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Se rebelan museos de EU contra planes de Trump

Dpa

Nueva York. La quinta planta del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) atesora sus joyas de la corona, entre ellas La noche estrellada de Vicent van Gogh, los Nenúfares de Claude Monet, Las señoritas de Aviñón de Pablo Picasso o La danza I”de Henri Matisse.

Hordas de visitantes recorren estas salas especialmente abarrotadas los fines de semana. Pero ahora, el corazón del museo está dedicado a las obras de artistas iraníes, iraquíes y sudaneses: toda una señal de protesta contra el veto impuesto por Donald Trump a la entrada de ciudadanos de países islámicos.

Uno de los lienzos lo firma la iraní Tala Madani. En él, dos hombres se miran de frente con el ceño fruncido. Su silencioso intercambio, aparentemente insignificante, cobra pronto tosquedad, tornándose violento. Lo que a primera vista extraña al observador se descubre rápidamente como una lucha de poder, una predisposición al combate en un mundo dominado por hombres.

Que el MoMA haya elegido la obra de Madani para su protesta contra el veto de Trump a los musulmanes no es casual. Al decidir mostrar un total de ocho obras firmadas por artistas iraníes, iraquíes y sudaneses, el museo más famoso de Estados Unidos planta cara al nuevo presidente. Y es que apenas pasaron siete días entre el decreto de Trump y la incorporación de las pinturas. “Manifiestamente impresionante”, apuntaba The New York Times.

“Esta obra procede de una artista de un país a cuyos ciudadanos se les ha prohibido entrar en Estados Unidos”, se lee en la descripción del lienzo. Debajo de éste se ve una obra de la fallecida arquitecta británica-iraquí Zaha Hadid y de Shirana Shahbazi, nacida en Teherán y actualmente residente en Zúrich. Al igual que siete de las ocho nuevas incorporaciones del museo, el grabado “[Composition-40-2011]” de Shahbazi, un intercambio entre superficie y profundidad, cuelga en las paredes de la quinta planta del museo. Por tiempo indefinido, como confirmó una portavoz.

El MoMA no es la primera institución cultural de peso que se rebela abiertamente contra Trump. James Cuno, director del Getty Center en Los Angeles, calificó el decreto como “poco inteligente, superfluo y destructivo”. Para la mayoría de directores de museos y comisarios, el arte no conoce fronteras y cualquier muro, cualquier prohibición, sólo pone límites a las colecciones.

Mientras tanto, también varios artistas han empezado a plantar cara a Trump. Y no se trata de cualquiera: la fotoartista Cindy Sherman, el escultor Richard Serra, la fotógrafa Louise Lawler o la pionera de la performance Joan Jonas, entre otros, se sumaron al movimiento J20 Art Strike. Su objetivo: boicotear la jura del cargo de Trump el pasado 20 de enero cerrando las puertas de museos, teatros y salas de conciertos. Algunas instituciones abrieron, pero la protesta va en aumento.

Trump apenas ha tenido tiempo hasta ahora para pelearse de verdad con el mundo de la cultura, o quizá le interese poco. Pero según el diario The Hill, tiene en el punto de mira la “National Endowment for the Arts” (NEA) y la “National Endowment for the Humanities” (NEH), dos fundaciones estatales para promover el arte y las humanidades. La NEA engloba proyectos jazzísticos, teatrales y operísticos y promueve el trabajo de escritores y artistas plásticos.

Si Trump y los republicanos comienzan a meter la tijera en los presupuestos, estas dos fundaciones podrían tener los días contados.

Aunque la NEA se lleva apenas un 0.003 por ciento del presupuesto, su final o un recorte tendría un enorme calado simbólico. Seguramente, no supondría el declive de la cultura, que en Estados Unidos se financia mayoritariamente de forma privada, pero la idea de Trump de “volver a hacer grande Estados Unidos” perdería una pieza importante.

En los próximos cuatro o incluso ocho años, la cultura podría replegarse como un caracol en su concha. Aunque al menos Richard Prince optó por una vía bien distinta: días antes de la toma de posesión de Trump, retiró la autoría a una de sus obras que dos años antes había vendido a la hija del nuevo presidente, Ivanka, y su marido, Jared Kushner. Los 36 mil dólares que se embolsó entonces los devolvió.