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“Incomprensible”, el déficit cuantitativo de educación en México: experto

Los niveles de primaria y secundaria alcanzan una cobertura de 97 y 93 por ciento, respectivamente, pero el resto de los niveles académicos están por debajo de lo esperado. Foto Cuartoscuro

Emir Olivares Alonso

Ciudad de México. La educación en México vive aún un déficit cuantitativo “francamente incomprensible” para un país que, de acuerdo a datos de la OCDE, es la undécima mayor economía del mundo.

Así lo señaló Hugo Casanova Cardiel, investigador del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE) de la UNAM, al inaugurar esta mañana los paneles sobre educación de los foros universitarios “La UNAM y la desafíos de la nación”.

Indicó que esto se refleja porque si bien los niveles de primaria y secundaria alcanzan una cobertura de 97 y 93 por ciento, respectivamente, el resto de los niveles académicos están por debajo de lo esperado.

En educación preescolar, que es obligatoria desde 2002, la cobertura es de apenas 63 por cierto, mientras en media superior, que en unos años tendrá que ser obligatoria, se alcanza 73 por cierto.

El porcentaje de cobertura en educación superior, agregó el especialista, es realmente modesto al alcanzar apenas 35 puntos porcentuales.

Aunado a ello, poco menos de 5 millones de personas son analfabetas en el país, 32 millones están ten rezago educativo.

“Existe pues un déficit cuantitativo que está acompañado por otras cuatro dimensiones críticas que afectan a la educación nacional y que hoy demandan mayores reflexiones”, subrayó.

Delineó esas cuatro dimensiones: la cualitativa, en la que se debe analizar qué educación se ofrece en México y si ésta cuenta con los atributos suficientes para responder a la demanda de una sociedad compleja y asimétrica.

La dimensión de infraestructura, en la que se incluye saber cuáles son las condiciones materiales de la educación nacional, si responden de manera digna a las necesidades de una sociedad profundamente desigual y cuáles son las garantías financieras para el desarrollo de la educación.

La dimensión política, agregó, incluye el cómo se construyen las decisiones en materia educativa, en qué médicos la política en la materia responde a la construcción de un proyecto nacional que pueda superar las diferencias partidistas y la perspectiva sexenal, y en qué medida esa política propicia la participación de los actores y ciudadanos.

Finalmente, dijo, está la dimensión sustantiva: “¿Existe un sustento pedagógico en las grandes definiciones de la educación nacional? ¿Quién construye la fundamentación pedagógica de la educación nacional? y ¿cómo le hace?”.

“Para nadie es un secreto que en los tiempos recientes la educación ha estado en el centro de la vida nacional, tampoco es un secreto que, a los graves problemas estructurales de la educación nacional, se les ha sumado la conflictiva de una propuesta de reforma que encontró la sería resistencia de amplios sectores del magisterio y de la sociedad. Sin entrar en mayores detalles y en el cierre de un periodo de gran efervescencia en términos políticos, podría concluirse que es imperioso promover la construcción de un acuerdo de política informada a los profundos problemas estructurales y de coyuntura de la educación nacional”.

Por su parte, Ángel Díaz Barriga, también del IISUE, hizo una crítica a la reforma educativa y al nuevo modelo educativo.

Asimismo defendió la labor de las escuelas normales del país y convocó a que el Congreso de la Unión las dote de autonomía para que estas instituciones puedan definir sus propios proyectos de educación.