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En modo Hermano

Luis Ricardo Guerrero Romero

Luego de aquel encuentro agradecí al Creador los momentos de vida y alegría que logré pasar junto a él. Fue como todos sabemos una reunión en donde los recuerdos, lágrimas —muchas lágrimas— y risas que emergían del corazón se conjugaron para dar sentido a lo que al mundo hace falta: la auténtica hermandad.

Uno de nosotros, quizá el menos indicado en comenzar a compartir aquella tarde inició con lo siguiente: “¿soy acaso el guardián de mi hermano?, ¿soy acaso el guardián de mí?, ¿soy acaso el guardián?, ¿soy acaso?, ¿soy?” No sabíamos a qué se refería y a decir verdad luego de unos tragos amargos, hay palabras que ya no significan lo mismo. Las palabras, así como las personas suelen tener diversidad de sentidos cuando no se les vive en la carne. Por suerte aquella tarde de tertulia la cita se realizó en la casa de José Jesús Cruz Prado Ramírez a quien todos apreciamos y queremos no sólo por como es, sino también por cómo no es, no hablo de ontología, ni de teología, sino de espiritualidad, de hermandad, de trasparencia y de amor.

En fin que, al haber escuchado aquella descomposición literaria sacada de no sé que libro antiguo, el Hermano Pe Cruz, nos miró con aquella profundidad que en abismo del mar indescriptible pervive, suspiró y al hacerlo competía con el fuerte viento que doblega al roble, y habló con la suavidad que en el pecho golpea un corazón enamorado: “somos el guardián, pero el guardián celoso que efectivamente sólo se hace ser en relación con el otro, jamás prescindiendo del amor, jamás alejado de la realidad, jamás lejos del encuentro. Soy la versión que se puede desmenuzar ante la mirada de Dios, pero que se reconstituye con coraje de frente a la experiencia de los demás”.

Esa tarde, muchos de los presentes creíamos que el Hermano (con mayúsculas) José Jesús había arruinado la tertulia, ya nadie pudo decir nada para talleriar el texto leído. Así que no hubo más ejercicio que el acostumbrado placer lingüístico y filológico que nos reunía a todos los jueves a las 3:00 horas.

Coincidencia o no, ese día fue turno del sustantivo hermano, y todos sabíamos que esa palabra es un sustantivo hasta que nuevamente increpó Pe Cruz y nos hizo saber que además tal palabra es verbo, pues su origen incluso latino nos evoca a la voz germanus (germen). La acción de germinar todos la conocemos, se germina lo depositado por alguien, quizá el destino o la historia, pero también algún dios que nos eyecta a la vida para precisamente germinar y hacer hermanad.

Efectivamente la divagación “pecrucista” sonaba bien, el sustantivo hermano tiene su origen en el verbo del germinar, y basta recordar que todo para él tenía su origen en el Verbo.

Ese día nos pareció para nosotros los aficionados o profesionales de la lengua que, aceptar la postura planteada no estaba del todo correcta, no obstante, nos hizo más eco que nuestras lecturas de Chomsky o Pierce, Gadamer o Hjelmslev.

Hermano viene del latín, sí, y su origen es el germen, el espíritu. Pero más auténtico es vivir la hermandad plenamente convencidos de que nadie vive sin amor. Habrá que gritar te amo con los pies en la tierra, la mirada en el cielo y el corazón enamorado.