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Entre las urnas, voces y votos / Víctor Flores Olea

El candidato republicano Donald Trump, durante un acto de campaña ayer en Iowa. Foto Reuters

Por Víctor Flores Olea

No ha resultado tan buena experiencia tratar de seguir los primeros encuentros de las elecciones estadunidenses con una relectura parsimoniosa de Rayuela de Julio Cortázar, ese extraordinario, genial, libro latinoamericano que se sitúa sin duda entre los más altos de la creación literaria nuestra, sin vacilación entre los más altos de las letras en español y de los más escogidos entre la selección literaria mundial de cualquier tiempo e idioma.

¿Afinidades? Ninguna, salvo cuando Cortázar nos dice en la novela que las torres se mueven como caballos, los caballos como alfiles y los peones como reinas. Y cuando el caos ordenado de Rayuela se contrapone al caos que parecen ser los inicios de la elección presidencial de Estados Unidos (que tendrá lugar hasta finales del 2017). Desde luego la civilización entre ellos parece claramente del lado demócrata, es decir, las buenas maneras y la educación, mientras que del lado republicano al carácter que puede ser brutal y prepotente lo han ido ganando con creces los republicanos, encabezados de calle, como todo el mundo sabe, por ese dechado de estupideces que se llama Donald Trump, que muchos esperamos no llegue pero que está lejos de ser eliminado de la carrera, estando el voto en manos de esa nueva ciudadanía con tantas virtudes pero también con tanta estupidez a cuestas.

Esperemos que prevalezca una mínima moralia y que los Estados Unidos no se metan entre los cascos y relinchos de un nuevo animal llamado Trump, porque además la insensatez tendría repercusiones generales, funestas, prácticamente en todos los países del orbe, más pronto que tarde. Pero no se crea que evitando a Trump todo está resuelto, ni mucho menos: la situación es tan grave que, entre los republicanos, el más educado y apto parece ser Jeb Bush, sí, el de Florida, sí, el hermano menos de Georg B., ¡imagínenlo ustedes!

Por el lado demócrata las cosas parecen mucho más en regla, encabezado el orden (¡un orden bastante estirado y rancio, por cierto!), por la nueva gordita que es Hillary Clinton, gordita naturalmente de la cintura para abajo (¡pero eso es una cintura!). Con grandes posibilidades en el partido demócrata, no sólo por el marido, sino por el aparato en su conjunto de ese partido.

La novedad radical, y para muchos atractiva, parece radicar en Bernie Sanders, gobernador de Vernon. Hasta cierto punto extraño porque en ese ambiente un poco enloquecido se ha declarado Sanders “demócrata socialista”, llenando un hueco que faltaba en la baraja (¿en la Rayuela?) de la elección. ¿Pero en efecto Sanders es un “socialista”? Más allá de las definiciones escolares o de escritorio Sanders está sin duda a la izquierda de todos sus colegas candidatos del Partido Demócrata, según declaraciones suyas y según las respuestas que ha dado a preguntas que se le han hecho por periodistas y otros políticos. Por supuesto que en ese ambiente resulta de clara izquierda frente a sus adversarios candidatos, y yo esperaría francamente que triunfe, si no fuera por otras razones simplemente para observar cómo sería ese experimento en el corazón de la gran potencia mundial y cabeza del capitalismo.

Por supuesto que Sanders ha hablado muchas veces y repetido la inadmisibilidad de que la riqueza, en Estados Unidos y en el mundo, esté en manos del 1% de los superprivilegiados y el sobrante se distribuya muy inequitativamente entre el resto de los menos favorecidos, hasta llegar a una mayoría a la que prácticamente no le queda nada de la distribución, y mucho menos de una distribución equitativa. ¡Terminar con esa concentración de riqueza y privilegios!, han sido las divisas de la campaña de Bernie Sanders. ¿Será cierto? ¿O en caso de ganar rápidamente recogería velas y se echaría para atrás? No lo sabemos.

Pero el hecho es que el más viejo, en edad, de todos los candidatos, parece haber conquistado sobre todo la simpatía y buena voluntad del electorado más joven en Estados Unidos. Pero eso ¿es verdad? ¿Y podrán resistir en esa posición a través de los largos meses que aun faltan par la elección presidencial (además ¿cuán será la voz del conjunto de Estados de la Unión?) Todavía otra cuestión a propósito de Sanders, y que es precisamente su edad (desde luego, en el mejor de los casos parecería un candidato para un solo término, haciendo casi imposible su eventual reelección para un segundo período, precisamente por motivo de la edad).

Falta pues mucho por saber (¿por adivinar?), pero sí puede insistirse en que las cabezas más civilizadas del conjunto parecen estar desde luego sobre los hombros de Bernie Sanders (+) y de Hillary Clinton (-), y también de que se trata de un azar “controlado” por los oligarcas y por los poderes políticos de todo tipo (los “centrales” pero también, desde luego, por quienes controlan la política de los partidos).

En este ajedrez con tantas imprecisiones e improvisaciones resulta seguramente pretencioso y hasta grotesco fijar posturas (además allá importan un bledo, ¿aquí también?),

Pero nos hemos atrevido a hacerlo de todos modos por la importancia que una elección en Estados Unidos tiene para nosotros y para el mundo entero.