
Hace algunos días (desde el 1 de marzo) algunas personas cometieron el acto antisocial de pintar con grafiti el Edificio Ipiña. Al momento de escribir estas líneas, las columnas de Av. Carranza en dirección a Plaza de Armas del palacio se mantienen aun pintarrajeadas, sin que al parecer ninguna autoridad se haya tomado la molestia de al menos tratar de limpiar la cantera de las columnas rayadas de manera criminal, o por lo menos de mejorar la iluminación y vigilancia por las madrugadas de ese céntrico sector de nuestra ciudad.
Sostengo que el descuido de este edificio, aunque la mayoría de sus partes la posean particulares que tienen negocios en el mismo, es una vergonzosa muestra de irresponsabilidad de las autoridades locales ante el problema de no hacer nada ante el deterioro constante del patrimonio tangible del centro histórico de nuestra ciudad. El que este edificio y el entorno que ocupa sufra actos vandálicos con toda impunidad es además una pésima imagen ante los turistas nacionales e internacionales que visitan nuestra ciudad.
Hace algunos meses en otro artículo de este medio digital (https://lajornadasanluis.com.mx/opinion/cuando-se-piensa-rescatar-el-potencial-del-centro-historico-de-slp/) se planteó la necesidad de que las autoridades locales tomaran cartas en el asunto para emprender el rescate de este edificio. Se propusieron también algunas ideas para revitalizar su espacio y transformarlo en un potencial espacio comercial, turístico y cultural, pues tiene el espacio suficiente para que sea aprovechado y bien se convierta en el banderazo de arranque de la recuperación del descuidado centro histórico de nuestra ciudad. Además hay maneras y posibilidades de que esta restauración y revitalización del espacio público que representa el Ipiña se rescate con la iniciativa del capital privado y las gestiones públicas.
El descuido irresponsable de este patrimonio tangible, es muestra de una política local de cultura insuficiente. Y que hace que en razón de esto el centro histórico sea vulnerable en varios frentes. Pues por un lado son algunos habitantes de la ciudad que al tener conductas antisociales vandalizan con facilidad edificios del centro histórico ante la débil seguridad de este. Y aunado a esto, la inacción de la autoridad que no se toma la molestia siquiera de replantear sus estrategias de seguridad en este sector de la ciudad, y mucho menos de política cultural y de protección al patrimonio; son sin duda una pésima combinación que de no cambiar estas condiciones solo provocará que el Ipiña y los demás edificios patrimoniales vulnerables se desmoronen más rápido sin que a nadie le importe.
Este es un serio problema, pues además de ser visible la inacción de los gobiernos locales al respecto, nos exhibe como una sociedad que no respeta la herencia cultural de nuestra comunidad y la riqueza local histórica, esencia de todo patrimonio cultural. Asimismo este conjunto de pasividades de los gobiernos al respecto, demuestra que no cuentan con una visión a largo plazo para generar oportunidades de desarrollo turístico, comercial y cultural en nuestra región. Y que están más bien preocupados en los cálculos políticos de menor alcance que en agregar mayor valor público e infraestructura de calidad a nuestro centro histórico.
No es un asunto de menor importancia observar como el potencial de nuestro centro histórico no importa como prioridad de gobierno. Y una forma óptima de preservar ese patrimonio tangible vulnerado y en constante estado de vulnerabilidad, pasa primero por tener la suficiente voluntad política para emprender con seriedad su rescate y revitalizar los espacios que ocupan para el disfrute de los potosinos y nuestros visitantes. Aquel gobierno local (sea el municipal o el estatal) que tome en serio este reto y demuestre con acciones que rescatará el centro histórico y el Ipiña de su abandono irresponsable, naturalmente reforzará su imagen y legitimidad, son bonos que hasta ahora están desperdiciando estos dos gobiernos.
Hasta ahora el Ipiña que a nadie importa es una muestra de que algo anda mal en los que toman decisiones locales. Pues su deterioro y con él también el del centro es un aviso para la ciudadanía de que más allá de indignarnos por los actos vandálicos debemos exigir que quienes toman decisiones al respecto, en efecto no lo dejen al aire y sigan sin ningún interés y ganas de rescatar nuestros bellos pero descuidados patrimonios tangibles en el centro de la ciudad.





