San Cristóbal de Las Casas. Los obispos Felipe Arismendi Esquivel y Enrique Díaz Díaz, así como el vicario de justicia y paz, Gonzalo Ituarte, informaron que después de la irrupción en la curia y el ‘secuestro’ del presidente del Congreso local, Eduardo Ramírez Aguilar, por un grupo de habitantes de Chenalhó, la diócesis local analiza si seguirá ofreciendo sus instalaciones para este tipo de diálogos.
“Nos duele que no se hayan respetado las instalaciones de la Curia Diocesana, como un recinto de búsqueda de paz y de justicia. Ni en los años 1994-95 (inicio del alzamiento zapatista) hubo esas faltas de respeto”, agregaron en un documento.
El miércoles, un grupo indígenas de Chenalhó, quienes exigían la destitución de la ahora ex alcaldesa Rosa Pérez Pérez, sacaron por la fuerza, de la curia diocesana, a Ramírez Aguilar, el diputado Carlos Penagos y a un chofer.
Los hechos ocurrieron cuando los legisladores sostenían una reunión con los opositores de la presidenta municipal, bajo la mediación de Ituarte, para tratar de encontrar una solución al conflicto. Como resultado de la retención, que duró 18 horas, el Congreso local destituyó a Pérez Pérez y reconoció como sustituto al síndico Miguel Sántiz Alvarez.
El mismo día de la toma de posesión de las nuevas autoridades, partidarios de la ex alcaldesa y del sustituto se enfrentaron en el ejido Puebla, con resultado de dos muertos, varios lesionados y decenas de desplazados.
“Lamentamos que no haya sido el diálogo, sino la violencia y el secuestro, el camino por el que autores intelectuales y materiales escogieron para enfrentar este caso”, dijeron Arizmendi Esquivel, Díaz Díaz e Ituarte.
Agregaron: “Nos preocupan las reacciones de violencia que puedan desatarse entre los grupos opositores dentro del mismo municipio, pues desde 1997 (cuando ocurrió la masacre de 45 indígenas en Acteal) hay rencores y divisiones no superados, y existen armas sin control”.
Hicieron un “atento llamado a los grupos contrarios a respetarse como hermanos, a no quemar casas ni utilizar armas y otros objetos para dañar a los demás. La mayoría son creyentes en la Palabra de Dios, que nos invita al perdón y al amor mutuo. Somos diferentes, pero todos hijas e hijos del mismo Padre Dios”.
Exhortaron a las autoridades y a los legisladores a “atender con prontitud las inconformidades justas que se presentan en los pueblos, para no desencadenar la irritación social, difícil de controlar y encausar”.
Concluyeron: “Aunque nuestra disposición como diócesis es trabajar siempre a favor de la paz y coadyuvar en todos los diálogos que conduzcan a ella, estamos analizando si podemos seguir ofreciendo nuestras instalaciones para estos diálogos, pues no tenemos personal y medios para evitar que sucedan hechos como el pasado”.