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Carmen Aída. Las bodas de El Chapo y otros

Rogelio Hernández López

Culiacán.– Los tamaños de quienes son periodistas los definen sus productos– cavilé al suspender la semblanza de una reportera sinaloense, harto sorprendente. Quería exponerla como arquetipo pero me arrepentí. Es que durante la recopilación de datos debí leer algunos de sus trabajos y me azoré con una narración, que seguramente pocas personas conocieron, de cómo fueron las bodas de Joaquín Guzmán Loera con Emma Coronel Aispuro (el 2 de julio de 2007, el día que la desposada cumplió 18 años) y la del hijo de Baltasar Díaz con una hija de Miguel Félix Gallardo, ambas dentro del triángulo dorado.

Esa narración de Carmen Aída Guerra Miguel refleja sus alcances como reportera; impacta igual saber que recién cumplió 72 años y siga como corresponsal de Contralínea; como el de haber sido factor durante 43 años del brillo de El Sol de Sinaloa que hoy palidece; como el haber fundado el Colegio de Periodistas y Escritores en 2013, como haber alcanzado el doctorado en 2014; como haber sido, en estos días, la primera en llegar a las 12 largas sesiones de la cátedra de periodismo 2015 de El Colegio de Sinaloa, pero como alumna. Y muchas más cosas que perfilan como extraordinaria a la periodista, autora del texto que me permito reproducir parcialmente:

Las bodas

No es de ahora que se corran rumores de las conquistas de Joaquín El Chapo Guzmán ni tampoco es raro escuchar que cada una de sus conquistas se haga llamar “la preferida”, y que ¡hasta lo presuma!

La más reciente de esas conquistas, y que dio rienda suelta a una serie de rumores y declaraciones hasta de la alta jerarquía eclesiástica, es la de Emma Coronel, la Reina del Café y la Guayaba, fiesta de gran tradición en el estado de Durango, bella joven con quien contrajo nupcias en La Canela, población minera de la sierra duranguense, bordeada de bosques y con un solo camino de acceso.

Es la narración que más penetra, la que va de boca en boca. Dicen las malas lenguas, que El Chapo mandó preparar un marco majestuoso con flores exóticas, despliegue de viandas, música e invitados (billetes como arroz); que vistió a su elegida con sedas y encajes, tules y azahares, y que él mismo lució un tuxedo de Armany.

Nadie mencionó, empero, si la boda fue solamente civil o si también fue por la iglesia. Pero sí, que El Chapo llegó a bordo de un helicóptero, mismo que lo esperó hasta que finalizó la fiesta. Entre tanto, un enjambre de “cuidadores” mantenía sitiado el lugar donde Heraclio Bernal lideró la banda de salteadores que le arrebató al asesinarlo su amigo del alma Ignacio Parra.

Días, pero muchos días después, pasó a ser noticia de primera plana, cuando incluso, sin lugar a dudas, ya había concluido la luna de miel. Empezaron las declaraciones, en varios artículos de la prensa nacional, para ubicar su guarida en un lugar equis de la sierra de Durango… (Y ella comenzó a ser perseguida). Fue en hora de clases cuando sus hijas se encontraban en las aulas del instituto Senda. La Procuraduría General de la República (PGR) aseguró varias residencias, (fue entonces) también cuando se dio a la fuga el comandante de la Policía Judicial Eduardo Larrazolo Rubio, hospedado en el hotel Tres Ríos, de quien nunca más nos proporcionaron informes a los reporteros de la fuente.

Fue también, por esos tiempos cuando el obispo de Sinaloa (después la diócesis se dividió y fue obispo de Culiacán) ofició la misa de la boda de un hijo de Baltasar Díaz con una hija de Miguel Félix Gallardo. Una boda, como dicen las cronistas de sociales, “de antología” en el histórico Santuario del Sagrado Corazón de Jesús, desde cuyas instalaciones se libró la última batalla en Sinaloa de las huestes del general Iturbe y del general Banderas en la etapa revolucionaria.

La novia Gallardo llegó envuelta en tules y encajes europeos a bordo de un carruaje antiguo halado por caballos percherones revestidos con motas doradas y lienzos de seda; el templo se caía de flores importadas (orquídeas japonesas), los invitados aderezados con alhajas de colección.

Los reporteros gráficos de la prensa recibieron pago por adelantado para que se fueran sin tomar una sola fotografía con la consabida “recomendación” de que no era noticia para publicarse. La fiesta de la boda duró dos semanas y a ella asistieron, según el decir, invitados no sólo de Sinaloa, sino funcionarios públicos, empresarios, en una finca ubicada por la carretera a Culiacancito, en donde desfilaron artistas de la talla de Yuri, Alberto Cortez, bandas, orquestas, tríos, conjuntos famosos, de Monterrey, Guadalajara y del estado.

