a los jóvenes que la danza y el arte es una manera de integrarse en el mundo. Foto Twitter Festival Cervantino

Merry MacMasters

Guanajuato, Gto. Por medio del hip hop el coreógrafo francés Mourad Merzouki (1973) pretende decirles a los jóvenes que la danza y el arte es una manera de integrarse en el mundo. De padres argelinos, nacido en la periferia de Lyon en una época en la que el breaking era la única danza a la que se podía acceder, Merzouki se ha propuesto mostrar que éste no sólo era una subcultura, sino que tiene la dignidad necesaria para llegar a todo tipo de público, incluso aunque no procediera de la periferia.

El espectáculo dancístico y digital Pixel que Merzouki y la Compañía Käfig presentaron en la 45 Festival Internacional Cervantino (FIC) mostró que en efecto el hip hop ya tiene su lugar en la planeta ya que encierra la energía y el vocabulario de este baile, pero también “todo el universo poético de la danza”, expresó el director del Centro Coreógrafo Nacional de Créteil et du Val-de-Marne.

Cuando el también bailarín empezó a presentar el hip hop en el teatro dijo, “me tengo que ir más allá de lo puramente demostrativo, del free style, y desarrollar todo un lenguaje artístico. Es decir, que hubiera una coreografía, un vestuario y una temática. Que el espectador mirara más allá de la simple idea del breaking, en fin, como un espectáculo de danza. Además, no narramos una historia, no hay un mensaje en sí.

“Mostrar que no por el hecho que no hayamos ido al conservatorio, porque no tengamos los códigos clásicos de la danza, no contamos con el derecho de tener un lugar en los teatros. La idea era crear un espectáculo que pudiera llegar a todos”.

Entre los 10 bailarines en escena (ocho hombres y dos mujeres), también hay artistas de circo ya que Merzouki se interesó por trabajar con personas que enriquecerían el trabajo con el dispositivo digital. El reto de hacer que ambos mundos dialogaran entre sí dio lugar a una fantasía alucinante que fue muy aplaudida por los asistentes la par de funciones en el Auditorio del Estado.

Respecto a la tecnología empleada el coreógrafo explicó con cierta modestia: “El concepto es muy fácil y sencillo, por eso trabajé con los artistas del espectáculo porque utilizamos un dispositivo muy depurado. Hay pequeños círculos blancos que son proyectados sobre el escenario y el movimiento hace que éstas aparezcan en tercera dimensión. Para este efecto no quise trabajar con videoastas que hubieran puesto demasiada información en el escenario, algo que hubiera disminuido el lugar que le damos a la danza. El proceso de nuestro proyecto es muy minimalista en el sentido de que solo empleamos dos proyectores, lo que permite un buen diálogo entre los puntos blancos y los bailarines”.

En cuanto a la música, Merzouki tuvo “la suerte” de trabajar con el gran artista Armand Amar, dedicado más bien a componer para el cine, quien aportó un hilo conductor, “la poesía que buscaba para este espectáculo. Cuando uno piensa en hip hop espera cierto tipo de ritmo, sin embargo curiosamente tenemos una música muy contemporánea”.

Merzouki se pregunta cómo irá a desarrollar el hip hop en los escenarios y cómo hacer que éste llegue a más jóvenes para que puedan evolucionar en sus trayectorias como bailarines y como seres humanos. “Veo lo que sucede en los barrios y trato de aportar una dimensión más institucional y artística a todos estos jóvenes para que puedan desarrollarse. Se habla de problemas en Francia con jóvenes producto de las inmigraciones. Soy uno de esos jóvenes, ya que mis padres llegaron desde el norte de África”.

JSL
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