Federico Anaya Gallardo

Aun cuando Daniel Cosío Villegas (1898-1976) podría pasar por el intelectual chilango quinta-esencial, tanto sus Memorias (1976) como Una biografía intelectual publicada por Enrique Krauze en 1980 nos refieren sus raíces colimotas. Cuando Daniel tenía ocho años su padre (Miguel Atanasio Cosío Soberón, 1855-1921) recibió nombramiento federal como Jefe de la Oficina del Timbre en la capital de Colima. Así que hasta aquel confín de la República fueron a parar los Cosío. Vivieron allí cuatro años (1906-1910). Fue en Colima adonde Miguel le compró un caballo a Daniel: “…y me enseñó cómo se atendía, cómo se mantenía limpio, cómo se trababa una relación de amistad con la bestia, cómo se la manejaba, cierto orgullo de ser buen charro, una gente bien plantada que manejaba con destreza su caballo” (Biografía intelectual, p.13). Allí fue que los niños Cosío aprendieron a nadar, una destreza que sorprendió mucho a los toluqueños y chilangos que luego los conocieron.

He citado el recuerdo de don Daniel acerca de su caballo porque nos deja ver algo acerca de su entendimiento de la realidad. Las cosas, para ser bien entendidas, primero requieren ser atendidas. El humano debe cuidarlas, incluso establecer una relación de amistad con ellas. La destreza nace no sólo de la experticia, sino de la compenetración entre quien observa y la cosa observada. La primera parte de las Memorias de nuestro Cosío con una sola “s” nos muestran una ascensión (en altitud) de la costa a la montaña así como un ascenso en la complejidad social. En el camino de Colima a México don Daniel no olvidó las enseñanzas de su infancia. Si montando había aprendido a ser gente bien plantada, así se mostró cuando en 1914 (de quince años) se quedó en Toluca para presentar sus exámenes anuales en el Instituto Científico, pese a que los zapatistas habían ocupado la plaza. Y tan bien plantado era el muchacho que en sus Memorias nos regala un retrato interesante del general sureño Genovevo de la O a quien debió ir a pedirle un salvoconducto para viajar a la capital federal.

Pues resulta, lectora, que el otro Cossío (pero con doble “s”) del que quiero platicarte también es un chilango de raíz colimota. José Ramón Cossío Díaz nació en 1960 en la ciudad de México, pero también se trasplantó a Colima, adonde estudió derecho en la universidad estadual. Su camino de regreso a la capital federal también fue indirecto; pero mientras Cosío con una sólo “s” hizo escala en Toluca, Cossío con doble “s” recaló en Madrid –adonde estudió una maestría en el Centro de Estudios Constitucionales de la Presidencia del Gobierno. Su vocación por el Derecho Político es clara desde entonces. Su tesis en la Universidad de Colima se titula El control de la constitucionalidad de las leyes en México y en España presentó El Estado social y democrático de Derecho y los derechos prestacionales en la Constitución Española como trabajo de maestría (1987). Con el mismo tema, obtuvo el doctorado en la Universidad Complutense (1988). Esas cosas son con las que este Cossío con doble “s” se relacionaba: ideas constitucionales.

Luego de su retorno final a la ciudad de México, sin embargo, Cossío con doble “s” no se adscribió al sistema de universidades públicas –sino que entró como catedrático a una prestigiosa institución de educación superior privada: el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Allí llegaría a ser jefe del Departamento de Derecho entre 1995 y 2003.

Es difícil entender por qué este brillante egresado de la Universidad de Colima, interesado en el Derecho Constitucional y Político, aterrizó en una institución diminuta como es el ITAM. De acuerdo con ANUIES, en el ciclo escolar 2018-2019, esa institución sólo contaba con una sede (en la capital federal) y atendía a 5,728 estudiantes (apenas el 0.16% de la matrícula universitaria nacional). (Liga 1.) Parte de la respuesta está en la influencia desproporcionada que ejercían egresados y exdirectivos del ITAM en la clase política mexicana en los años 1990.

