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Aquí se habla feminista: nombrando lo invisible

El lenguaje tiene un rol crucial en construir nuestra realidad, puede definir comportamientos y percepciones, establecer acuerdos, vocalizar experiencias y todo lo que nos es significativo. Usamos las palabras para expresar, defender y organizarnos pero también pueden y han sido usadas de manera constante para discriminar, reducirnos a estereotipos y muchas veces hacernos creerlos. Es usado para describir a nuestras cuerpas como si fuesen objetos, desvalorizar nuestras luchas, diluir verdades; en un mundo violento y machista, el lenguaje no sólo es usado para acosarnos y callarnos, sino que es gran parte de lo que lo mantiene así. Las personas hemos sido socializadas a través del lenguaje para aceptar el pensamiento y acción sexista.

Audre Lorde escribe que de una u otra manera todas las personas compartimos un compromiso con el lenguaje y su poder, y que ese compromiso, para las feministas, consiste en reclamar ese lenguaje que ha sido usado como herramienta para funcionar en nuestra contra. Menciona lo necesario que es pensar con escrutinio el contenido de lo que decimos pero también cómo lo decimos. Acciones como dar crédito y dejar explícito lo que se hace y que se desprestigia, admitir culpas y errores y en especial el nombrar las cosas para así entender fenómenos y experiencias que van fuera de la hegemonía patriarcal.

A todo esto, a comenzar desde los vocablos más pequeños, a entender que si las cosas no se nombran tarde o temprano se vuelven silencio y que éste nos inmoviliza, les consideramos dentro de la categoría de lenguaje incluyente y/o son otros recursos del habla que igualmente son politizados para buscar hacer presentes a las mujeres de manera simbólica. El lenguaje no sexista o que pretende mantenerse neutral a través del uso de la x, la e, asteriscos y palabras genéricas para muchas de nosotras sigue recayendo en prácticas que invisibilizan y minorizan el espacio de las mujeres.

La crítica a todo esto suele sustentarse en lo dicho por la Real Academia Española, desde el negarse a aceptar la feminización de algunas palabras que “originalmente” se nombran en masculino hasta la regla de que los plurales en masculino también engloban a lo femenino (que todos nos incluye de la misma manera a las mujeres, por ejemplo, y que al haber cuatro mujeres y un hombre, el uso del masculino sea lo que predomina). El problema de estas afirmaciones radica en que se excluye el hecho de que el lenguaje es cambiante y tomar como único y verdadero lo dictado por una institución académica (que está mayormente integrada por hombres) nos remite a ignorar la producción de conocimiento y saberes desde otras intersubjetividades que no se sienten representadas por la misma.

Por ejemplo, la feminista Sylvia Marcos menciona como las mujeres zapatistas apropian el español en voz femenina como una práctica lingüistica politizada, modificando las palabras a través de modismos y sintaxis de lenguas locales como tzotzil y tzetzal en lo que ellas llaman “la castilla” que además de invertir el género a las palabras (la corazona, la lenguaja) exponen el sentipensar en sus vidas y la lucha contra las concepciones modernas que diseccionan la mente y el cuerpo, las emociones y la razón, al decir que pueden “tener tristeza en sus corazones”. Y si bien no es lenguaje incluyente en sí, nos parece importante nombrar como también el lenguaje es politizado por las propias mujeres.

Parte importante del lenguaje feminista está en nombrar lo que se ha invisibilizado, como es el caso de la tipificación del delito “feminicidio” en el mes de julio de 2011 en México, reformándose los códigos penales federal y estatales. El contexto de antecedentes que dio paso a la tipificación de este delito en el país fue la promulgación de la Ley de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y la Sentencia del “Campo Algodonero” contra el  Estado Mexicano.

El aporte de las praxis feministas ha sido entender que el uso de la palabra “feminicidio” hace referencia a asesinatos motivados por la misoginia (odio a las mujeres) y expresa situaciones extremas de violencia contra las mujeres y niñas con diversas formas de humillación, abandono, terror, maltrato físico y emocional, hostigamiento, abuso sexual, incesto, entre otros. No basta con haber logrado incluir un tipo penal que nombrara la violencia que vivimos las mujeres, sino que esta idea de visibilización también se inserte en lo colectivo. Ahora es más común que en medios de comunicación se nombre “feminicidio” e incluso se crearan protocolos de redacción para periodistas al momento de reportar la muerte violenta de una mujer.

Es decir, el impacto del lenguaje incluyente se puede visualizar en acciones que se guían por una decisión ética y política que apuesta por la reivindicación de los derechos de las mujeres y su visibilización.

Colectiva la Castilla Combativa
Colectiva la Castilla Combativa
Colectiva feminista de mujeres, fundada en 2013. Apostamos por la construcción de un nuevo mundo sin opresión de ningún tipo y al trabajo y unión entre mujeres para lograrlo