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Nobel Alexievich, “asustada” por repunte del nacionalismo ruso

Alexievich
Nobel Alexievich,

“En los años 1990, cuando lanzamos la Perestroika, esperábamos que (la democracia) se aplicara rápidamente”, pero “fuimos románticos, ingenuos”, dijo Alexievich. Foto Afp

Por Afp

París. “Lo que más tememos es el nacionalismo ruso”, afirma en una entrevista la escritora bielorrusa Svetlana Alexievich, que en diciembre recibirá el Nobel de Literatura en Estocolmo.

La autora rusófona que da voz a los testigos ignorados de las grandes tragedias soviéticas, como la Segunda Guerra Mundial, el conflicto afgano o la catástrofe de Chernóbil, no siente ninguna nostalgia de esa época pero tampoco le satisface el presente.

En Bielorrusia, donde reside parte del año, “la gente me abraza, quiere hacerse fotos conmigo” desde que fue galardonada con el Nobel el 8 de octubre. Pero para el presidente Alexandre Lukashenko “todo sigue como antes”, lamenta la autora de “El fin del hombre rojo”.

“Lukashenko declaró en seguida que yo quería mancillar al pueblo ruso”, dice, con voz pausada.

Rusia y Bielorrusia, ¿están condenadas a vivir bajo un régimen autoritario tras haber sufrido casi un siglo de comunismo? “No se está avanzando muy rápido”, lamenta Alexievich, de 67 años.

“En los años 1990, cuando lanzamos la Perestroika, esperábamos que (la democracia) se aplicara rápidamente”, pero “fuimos románticos, ingenuos”. “El hombre no puede ser libre tan rápidamente. Estaba en un campo y al día siguiente es libre. ¡No! Entendimos que eso tomaría su tiempo. Tendrá lugar, pero no rápidamente”, prevé.

Entretanto, constata, el presidente ruso, Vladimir Putin, es adulado por una parte de la población rusa, sobre todo los jóvenes. Alexievich admite estar “asustada” por el “renacimiento del nacionalismo ruso”.

Las sanciones benefician a los dictadores

“Sabemos que todo nacionalismo lleva al fascismo. Es lo más peligroso. Y esperamos poderlo evitar. Pero es difícil prever acontecimientos”, afirma.

La autora de Voces de Chernóbil, un libro de testimonios sobrecogedores sobre la catástrofe de la central nuclear de Chernóbil, no está convencida de que la política de sanciones aplicada por los europeos desde la anexión de Crimea por parte de Moscú sea eficaz.

“Viajé por Siberia y luego por Bielorrusia. Y me quedé sorprendida por el efecto producido por las sanciones”, dice. “Por un lado, las sanciones golpean la economía y perjudican el poder de la dictadura. Pero por otro lado, ayudan a unir al pueblo. Crean la imagen del enemigo: Europa es el enemigo y Estados Unidos es el enemigo, y el resultado es que la nación se une alrededor de un líder, de un dictador”, subraya.

“No he encontrado respuesta sobre qué hay que hacer”, admite.

“Si Ucrania consigue levantarse y se convierte efectivamente en un país libre, entonces será el mejor argumento para la gente” hoy día cegada por el nacionalismo, confía.

Sobre su obra, Alexievich afirma que su vasto fresco soviético está terminado. La escritora dice haber iniciado un nuevo ciclo “consagrado al amor”.

Como los libros anteriores, se tratará de escuchar y transcribir centenares de testimonios anónimos. “Esto toma su tiempo”, afirma, sonriendo. Tarda entre siete y diez años para escribir cada obra. Su editor francés, Michel Parfenov, que la conoce desde hace tiempo, se sorprende aún ahora de la facilidad con la que puede hablar con la gente, que se confía a ella de una forma increíblemente íntima.

“Hay que librarse de la banalidad”, explica. “No me interesa escribir o escuchar lo que se puede leer en otros libros”.