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Pilar Torres Anguiano

Un árbol no crece al pie de su silencio.
Juan Gelman.

Siempre estaré del lado de aquellos que no tienen nada
y que ni siquiera pueden disfrutar de nada de lo que tienen en paz.
Federico García Lorca.

Lo justo y lo legal no siempre coinciden. A veces, cada uno va por su lado.

El abuso, la arbitrariedad y la injusticia son siempre malos. Pero cuando provienen de quienes, de alguna manera, representan la ley, son aún peores. Se me ocurre un ejemplo: ¿Alguna vez han padecido el abuso de los agentes de tránsito? ¿O qué tal de quienes controlan el acceso en los hospitales públicos y parecen ensañarse con quienes acuden a cuidar a sus familiares? Muchos hemos sentido esa impotencia; otros, en cambio la han vivido de una manera considerablemente peor.

Imaginamos que un grupo de policías y agentes de la patrulla fronteriza sistemáticamente destruyen los depósitos de agua que algunas personas colocan en el desierto de Arizona, como ayuda humanitaria para los migrantes para evitar que mueran de sed. Imaginemos que la asociación “No more deaths” publica un informe en el que demuestra esas atrocidades (http://forms.nomoredeaths.org/es/).

Imaginemos que, casualmente, unas horas después de que la asociación diera a conocer aquel informe, el profesor y activista Scott Warren es detenido por la policía y ahora enfrenta un juicio -plagado de represalias inmorales, pero eso sí, legales. Dar refugio, transporte y albergue a migrantes ilegales son acciones propias de un elemental humanismo. Pero en Arizona, son cargos en su contra, que podrían costarle hasta 20 años de cárcel.

Tal parece que la humanidad no ha superado aún el paradigma de dominación primitivo del esclavismo. El sistema actual no parece superar la lógica del control y sometimiento del fuerte contra el débil para cimentar el esquema de acumulación de poder. Lo peor es cuando todo esto se hace bajo el pretexto de cumplir y hacer cumplir la ley. Cuidado con eso.

  • Todos sabemos que en la Alemania Nazi era legal discriminar, torturar y hasta asesinar judíos.
  • La segregación racial en Norteamérica era legal hasta 1964.
  • Hasta hace apenas 38 años, en Mauritania la esclavitud seguía siendo legal.
  • En 71 países la homosexualidad sigue siendo un delito; y al menos en 11 de ellos, se castiga con la pena de muerte.

Podríamos llenar muchas páginas con ejemplos en los que lo legal y lo justo son cosas diferentes. En todos ellos, cuestionar el sentido de esas reglas es algo que se castiga. Sin ir más lejos, todos recordamos la figura de Sócrates como mártir de la legalidad, quien prefirió morir a ir en contra de la ley convirtiéndose en una personificación de la virtud y la dignidad.

Acusado de corromper a la juventud y atentar contra los dioses, Sócrates se defiende con argumentos racionales. Niega las acusaciones, pero aclara que, si gana el juicio, seguirá con su labor. Rechaza la posibilidad de huir por que iría en contra de lo que enseñado toda su vida y opta por la dignidad. Así lo demuestra en su defensa:

“No tengo ningún resentimiento contra mis acusadores ni contra los que me han condenado, aún cuando no haya sido su intención hacerme un bien, sino por el contrario, un mal, lo que sería motivo para quejarme de ellos. Pero sólo una gracia tengo que pedirles. Cuando mis hijos sean mayores, os suplico los hostigueís, los atormenteís como yo os he atormentado a vosotros, si veis que prefieren la riqueza a la verdad y que se creen algo cuando no son nada; no dejeís de sacarlos a la vergüenza si no aplican a lo que deben aplicarse y creen ser lo que no son; porque así es como yo he obrado en vosotros. Si me concedeís esta gracia, lo mismo yo que mis hijos no podremos menos que alabar vuestra justicia. Pero ya es tiempo que nos retiremos de aquí, yo para morir, vosotros para vivir. ¿Entre vosotros y yo, quién lleva la mejor parte? Esto es lo que nadie sabe, excepto Dios”.

El filósofo escocés Thomas Reid creyó que el sentido común debía estar en el fundamento de toda investigación y de toda discusión jurídica y moral. Así, establece un axioma que bien podría retomarse en el fundamento de toda forma de activismo contra los excesos de la legalidad: la dignidad humana, como categoría que refleja la actitud moral del individuo hacia sí mismo.

Así, la conciencia de la propia dignidad es aquello en lo que se asienta todo el proceder de los individuos para con sus semejantes, y le revela, además, que su deber y la libertad de espíritu son cosas que van de la mano; y que por encima de esto último, no hay nada.

Más allá de Sócrates y de Reid, la filosofía de la noviolencia nos enseña que cuando una ley es injusta, lo correcto es desobedecerla, con la frente en alto, con la dignidad por delante; y con la firme convicción de haber hecho lo que dicta la conciencia.

El caso del profesor Warren se da en un contexto en el que los temas de la dignidad, la migración y las relaciones entre México y Estados Unidos, están en boca de todos y revive viejas polémicas. Pero todo aquel que tenga un poco de sentido común, sabe que la legalidad y la justicia no siempre van de la mano.

Lo cierto es que la lucha por emparejar ambas, es siempre inacabada. Que no se detenga.

@vasconceliana