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Impondrá el GP de México récord de asistencia en F-1

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El piloto mexicano Sergio Pérez, de la escudería Sahara Force India, durante la sesión de clasificación del Gran Premio de México. Foto Xinhua

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El piloto mexicano Sergio Pérez, de la escudería Sahara Force India, durante la sesión de clasificación del Gran Premio de México. Foto Xinhua

Por Rocío González, Gabriela Romero y Abril del Río

Con boletos que llegaron a costar 80 mil pesos, y algunos cotizados en dólares, vivir la experiencia del Gran Premio de México de la Fórmula 1 en el autódromo Hermanos Rodríguez significó para muchos de los aficionados sacrificar sus vacaciones del año, aplicar el clásico tarjetazo o utilizar la tanda para solventar los gastos de la adquisición de los boletos, el viaje en avión y el hospedaje en la ciudad de México.

Sin posibilidades de llegar en helicóptero o en sus propios vehículos escoltados con guaruras, con paso franco en el recinto deportivo, como llegó un selecto grupo de asistentes, la mayoría optó por arribar en Metro o en algunos de los camiones dispuestos por el gobierno capitalino con costo de 15 pesos por persona.

Afuera de las tribunas, algunos se disputaban un pedazo de escalón en un puente peatonal en la calle de Añil, para apreciar desde lejos un cachito de la resbaladiza pista de 4.3 kilómetros por donde circularon los pilotos más rápidos del mundo.

Las ganancias por el consumo de alimentos, bebidas y souvenirs de los más de 110 mil espectadores que arribaron a la competencia fueron exclusivas para los organizadores de la Fórmula 1, pues ni en los accesos ni en los alrededores del autódromo se permitió la presencia de vendedores, salvo algunos aventurados que ofrecían gorras a 100 pesos e impermeables a 20, mientras a un costado del recinto un grupo de jóvenes habilitó una tienda de artículos con sus propios diseños en el garaje de una vivienda.

Los aficionados de Satélite, Huixquilucan, Naucalpan o Toluca, entre otros sitios, optaron por dejar sus vehículos en alguno de los estacionamientos remotos que se fijaron en la Expo Bancomer de Santa Fe, la pista olímpica de Cuemanco, el Auditorio Nacional, el estadio Azteca, y la Alberca Olímpica Francisco Márquez, para trasladarse en los camiones especiales directo a la Ciudad Deportiva.

Iván Nieto, supervisor del Corredor Revolución, comentó que de 8 a 10:30 horas se registró la mayor afluencia de pasajeros, por lo que las unidades salían cada 5 minutos y posteriormente cada 10.

Alrededor de las 9:15, el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, se trasladó al autódromo en Metro para supervisar los operativos de movilidad, seguridad y protección civil aplicados con motivo de la carrera.

Mancera se instaló en una de las suites que dan a la recta frente a los pits. Estos espacios, contratados en su mayoría por los corporativos, tienen capacidad para 20 personas; en algunos el personal se turnó durante los tres días para que todos pudieran asistir, confió un trabajador de una de las 30 empresas asociadas a la inversión del Gran Premio: el viernes les tocó a empleados de menor rango, el sábado a ejecutivos y los directores presenciarán la carrera hoy.

Para los aficionados en el sector frente a los pits y los de las tribunas hay con simuladores de la F-1 y conciertos de grupos de jazz, colocados en zonas verdes del reconstruido autódromo.

En las competencias del Gran Circo ya no participan las edecanes voluptuosas que posaban para las fotos al tiempo que promocionaban marcas y productos.

Como en el resto de las carreras de F-1 un grupo de concursantes de belleza, ataviadas con vestidos de seda, fueron seleccionadas para tomar parte en algunas actividades en la zona de la parrilla de salida y en el camino de los pilotos hacia el podio.

Los aficionados de mayor privilegio son los ocupantes de las suites en el edificio que da a la pista y al mismo tiempo al paddock, desde donde se aprecia el movimiento de los equipos y el paso de pilotos.

Muchos en las suites son invitados: políticos, celebridades y empresarios que han entrado al negocio de la F-1, que vuelve a México este año y se realizará cuatro más.

Organizadores, equipos y especialistas se han impresionado con la asistencia multitudinaria de aficionados al autódromo.

Aunque se viven tiempos de crisis, las entradas –cuyos precios van de 5 mil a más de 80 mil pesos, de acuerdo con la zona– se vendieron en su totalidad.

Tras un viernes con un lleno de 90 por ciento –inusual en los grandes premios en general–, ayer casi se cubrieron totalmente las tribunas disponibles para 110 mil personas, y para hoy domingo se espera que la asistencia imponga un récord en la temporada de la F-1.

Al gasto del boletaje, se suman los altos costos de alimentos y bebidas y de los artículos distintivos de los equipos. Una gorra de Checo Pérez (500 pesos) es lo más económico en los pabellones; otras cuestan mil, mismo precio de la camiseta mas económica, mientras las chamarras se cotizan entre 4 y 5 mil pesos.

No obstante, el graderío luce uniformado con ropa de las escuderías y marcas que envuelven al deporte motor y, como sucede en todo el mundo, en la pista mexicana imperó el rojo de Ferrari de fondo a las banderas mexicanas que ondean para celebrar el suceso.

Remiten a 48 revendedores

Por la tarde, la Secretaría de Seguridad Pública del DF informó que 48 personas fueron detenidas en las inmediaciones del autódromo y remitidas al juez cívico por revender boletos y otras tres por faltas administrativas.