Entre 1982 y 1997 (quince años) el director general del Banco de México (BdeM) era Miguel Mancera Aguayo (n.1932) –economista con licenciatura por el ITAM y maestría de Yale. Mancera había sido nombrado por el presidente De la Madrid al inicio de su Administración (1982-1988) pero fue ratificado en el puesto por Salinas de Gortari (1988-1994). Entre las reformas constitucionales salinistas, destaca la que creó el BdeM como un organismo constitucional autónomo (OCA). Su Gobernador ya no sería designado por el Poder Ejecutivo Federal, sino por el Senado de la República a propuesta de la Presidencia. En abril de 1994, Salinas nominó al incumbent Mancera Aguayo y el Senado (dominado por el PRI) lo designó. Desde 1993, los periodos de servicio de la Junta de Gobierno del BdeM fueron mayores a seis años, de modo que el presidente Zedillo debió sostener al Gobernador Mancera. Mancera decidió retirarse al inicio de 1998, teniendo unos 65 años. Me he detenido en los detalles del BdeM como OCA para mostrarte, lectora, que el diseño de periodos trans-sexenales para entidades autónomas que impidiesen la “irresponsabilidad” del poder ejecutivo era una idea que se abrió paso en el gobierno federal desde 1982. Por eso Mancera Aguayo fue ratificado como director general en dos sexenios y luego convertido en el primer Gobernador del BdeM autónomo.

Otro ejemplo de la preponderancia social y cultural del ITAM es la trayectoria de Javier Beristain Iturbide (1944-2009). Recibió su grado como licenciado en Economía en 1966 y se desempeñó como docente en su alma mater. Fue Rector del ITAM entre 1972 y 1991 (19 años). Se retiró de ese puesto en 1991 para asumir la Secretaría de Planeación y Finanzas del Distrito Federal en la segunda parte del sexenio de Salinas, bajo la regencia de Manuel Camacho Solís en el DDF (1991-1993). Funcionario transexenal como Mancera Aguayo, siguió al frente de las finanzas capitalinas tres años más (1993-1997) hasta que los chilangos pudimos elegir a nuestro primer gobernador, Cuauhtémoc Cárdenas. Beristain siguió en la Administración Pública: entre 1998 y 2008 fue director general de la Afore XXI (ligada al IMSS) durante la transición presidencial del PRI al PAN de Vicente Fox. A principios de 2005 tuve oportunidad de conversar con él en un evento de la Junta de Asistencia Privada del Distrito Federal, pues María Elena Juárez, su cónyuge, había sido designada presidenta de ese organismo. Me sorprendió su sincera militancia neoliberal.

Así las cosas, la career choice del doctor Cossío (con doble “s”) al terminar sus estudios de posgrado en España era eficaz y eficiente. El ITAM, a través de sus egresados y funcionariado universitario dominaban no sólo en las empresas privadas que habían apoyado el proyecto educativo de Bailleres, sino importantes ramas de la Administración Pública. (Para no aburrirte, no mencioné a Pedro Aspe, querida lectora.) Lo anterior era una opción legítima y razonable del doctor Cossío; pero a nosotros nos muestra cómo –pese a lo minúsculo de la base social del ITAM, su red de contactos e influencia colonizó el espacio público mexicano.

Sin embargo, a los neoliberales se les podía señalar lo que Unamuno espetó a los fascistas triunfadores en España: Podréis vencer, pero no convencer. Conscientes de lo anterior, las autoridades académicas del ITAM procuraron abrir sus aulas a disciplinas que nunca antes habían estado en su horizonte –como el Derecho. Los intereses constitucionalistas de Cossío eran de vanguardia y aportaban mucho al claustro itamita. El Departamento de Derecho que recibió a José Ramón Cossío Díaz en la década de los 1990 incluía también a José Roldán Xopa, licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Puebla (1985) y luego doctor por la UNAM. En ese departamento estudió abogacía Ana Laura Magaloni Kerpel (n.1968, graduada en 1991) y allí se generaron parte de los debates que llevaron a Magaloni a proponer un nuevo tipo de carrera de Derecho en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) en 2000. Roldán y Cossío impulsaron en el ITAM temas relevantes, como la transparencia de la información pública, la pluralidad en la regulación de las telecomunicaciones y la necesidad de clínicas jurídicas de interés público.

La red de contactos académicos que he descrito es la base concreta de la postulación para ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que hizo en 2003 el presidente Fox al Senado. Cossío con doble “s” era parte de la terna de la que debía surgir el substituto de José Vicente Aguinaco Alemán (1919-2007) de quien ya te hablé en este espacio. (Liga 2.) Acompañaron a Cossío, en la terna, Teresa Isabel Martínez Mercado y Teresita de Jesús Rendón. El sillón Aguinaco podía considerarse del sector privado, puesto que don Vicente había sido en 1982, junto con Sánchez Medal, el abogado patrono de los banqueros que se opusieron a la expropiación bancaria de López Portillo. Como ministro presidente de la SCJN, Aguinaco había apoyado la resolución que permitió el anatocismo.

