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El orgullo de Tlaquiltenango, en peligro

El convento de Santo Domingo quedó severamente dañado por el sismo del 19 de septiembre. Foto Víctor Camacho

Alonso Urrutia, enviado

Tlaquiltenango, Mor. En medio del caos que dejó el terremoto del pasado martes, en el pueblo la noticia proliferó rápidamente: gran parte del ex Convento de Santo Domingo se había derrumbado ante la fuerza de la sacudida. Un templo considerado como una de las primeras obras construidas en la Nueva España, en 1540.

Al paso de los días un rumor comenzó a esparcirse entre la población: los daños fueron de tal magnitud que al orgullo de Tlaquiltenango lo tendrán que demoler. La cúpula de este templo, construido por los franciscanos, se desplomó por completo, destrozando el altar, y un par de enormes grietas partieron uno de los costados.

Asombrada por la disparatada versión, Isamar Méndez, una arqueóloga del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quien junto con Carlos Trujillo inspeccionaron el convento que constaba de tres capillas restauradas y pinturas murales que contrastan con la sobriedad del exterior, da su conclusión preliminar: nunca más se va a poder utilizar como templo para ceremonias religiosas, pero sería una locura pensar en demoler este patrimonio del siglo XVI.

Aunque de inmediato acota: en esta primera inspección creo que se podrá rescatar 60 por ciento. Principalmente los frescos que tiene, porque podrían ser retirados de las paredes.

El destino del convento preocupa a los feligreses, pero alarma a los religiosos que lo administran.

Virgina Franco no oculta su difícil relación con los religiosos. Casi de memoria describe el altar, la existencia de arte sacro, los frescos que embellecían el interior y los ataudes contiendo los restos de ilustres antepasados encargados de preservar el ex convento franciscano. Aunque de inmediato arremete contra los sacerdotes Felipe y Gabriel, a quienes no duda en acusarlos de saqueadores de buena parte del tesororeligioso que había allá adentro; se lo llevaron.

Por ahora la visita del personal del INAH despeja la duda esparcida sobre el futuro del templo. Isamar acota sus conclusiones: es una primera valoración. Habría que hacer un diagnóstico mucho más minucioso de las condiciones estructurales para determinar cuánto es lo que se puede rescatar, aunque, claro, sólo como patrimonio cultural.