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El Nelson Mandela potosino

Óscar G. Chávez

M ientras la crítica opositora se ocupa en denostar desmedidamente a la candidata de Acción Nacional a la gubernatura, Sonia Mendoza, fraguando intrigas que los medios de comunicación se han solazado en publicar, y acicateando a perversos notarios en hacer públicos turbios y desconocidos episodios de su pasado, pareciera que un panorama distinto es el que se ocupa de Juan Manuel Carreras López, su principal opositor en la contienda.

En días pasados este diario publicó en su versión impresa fragmentos del discurso pronunciado por el pastor evangélico Azael Regalado –en el poblado de San Pedro de las Anonas, Aquismón–, mediante el que bendecía su plan de trabajo, y lo comparaba con el líder de la resistencia en Sudáfrica, Nelson Mandela.

En el video sobre el acto, también difundido por La Jornada San Luis en su versión electrónica (https://lajornadasanluis.com.mx/2015/05/05/video-pide-pastor-voto-para-candidato-pri-a-gubernatura-slp-con-ciro-gomez-leyva/) puede verse al candidato disimulando de una forma discreta comprometerse a realizar una profesión pública de fe; sin embargo ante la euforia de los que lo aclaman, acaba por ceder ante los pedimentos del ministro y levanta su diestra en sumisión al acto de bendición.

Motivo de especial orgullo para el candidato priísta debe ser el sentirse comparado con una figura de ese nivel; consideremos que Mandela es uno de los íconos de la democracia en el mundo. Quizá las expectativas del pastor radiquen en el conocimiento de que el líder africano, luego de permanecer 27 años en prisión y alcanzar la presidencia de Sudáfrica en 1994, luchó incansablemente para echar por tierra la vieja estructura política y social que imperaba en su país desde que éste fue convertido en colonia británica en los inicios del siglo XX.

Gran cantidad de similitudes debe haber en la trayectoria de Carreras y la de Mandela, pero quizá la que mayor relevancia le otorgue, sea la de haber militado en las filas de la oposición y abrazar durante algún tiempo la causa calderonista. Dos episodios a este respecto merecen mención: el primero de ellos cuando en un concurrido mitin, levantó la mano del entonces candidato Calderón, manifestando así su adhesión a la causa de Acción Nacional; el segundo cuando se desempeñó como titular en dos dependencias federales en la administración del panista, la Comisión para la Regularización y Tenencia de la Tierra, y el Fideicomiso para el Ahorro de Energía Eléctrica.

Nada se puede decir frente a estos actos de valentía cívica que lo llevaron, en la búsqueda del bien nacional, a distanciarse del partido que lo había hecho director de Planeación y Presupuesto en dos periodos gubernamentales en su estado; posteriormente subdirector jurídico del ISSSTE, y diputado federal por el primer distrito electoral, con cabecera en Matehuala.

En abono de la persona del candidato, podemos señalar que aunque en repetidas ocasiones se ha hecho énfasis en el hecho de que éste no había nacido en la capital potosina, es una invención sin fundamento alguno. Carreras vio la luz en la Beneficencia Española de la capital potosina el 24 de abril de 1962, a las 23:10 horas.

Su trayectoria personal, según lo ha enfatizado él mismo en reiteradas ocasiones, y de acuerdo a uno de los comerciales que lo publicitan, se debe a la cultura del esfuerzo; una característica más que lo identifica con Mandela, y con el resto de los contendientes a la gubernatura. Todos al parecer se han ocupado de señalar este rasgo como su principal distintivo.

Un detalle en el que es necesario detenerse, en la búsqueda de similitudes con el caudillo sudafricano, es el entorno adverso en el que surgió; sin embargo a diferencia de aquel, este deberá luchar de forma constante contra ese entorno, de alcanzar la gubernatura del estado.

No puede ser de otra forma, sus vínculos familiares lo hacen tío político del yerno de Victoria Labastida Aguirre; cómo proceder legalmente contra alguien que a pesar de haber lesionado el erario de la capital, se encuentra inserto en su círculo familiar inmediato. Esa misma línea familiar política –por la rama Fraga– le otorga cierta cercanía con el ex gobernador Marcelo de los Santos; al tiempo que lo emparenta con diversas familias pertenecientes a las élites y oligarquía potosinas.

Su propia línea familiar lo emparenta con la esposa de Fernando Pérez Espinosa, hoy flamante candidato del PRD a la gubernatura; con el conservador diputado Miguel Maza Hernández; y –por otros laberintos genealógicos de la rama García– con la esposa de uno de los hijos del ex gobernador panista, al tiempo que lo acercan con nuestro recordado alcalde Guillermo Pizzuto Zamanillo. Paso por alto los vínculos sanguíneos que lo acercan a empresarios, industriales, notarios, y otros políticos que seguramente le causarán cierto distanciamiento por sus filiaciones partidistas, pero que finalmente pertenecen a su entorno familiar.

La anterior es otra característica que pudiera compartir con el multicitado Mandela; recordemos que éste perteneció a la familia real Tembú, de la región del mismo nombre, inserta en la zona del Cabo.

Nada más complicado que aventurarse a luchar abnegadamente contra los órdenes estructurales que imperan en un entorno, máxime cuando en éste se encuentra inserta la familia. De resultar triunfador en la contienda, seguro será catastrófico para él, pero lo llevará al nivel de héroe, el hecho de enfrentarse contra los entornos de los que forma parte, y que en el último de los casos, nunca nos está dado seleccionar.

Certero fue el señalamiento del ministro Regalado, es Carreras el futuro de San Luis Potosí, y quizá de la patria. Centremos nuestras esperanzas en la figura del hombre que promete reestructurar el estado que guardan la política y la sociedad potosinas, al tiempo que le representará un heroico esfuerzo, en la medida que tendrá que esforzarse por organizar los entornos de los que es parte esencial e innegable. Qué afortunados somos al tenerlo entre nosotros; –atendiendo las peticiones que al ser divino formuló el pastor– quiera Dios que podamos disfrutar nuestro Nelson Mandela por lo menos un sexenio.