Por Armando G. Tejeda, corresponsal
Madrid. Un centenar de días después de las elecciones generales del pasado 20 de diciembre, el líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pedro Sánchez, y el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, retomaron las negociaciones de cara a formar un nuevo gobierno, que sustituya al presidido y en funciones del derechista Mariano Rajoy. A diferencia de su última reunión bilateral, el encuentro de hoy no terminó en un fracaso estrepitoso y se mantiene abierta la mesa de negociación, si bien ambos reconocieron que todavía queda un trecho muy largo por recorrer antes de alcanzar un acuerdo.
El candidato del PSOE tiene todavía cinco semanas para ultimar un acuerdo de gobierno que le permite ser investido presidente del gobierno, pero la aritmética parlamentaria sigue siendo muy compleja para alcanzar una mayoría suficiente. Los resultados electorales arrojaron una distribución de las fuerzas muy dispar y en cuatro grandes bloques, con lo que España pasó de ser un país bipartidista a tener cuatro grandes partidos en el reparto de poder. El derechista Partido Popular (PP), el más votado, tiene 122 escaños; el PSOE, 95; Podemos, 65; y Ciudadanos, 40.
Sánchez insistió hoy, tras su encuentro de dos horas con Iglesias, que la base de un futuro gobierno “del cambio” será el acuerdo programático, basado en 200 medidas urgentes, firmado con la formación de centro-derecha de Ciudadanos. Y que a partir de ahí se deberán sumar el resto de partidos, sobre todo Podemos, que con su respaldo tendrían 199 diputados a favor de esta formula, lo que da una amplía mayoría absoluta.
Iglesias cambió radicalmente de estrategia y ahora en lugar de exigir condiciones imposibles de asumir para el PSOE, advirtió que Podemos se sentaría a dialogar en una mesa a tres con PSOE y Ciudadanos, algo que hasta hoy se había negado tajantemente, pues había vetado de cualquier negociación a la formación liderada por Albert Sánchez, a los que acusó de ser la “marca blanca del PP”. Además señaló que si su presencia en el gobierno es un problema para alcanzar el acuerdo, entonces que no tendría ningún problema en no ser nombrado vicepresidente, tal y como reclamó en su día cuando se abrieron las negociaciones.
Sánchez negó que en su partido se haya vetado a Iglesias ni a nadie para un futuro gobierno. “Él mismo se propuso en su día como vicepresidente, y ahora él se excluye solo”. El líder socialista sí reconoció que “con todas las cautelas, hoy estamos más cerca de un gobierno del cambio que de unas nuevas elecciones”.
Si no hay acuerdo en cinco semanas, la legislación española obliga a convocar a nuevas elecciones, que se llevarían a cabo a finales de junio.