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Los túneles secretos del Estado Islámico en Mosul

El Estado Islámico tiene túneles por toda la ciudad de Mosul y por los pueblos limítrofes. Foto Dpa

Dpa

Ba’ashika. La guerra contra los yihadistas del Estado Islámico (EI) está viviendo en Mosul su batalla más crucial. La reconquista por parte del ejército iraquí de la capital de facto del califato sería un duro golpe contra la maquinaria propagandística de los acólitos de Abu Bakr Al Bagdadi, líder del EI.

Pero lo que se vaticinaba como una victoria rápida, en palabras del primer ministro iraquí, Haider Al Abadi, se ha convertido en una guerra farragosa de frentes enquistados, de futuro incierto y donde los islamitas han mostrado una resistencia feroz que no entraba en los planes previstos por Bagdad.

Los soldados iraquíes, apoyados por la aviación de la coalición internacional liderada por Estados Unidos, han tardado cerca de tres meses en conseguir liberar el este de la ciudad de Mosul de manos de los insurgentes.

El siguiente paso es cruzar el río Tigris, que separa la ciudad nueva de la ciudad vieja, en poder de los milicianos del Estado Islámico. Y para ello tendrán que enfrentarse a unos islamistas que no tienen absolutamente nada que perder, ya que se han visto superados en número, están cansados de combatir y se han tenido que replegar al verse duramente castigados por la artillería iraquí y la aviación norteamericana.

Pero en este contexto de guerra asimétrica los yihadistas han encontrado un arma tan poderosa como sorprendente, para dificultar la victoria de los soldados iraquíes: los túneles.

“El Estado Islámico tiene túneles por toda la ciudad de Mosul y por los pueblos limítrofes. Durante años los ha estado escavando para poder usarlos en su propia defensa. Los yihadistas pueden pasar días, e incluso semanas, escondidos en el subsuelo. Y en el momento preciso aparecen de la nada provistos de lanzacohetes, misiles antitanque o cinturones bomba hostigando a nuestras tropas”, afirma a dpa el coronel Salah Mohammad.

“Lograremos liberar Mosul en no menos de seis u ocho meses. Es una guerra que nos costará ganar”, sentencia el uniformado encargado de uno de los frentes de combate contra el Estado Islámico en el área de Hawiya, donde aún quedan más de 1.000 combatientes del EI.

“En su mayoría son chechenos, marroquíes, argelinos y tunecinos. Todos dispuestos a morir matando. Los tenemos rodeados pero no se entregaran. Se han quedado para luchar hasta la muerte”, agrega.

La ciudad de Ba’ashika, liberada por las tropas peshmergas el pasado 27 de octubre, esconde en el subsuelo una interminable red de túneles y pasadizos que fueron usados por los yihadistas durante meses para hostigar a las tropas kurdas e iraquíes.

“Hemos encontrado media docena de túneles en la ciudad y en los alrededores pero debe haber muchos más”, afirma a dpa el sargento Hasim Yusuf. “Creemos que los terroristas tenían centenares de esclavos trabajando para ellos en la construcción de estas redes subterráneas. Todos los túneles están excavados a mano. Los yihadistas no tenían tiempo para trabajar en este tipo de cosas y a la vez combatir contra nosotros”, sentencia el oficial peshmerga.

La táctica empleada por los yihadistas no es nueva. A mediados de los años 60 el Vietcong, la guerrilla vietnamita que combatía contra las tropas norteamericanas, llegó a construir una red de túneles de 200 kilómetros de longitud en la localidad de Cu Chi cerca de la ciudad de Ho Chi Minh.

En la franja de Gaza, los milicianos de Hamas escavaron galerías para poder introducir munición y armas en el interior de Gaza, saltándose el bloqueo de Israel. En Afganistán, durante la guerra contra la Unión Soviética (1978-1992), los muyahidines usaron una amplia red de túneles para transportar agua a los combatientes, entre otras cosas.

Las montañas de la ciudad de Ba’ashika son un enorme queso gruyer. Galerías subterráneas atraviesan las lomas de un lado a otro. “Los francotiradores del EI usaban estos túneles para poder llegar hasta una posición elevada desde donde disparaban contra nosotros sin que pudiésemos verlos. Es una estrategia muy inteligente”, comenta el soldado Yusuf mientras guía por la red de túneles.

Oscuridad total. Sensación de claustrofobia. Calor provocado por la humedad. Paquetes de comida esparcidos por el suelo, azúcar, té, medicinas, libros para poder rezar correctamente, una nevera para refrigerar los alimentos y hasta un mando a distancia de un televisor. “Los yihadistas podían pasar semanas, e incluso meses, confinados en el interior de los túneles esperando para abrir fuego contra nuestras posiciones o para estar resguardados durante los bombardeos”, afirma Yusuf.

‘Abu Harez, Abu Obeida y Abu Ahmad 25 de octubre de 2016. Estamos rodeados. Gracias a Alá’ se puede leer en las paredes de la antigua habitación ocupada por tres yihadistas del Estado Islámico que presentaron batalla, hasta el final, a las tropas peshmergas.

“¿Por qué están temblando? ¡Respondan!”, exige un soldado de la milicia cristiana en la ciudad de Qaraqosh mientras agarra la cabeza de un hombre maniatado y con los ojos vendados que está sentado en la parte trasera de un pick-up. “¡Son del EI!¡Son terroristas!”, exclama otro soldado golpeando, sin ningún miramiento, a los cuatro detenidos.

“Los hemos detenido mientras huían por uno de los túneles que tiene el EI en la ciudad de Mosul. Querían escapar para posteriormente hacerse pasar por civiles”, relata un oficial iraquí a dpa. Los cuatro aguantan con estoicismo los insultos y las agresiones de los soldados mientras tratan de explicarse. “Yo soy un civil. No estoy con el EI. Todo el mundo lo sabe. Soy un civil. Se han equivocado conmigo”, grita el hombre.

“¿Entonces qué hacías en el túnel? ¡Vamos, dime!”, le responde un soldado. “Se han cortado la barba y el pelo. Las marcas son recientes. Tienen trasquilones en el cabello y cortes en el rostro. Estaban rodeados por nuestros hombres y han decidido hacerse pasar por civiles”, sentencia otro soldado.

“Hay muchos civiles colaborando con el Estado Islámico. Les pasan información sobre nuestras posiciones y les ayudan a escapar hacia la retaguardia, desde donde se rearman para atacarnos en atentados suicidas”, esgrime el coronel Salah Mohammad. “Nadie, en su sano juicio, se metería en los túneles usados por el EI para escapar de la ciudad salvo si son yihadistas. Ellos son los únicos que saben dónde se encuentran esas vías de escape”, sentencia.