Pese a ello, la postulación de Cossío con doble “s” no fue mal recibida a izquierdas. La crónica de los debates senatoriales por Andrea Becerril y Jesús Aranda para La Jornada, publicada el viernes 28 noviembre de 2003 (Liga 3) nos dice que luego de oír a los candidatos “el ganador indiscutible era José Ramón Cossío –quien obtuvo 84 votos” de los 92 presentes (ojo: faltaron 36 senadores y senadoras). En su presentación Cossío con doble “s” propuso “que se transparente la actuación de la Suprema Corte y [que] se impulse una relación de apertura con la sociedad, ya que ‘en la medida en que no escuche’ las críticas que se formulen desde las esferas políticas, académicas y medios de comunicación, el máximo tribunal ‘terminará por cerrarse en sus propias decisiones e impedirá que todos intervengamos, de algún modo, en la construcción de nuestra justicia constitucional’.” ¡Magnífico, sin duda!

El paso de Cossío con doble “s” por el máximo tribunal (2003-2018) trajo aire fresco. En lo formal, impulsó un modelo de resoluciones más legible y un estilo de argumentación más comprensible. Pero sus votos no terminaron de satisfacer a la izquierda. Finalmente se opuso a responsabilizar a los altos funcionarios ejecutivos en casos graves (Guardería ABC y Atenco). En el Caso Cassez no admitió darle consecuencias generales al efecto corruptor de las actuaciones policiales y propuso que se concediese amparo para efectos –lo que habría implicado que la amparista continuase en prisión más años. Dos casos demuestran que –pese a sus innovaciones y originalidad argumentativa– Cossío con doble “s” era un heredero funcional de Aguinaco: en el Caso de la Ley Televisa se debió excusar por la liga que había tenido con la redacción del texto impugnado de inconstitucionalidad; en el Caso Eólica Sur, en lugar de centrarse en las violaciones del derecho a consulta previa a los pueblos indígenas, el ministro aprovechó para dilucidar cómo es que esa consulta debería realizarse… en el futuro.

Lo último podría indicar un patrón. ¿El origen académico de Cossío con doble “s” lo empujaba al debate teórico y le alejaba de la protección específica a los derechos? Muchas de sus sentencias proveyeron protección efectiva, por supuesto. Pero la salida Cossío a los Casos ABC, Atenco y Eólica Sur fue “aprender del caso” y no sancionar a los responsables del mismo. Lo anterior, por supuesto, es funcional a los funcionarios (ABC y Atenco) y a los grupos sociales (Eólica Sur) que abusaron de su poder.

En 2019, cuando la senadora emecista Patricia Mercado estaba impulsando en la cámara alta una Ley General de Movilidad, uno de los invitados a analizar la propuesta fue el ya retirado ministro Cossío. Yo estaba presente. Me sorprendió agradablemente su exposición acerca de lo que significa “Ley General” en un sistema federal. Ayudó mucho, porque la norma propuesta incidía en atribuciones federales, estaduales y municipales. Pero fue muy decepcionante oír a Cossío con doble “s” advertirnos a todos los presentes que la industria automotriz seguramente se iba a ir a tribunales y, también seguramente, iba a ganar los amparos contra la ley propuesta.

¿El espíritu empresarial del Sillón Aguinaco de la Corte se impuso finalmente o estamos más bien ante un posicionamiento congruente con el campo social en el que se forjó el abogado Cossío? Los posicionamientos de Cossío con doble “s” en la arena política, desde 2019, nos indican una notable lealtad de clase.

Cossío con doble “s” ha regresado a la Academia como parte de El Colegio de México –esa institución pública fundada por el otro Cosío el de una sola “s”. ¿Qué hace allí y cómo se articula con los intereses de clase que ha decidido representar? Esa es otra historia y deberá ser contada en otra ocasión.

agallardof@hotmail.com

Ligas usadas en este texto:

Liga 1:
http://www.anuies.mx/anuies/instituciones-de-educacion-superior/

Liga 2:
https://julioastillero.com/reforma-judicialmiremos-quien-juzga-y-para-quien-juzga-autor-federico-anaya-gallardo/

Liga 3:
https://www.jornada.com.mx/2003/11/28/043n1soc.php

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