- Se perfila otra década perdida
- Inalterable panorama regional
Carlos Fernández-Vega
América Latina se mantiene como la región más desigual del planeta; la dependencia con el deteriorado imperio del norte se acentúa; el “péndulo” se mueve hacia la extrema derecha en un indigerible proceso en el que los más golpeados por las políticas neoliberales irracionalmente votan a favor de sus verdugos (Argentina y Chile, con los herederos de Videla y Pinochet, por ejemplo), mientras Trump amenaza a propios y extraños, y arma su propia Operación Cóndor en buena parte del sur continental; y la economía de la zona –al igual que la estadunidense, que se mantiene en desaceleración– de plano no levanta. Nada grato, amén de repetitivo, panorama para la denominada Patria Grande, al parecer condenada a nunca salir del hoyo.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) resume así las “perspectivas” regionales: “en 2026 se mantendrá una dinámica de bajo crecimiento, en un contexto internacional que aún resulta incierto; continuará transitando por una senda de bajo dinamismo, caracterizado por tasas de crecimiento moderadas y persistentes limitaciones internas para impulsar la inversión, fortalecer la productividad y expandir el empleo formal”.
Ayer, el organismo especializado de la ONU divulgó su Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe 2025, y de ese informe se toman los siguientes pasajes.
Se estima que el producto interno bruto (PIB) regional crecería 2.4 por ciento en 2025 y 2.3 en 2026, con lo que se completaría una secuencia de cuatro años con tasas cercanas a esas proporciones, lo que confirma el hecho de que la región continúa en una trampa de baja capacidad para crecer. Se esperan dinámicas de crecimiento diferenciadas entre las subregiones. En América del Sur, el “avance” pasaría de 2.9 por ciento en el presente año y 2.4 en el siguiente, como reflejo de una menor expansión en Brasil y la “normalización” del ciclo en Argentina.
Para Centroamérica se prevé un avance de 3 por ciento en 2026, tras crecer 2.6 en 2025 y 2.8 en 2024. Esta subregión ha sido la más afectada por el debilitamiento de la demanda agregada externa, en particular de la proveniente de Estados Unidos. Sin embargo, economías como las de Guatemala, Panamá y República Dominicana, tres de las más grandes de la subregión, han mostrado una relativa resiliencia en 2025 y se prevén tasas de crecimiento cercanas a 3.5 o más, gracias a la dinámica del sector de los servicios, el comportamiento del consumo privado y la expansión de los envíos de remesas. No obstante las mejores perspectivas para el próximo año, esta área geográfica se mantiene muy vulnerable a los choques externos debido a su dependencia estructural de la economía estadunidense en los ámbitos comercial, financiero y migratorio, así como a su exposición a los posibles efectos adversos del cambio climático.
En México, se espera un crecimiento de 0.4 por ciento en 2025, debido al debilitamiento de la demanda interna, como consecuencia de un menor flujo de remesas y la caída del consumo privado y la inversión. Para 2026 se prevé un avance de 1.3 por ciento, aunque, pese a la mejoría esperada, su economía sigue siendo vulnerable a choques externos derivados de la política comercial, financiera y migratoria de Estados Unidos.
Para el Caribe, sin incluir a Guyana, se estima una tasa de crecimiento de 1.8 por ciento en 2026, lo que representa una leve desaceleración respecto del crecimiento estimado para 2025. La expansión económica está supeditada a la evolución del turismo y la construcción en esta subregión, que se encuentra sujeta a niveles significativos de vulnerabilidad debido a su dependencia de la energía importada, los altos costos del transporte y su exposición a los desastres.
América del Sur, como Centroamérica, presenta desde el segundo semestre de 2022 una desaceleración de su crecimiento económico que ha convergido a tasas cercanas a 2.5 y 3, respectivamente. En América del Sur, el crecimiento se aceleró en la mitad de los países en 2025, mientras en la otra mitad se redujo. En Centroamérica, por otra parte, se mantiene un proceso continuo de desaceleración desde 2022 y el crecimiento ha alcanzado tasas levemente superiores a las que presentan las economías sudamericanas.
En fin, como se constata, las perspectivas regionales parecen inalterables, siempre en vías de acumular una década perdida tras otra.
Las rebanadas del pastel
Empresarios de la lucha libre están muy interesados en contratar a varias “diputadas” del Congreso de la Ciudad de México, las cuales, sin duda, harían mejor papel en la industria del pancracio.
X: @cafevega





