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¿A quién debe responder la política económica?

Arturo Huerta González

El predominio y hegemonía del sector financiero ha subordinado a la política monetaria y fiscal para que prioricen la reducción de la inflación y la estabilidad del tipo de cambio y así generar certidumbre a favor de lo financiero. Ello se logra a costa de contraer la demanda y encarecer el crédito, por lo que no se generan perspectivas de crecimiento, ni certidumbre para el sector productivo, ni para el que busca empleo y no lo encuentra.

La política económica debe generar certidumbre a favor de la inversión productiva y del empleo, lo cual requiere expansión de gasto público y bajas tasas de interés, y las autoridades monetarias y hacendarias no responden a ello, se subordinan a los intereses del sector financiero, y de ahí las altas tasas de interés y la austeridad fiscal que contraen el empleo y la actividad económica.

Mientras predomine la hegemonía del sector financiero, y de las calificadoras internacionales, no habrá viabilidad de revertir la política económica monetaria y fiscal restrictiva de ‘estabilización’, que atenta sobre la inversión productiva y por ende sobre el crecimiento económico y el empleo.

Los tomadores de decisiones en Banxico y en Hacienda, no reconocen lo equivocado de sus marcos teóricos que dicen que la baja inflación y la austeridad fiscal son condiciones de crecimiento. Tenemos décadas con tales políticas y la economía no solo ha venido creciendo cada vez menos, sino que ha enfrentado crisis económicas recurrentes y ahora una crisis profunda. Los tomadores de decisiones no dudan de la validez de sus preceptos teóricos y de ahí el porqué no los dejan, sino insisten en ellos, a pesar de las consecuencias negativas sobre la actividad económica, el empleo y la pobreza.

Cuando no se configuran condiciones de inversión, crecimiento y empleo, se generan consecuencias económicas, políticas y sociales dañinas, que llevarán a la sociedad a manifestarse para que se instrumenten políticas que reviertan la problemática generada.

Ante las nuevas exigencias que pantea la realidad cambiante y los mayores problemas que enfrentamos, no se puede seguir con la política económica predominante, causante de dichos problemas. Estas políticas han debilitado a la esfera productiva, a la economía, que se encuentra indefensa para encarar los desafíos desencadenados por la pandemia, en la salud, cambio climático, desempleo, exclusión social, así como para impulsar las nuevas tecnologías que se están desarrollando a nivel mundial.

Se requiere de gasto público deficitario, y de una política monetaria que compre deuda pública a baja tasa de interés, para aumentar demanda y el ingreso de empresas e individuos. Esto, a su vez, permitirá encarar los problemas de cartera vencida, e impulsar la inversión privada para salir de la recesión económica y del fuerte desempleo. Se debe actuar a favor del desarrollo tecnológico, y de la productividad. No se saldrá de la crisis sin intervención activa de la política fiscal y monetaria. Sin ello no habrá aumento de la inversión, que es el motor del crecimiento para el desarrollo de las fuerzas productivas y la generación de empleo.

La certidumbre y condiciones para el crecimiento, solo las puede conformar la mayor participación del gobierno en la economía con su política fiscal. El mercado por sí solo es incapaz de conformarlas.

Hacienda teme que el incremento del gasto público genere inflación e incremente la deuda y la carga del servicio de la misma. Lo que le falta a los tomadores de decisiones de Hacienda es voluntad política para llevar a cabo acciones a favor de las necesidades de la sociedad: el incremento de gasto público. Esta acción permitirá aumentar la demanda y el empleo y aprovechar la capacidad ociosa existente para aumentar la producción, lo que evitaría presiones inflacionarias. Ello incrementará el ingreso nacional, lo que le permitirá al gobierno tener más ingresos tributarios para reducir el déficit fiscal que impulsa el crecimiento. Es decir, el gasto genera el ingreso que lo financia.

La mejor forma de generar condiciones de certidumbre para la inversión y el crecimiento económico, es que el gobierno instrumente una política de pleno empleo. Ello incrementará la demanda, lo que aseguraría condiciones de rentabilidad para aumentar la inversión, necesaria para salir de la crisis. La política de empleo debe ir acompañada de una política económica para impulsar la producción de bienes que satisfagan el crecimiento de demanda que se generará con el mayor empleo.

ahuerta@unam.mx
Profesor del Posgrado de la Facultad de Economía de la UNAM desde 1975