Las viandas llegaron a bordo de camiones refrigerados al igual que cientos de cervezas importadas.

La verdad es que la reseña completa tiene que ver también con las carpas, la iluminación, la vajilla, las mesas, sillas y flores, todo como un cuento de Las mil y una noches. Muy similar a la que fue vista y oída en la sierra de Durango.

Cuando se le reclamó al obispo el participar en el casorio, su respuesta fue dentro de esta lógica: “Si el diablo me hubiera pedido que lo case, lo caso, yo no soy juez”. Y luego desvió la conversación hacia los caballos percherones.

Luego de los festejos, un jet con capacidad para 40 pasajeros estaba por salir del hangar particular contiguo al de la entonces Secretaría de Agricultura y Ganadería.

Abajo, descendieron de dos carros negros unas doñas con batas de seda y pantuflas despidiendo a los viajeros.

Ahí, recargado en un muro, el reportero gráfico Víctor Fernando Valenzuela, quien prestó sus servicios para el periódico El Debate, se aprestaba a volar rumbo a Tijuana. Ya trabajaba para ellos (asesinado posteriormente en la ciudad de México, junto con un hijo de Balta Díaz).

En los alrededores, cascos y uniformes verde olivo camuflados daban cuenta de un operativo perfectamente diseñado al estilo militar, para cuidar el despegue. Nadie se asomó por esos lares, nadie los detuvo.

Era esa negra etapa en la que se enviaban en jaulas pericos vendidos a altos precios en la frontera. Pero lo más raro fue que mientras más pericos muertos, mayor alegría de los destinatarios. Hasta que se descubrió de qué iban rellenos, igual que los rellenos de los tubos para abultar los peinados de las damas.

En dónde y cuándo comenzó a dejarse atrás la capacidad de asombro ante los valores trastocados que hemos ido viviendo con los cárteles que van y vienen, los que organizan bautizos, bodas, piñatas, inscriben a sus hijos en colegios en los que se supone se investiga la moralidad de las familias. Incluso aquellos mojigatos que se negaban a aceptar hijos de divorciados y que inscriben, sin ningún recato, a descendientes de quienes, como decía el célebre Maquío Clouthier, “todo mundo sabe quiénes son” y que tanto daño hacen a las presentes y futuras generaciones. (…)

En el comercio escuchamos expresiones tan fuera de toda lógica como esa de que “los que compran andan juidos”. La economía ya no depende del trabajo fecundo y creador, sino de los delincuentes, incluyendo los de cuello blanco que tienen “capacidad” para comprar de contado, y de una sola vez, varias unidades en las agencias de automóviles, clientes asiduos de las joyerías, de los restaurantes de lujo, y hasta de las centrales de abastos y de otros servicios, donde se lamentan de que se persiga a los narcos “porque son en buena medida los que sostienen la economía del país”. (…)

El triángulo dorado de Chihuahua, Sonora y Sinaloa (o cuadrángulo si se incluye a Sonora) fue entregado en sexenios como premio a delegados de la PGR, a procuradores y a comandantes de la Tercera Región Militar (ejemplo: el general Rebollo). En ese triángulo en el que en la década de 1940 se sembró la sierra con avituallamiento en dólares, para que tierras tan nobles se convirtieran en la más terrible pesadilla de familias que tuvieron que huir en estampida.

“Primero nos proporcionaron todos los medios para la producción de amapola y mariguana y ahora nuestros hijos están muertos o en la cárcel”, se lamentó don Gregorio en un poblado donde abundan las casas grandes con altas bardas en el municipio de Badiraguato, más arriba de La Noria, la tierra de Fonseca y Caro Quintero. (…)

Lo más lamentable es que no dejemos de hablar de este personaje y de otros que han hecho su fortuna dejando sin voluntad a quienes caen en el abismo sin límites de las drogas, abatidos por el hilo que separa a la vida de la muerte.

 

Nota de RHL.- Los datos narrados por Carmen Aída Guerra se publicaron el 1 de junio de 2009 en Contralínea y fueron usados y confirmados en su mayoría por otros medios pero hasta 2012, 2014 y 2015. (http://contralinea.com.mx/archivo-revista/index.php/2009/06/01/las-mujeres-de-joaquin-loera-el-chapo/ el 12 de noviembre de 2015, la agencia Apro difundió la noticia que “tras los cateos en octubre pasado a propiedades de su familia en Sinaloa y Durango, Emma Coronel Aispuro, la Reina esposa del otra vez recién fugado Joaquín Guzmán, presentó dos demandas de amparo ante juzgados federales de Toluca para evitar ser detenida y presentada ante la Procuraduría General de la República (PGR).