Nueva York. La implosión republicana está generando alivio y hasta pronósticos de un triunfo abrumador de los demócratas, pero algunos opositores a Donald Trump advierten que es muy peligroso cantar victoria mientras permanece la amenaza del populista de derecha.
A pesar de que varios expertos y modelos de pronóstico están otorgando desde ahora el triunfo a Hillary Clinton sobre Donald Trump por sus tropiezos desastrosos en estos últimos 10 días, y que el propio candidato republicano en un comentario inusualmente franco reconoció que las encuestas y tendencias en el campo electoral indican que está enfrentando un panorama cada vez más difícil, los demócratas aún no logran enterrar a su contrincante por varias razones, pero las principales son el hartazgo popular con las cúpulas y el nivel histórico de impopularidad y desconfianza de su abanderada.
“No piensen por un segundo que esta elección ya se acabó” advierte el documentalista y activista Michael Moore, señalando que no sólo faltan tres largos meses, sino que los que piensan que ya pueden confiar en que Trump seguirá auto derrotándose “están jugando con fuego”.
Argumenta que la mentalidad necesaria para derrotar a Trump es imaginar que todos sus opositores “estamos en la Resistencia Francesa” y que “ahí vienen los alemanes”, porque “nuestro fascista ahí viene”.
Moore dice que obviamente una gran mayoría prefiere a Clinton sobre Trump “en esta competencia entre quién es el que menos disgusta”, pero todo depende de cuántos se presenten físicamente a las casillas el 8 de noviembre. Señalando que muchísima gente ya no cree en el sistema político porque saben que es bullshit, que una mitad del electorado suele no participar ante las urnas, mientras que la tasa de aprobación de Clinton es de sólo un 36 por ciento, es urgente buscar todas las maneras para promover el voto de los desilusionados. Concluye: “no convoquen reuniones. Tomen acción. Usen el humor… Interrumpan. Piensen de manera creativa y subversiva…. Derroten a Trump. Porque, vean, no tenemos opciones. Estamos en la Resistencia contra Trump”.
Por su parte, el Partido Republicano está alarmado de que Trump podría no solo llevarlos a la derrota para la Casa Blanca, sino poner en riesgo las mayorías que ahora goza en ambas cámaras del Congreso. Esto ha llevado a una expresión disidente -y hasta de deserción- sin precedente que podría llegar a tal nivel que, según algunos observadores, podría hasta destruir el partido.
Hoy se realizó una reunión de emergencia en Orlando, Florida (aunque no en el mundo de fantasía de DisneyWorld), entre la dirigencia nacional del partido, encabezada por Reince Priebus y los encargados de la campaña de Trump en lo que se interpretó como tal vez un último intento para buscar cómo rescatar su candidatura como también al propio partido del desastre político que se está pronosticando.
Pero ha habido reuniones previas para objetivos similares donde una y otra vez se asegura que Trump ya entendió que tiene que ser más “presidenciable” y seguir, literalmente, “el guión” para evitar sus aparentemente inevitables exabruptos. Esta semana el candidato dijo que él seguirá haciendo lo mismo, y que si no funciona, se “tomará una larga, larga vacación” después de las elecciones.
El otro peligro
Aún si no gana Trump, la ola de odio racista y antimigrante que ha desatado junto con su retórica violenta inflamable genera preocupaciones sobre la incitación de violencia entre sus filas, sobre todo entre las agrupaciones militantes ultraderechistas.
Organizaciones dedicadas al monitoreo de los grupos de odio, defensores de derechos de inmigrantes y de libertades civiles han advertido a lo largo del último año de un incremento dramático en actividad y delitos de agrupaciones militantes derechistas, muchas de las cuales simpatizan y apoyan la campaña de Trump. Integrantes ligados con el Ku Klux Klan, milicias, grupos antimigrantes y neonazis abiertamente han expresado su apoyo al candidato (para mayor información ver, en inglés: https://www.splcenter.org/fighting-hate/intelligence- report/2016/hate-race).
La retórica violenta de estos “grupos de odio” no es nada nuevo, pero expertos señalan que la campaña de Trump, al incitar expresiones de violencia contra sus opositores como el presidente Barack Obama (a quien se refiere con el nombre completo, Barack Hussein Obama, para nutrir a los extremistas que insisten en que el presidente es un musulmán encubierto) y Clinton (donde en sus mítines hay coros constantes de “encarcelen a Hillary” y hasta gritos de que sea “fusilada” por traición) está generando una mezcla potencialmente letal. Varios de estos grupos hablan de “guerra civil” armada en el caso de que Clinton sea electa.
Muchos advierten que en cualquier momento, en este clima propiciado por Trump, puede haber un acto de violencia, lo cual a la vez podría generar aún mayor caos en esta contienda electoral.
El New York Times, en un editorial, opinó que Trump sabe que está perdiendo, pero que su comportamiento esta semana genera un “escenario preocupante” de que “tal vez se ha dado por vencido en ganar por medios civiles y no le importan las consecuencias de su campaña de incitación”.
Millonaria vs. multimillonario
Mientras tanto, en una maniobra política, Clinton divulgó sus documentos tributarios revelando que “el producto de clase media”, como se definió ayer, es hoy parte de una pareja millonaria (junto con su esposo Bill) con un ingreso el año pasado de aproximadamente 10.7 millones y pagó como 3.6 millones en impuestos. Trump hasta la fecha ha rehusado presentar los suyos pero insiste en que no tiene nada que ocultar (aunque algunos analistas sospechan que el multimillonario probablemente ha pagado cerca de cero en impuestos).
Gran parte del ingreso es de honorarios por discursos ante diversas empresas, incluyendo bancos y otras entidades de Wall Street. El pago por discurso fue de 225 mil dólares.