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José María Murià relata cómo el exilio entrelazó de nuevo a México y España

“Una vez, en una reunión con bastantes hijos de refugiados, alguien soltó una frase por la que nadie protestó, salvo yo. Dijeron: ‘nosotros sacamos a México de atrás de la cortina de nopal’. Me indigné. ¡Me pareció tan ofensivo!”, explica José María Murià (Ciudad de México, 1942), hijo de exiliados españoles. Foto: Cristina Rodríguez

Mónica Mateos-Vega

Ciudad de México. Sin México muchos españoles exiliados en los años 30 del siglo XX no habrían tenido siquiera un modo decoroso de morir. Por eso, no se vale ni aquí ni en España las muestras de racismo contra los mexicanos ni los alardes de superioridad; ‘‘son actos de traición a la supuesta estirpe demócrata y republicana”, sostiene el historiador José María Murià (Ciudad de México, 1942).

Es cierto que el exilio español trajo muchas cosas buenas a México, añade, ‘‘pero a cambio de todas esas ‘maravillas’ lo único que este país le pudo dar a los exiliados fue la vida, la libertad”.

Con ese tono de autocrítica e ironía, el doctor Murià charla con La Jornada a propósito de la aparición de su libro De no ser por México, en el cual reflexiona acerca del acontecimiento que entrelazó de nuevo la historia de España con nuestra nación.

Publicada por Miguel Ángel Porrúa, esa obra, sobre todo, ‘‘hace un homenaje conmovedor a los mexicanos que pusieron todo el empeño que se requería, en la más amplia medida de sus fuerzas, para rescatar a los expatriados y con ello reasumir, para el futuro, la cau-sa de la legitimidad contra el asedio de la violencia, momentáneamente victoriosa. Un empeño gallardo, aleccionador, memorable”, escribe Sergio García Ramírez en elprólogo.

Este país hizo milagros para salvar a expatriados

José María Murià, egresado de la Universidad de Guadalajara y doctor en historia por El Colegio de México, es hijo de Josep María Murià Romaní y Anna Rouret, catalanes exiliados durante la época del franquismo, ‘‘una familia queno habría sobrevivido de no serpor lo que se trata en este libro”.

El autor recuerda que mientras los jóvenes de su generación, en España, tuvieron en sus salones de clase ‘‘un crucifijo, un retrato de Franco y uno de José Antonio Primo de Rivera (icono y mártir del franquismo), nosotros, los hijos de los exiliados, teníamos en México una imagen de Benito Juárez y la bandera mexicana, una bandera de libertad.

‘‘Cuando comparo esas cosas me siento más mexicano. Por eso escribí este libro, porque quiero que los jóvenes, sobre todo aquellos descendientes del exilio que llegó a México, se enteren de que este país hizo milagros para que sus padres y ellos mismos pudieran tener lo que tienen, y para salvar la vida de sus abuelos.”

El también museógrafo, catedrático y articulista de La Jornada insiste en que ‘‘los exiliados españoles vinieron a México a buscar la libertad y la encontraron. Sin embargo, hay que decirlo, algunos acabaron menospreciando a quienes les ofrecieron esa nueva vida. Eso no se vale. Me hierve la sangre sólo de pensarlo”.

El ex director general de Archivos y Bibliotecas de la Secretaría de Relaciones Exteriores reitera que tiene enorme respeto por muchos refugiados españoles, como su padre, ‘‘pero hay algunos, sobre todo de una segunda generación que nació y se forjó aquí, que se volvieron muy pedantes. Asumieron un papel casi casi de evangelizadores.

‘‘Una vez, en una reunión con bastantes hijos de refugiados, alguien soltó una frase por la que nadie protestó, salvo yo. Dijeron: ‘nosotros sacamos a México de atrás de la cortina de nopal’. Me indigné. ¡Me pareció tan ofensivo! Luego, una señora se lamentó que la hija de una amiga se iba a casar ‘con un mexicano’. Es decir, muchos exiliados o sus descendientes se forjaron tal imagen de perfección que el hecho de señalarles una tara los saca de balance. Con algunos he tenido polémicas porque lo he expuesto en mis artículos y en forosinternacionales.’’

Narraciones y estímulo del editor Miguel Ángel Porrúa

José María Murià añade: ‘‘Poreso decidí escribir este libro, no sólo con las memorias personales,sino con historias que me contaron colegas del servicio diplomático. Fui acumulando narraciones y un buen día, provocado por el editor Miguel Ángel Porrúa, me decidí a escribir De no ser por México.

‘‘La condición fue que no se tratara de un texto académico. Por eso hay mucho de mi estado de ánimo, no es que sea autobiográfico, pero se envuelve con recuerdos de familia.”

Los brigadistas internacionales, los niños de Morelia, la visita del Barça y el fin de la selección vasca, la Casa de España en México, la irrupción de los nazis en Francia, Gilberto Bosques en Marsella y los campos de concentración son algunas de los relatos que aborda Murià a propósito de esa gran ‘‘epopeya de la diplomacia cardenista”, ignorada, por cierto, en los libros de historia general de México, concluye elinvestigador.

El libro De no ser por México será presentado mañana a las 19 horas en el Centro Cultural Isidro Fabela, Casa del Risco (Plaza San Jacinto 5 y 15, San Ángel). Participan Ángeles González Gamio, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Sergio García Ramírez y el autor.

JSL
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