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Luis Ricardo Guerrero Romero
Solté el trapo, el que estaba en mis manos hace unos minutos, pero luego supuse que sólo era una jerga, aunque mi abuela siempre le dijo garra. Pero yo dejé en el suelo el trapo, para mi eso era, eso es, y eso será. Para un porcentaje importante de la población es una herramienta de trabajo, al colocarla al final de esas vigas que sobresalen de la camioneta, en la cabeza del albañil que soporta un bulto de cemento, en las manos de una cocinera, en la cintura de una mesera. Así es como surgen los objetos de algo insignificante para unos, algo vital para otros. Siempre las cosas crecen como moho en el sótano de la memoria.
Una de las cosas intrépidas es el trapo, una figura a veces rectangular, otras cuadradas, nunca redondas, no he visto jamás un trapo circular, no los hacen por este mundo que es igual de intrépido en su figura. ¿Cuántos trapos hay en un hogar?, ¿cuántas bolsas hay? Borges habló sobre el punto que contiene todos los puntos, pero la verdad es que hay cosas más funcionales en nuestros hogares, como, por ejemplo, la bolsa que contiene todas las bolsas, sí, aquella que está en algún espacio y así dentro de una bolsa, se albergan, se hospedan salientes y preponderantes otras bolsas esperando la visita de otras bolsas estrujadas con figuras infinitas e intrépidas como las almas de todos los muertos que amontonados moran en la gran arquetípica figura de lo eterno.
De las comunes palabras que le he oído a miles de personas es el sustantivo trapo, es una palabra exprimida o tiesa, según lo queramos externar. Lo cierto es que según la historia anterior tal sustantivo tiene figuras en su figura y estas son intrépidas. En un vestido, en una falda, en un atuendo coqueto las intrépidas figuras son sugerentes y alusivas. Lo intrépido tiene que ver con moverse y agitarse, el estar inquieto, con temblores, así pues del latín trepido, se heredó la palabra intrépido más el prefijo im, o in, que funciona como la idea dentro, así lo intrépido es aquello que funciona o se desenvuelve con agitación. Somos intrépidos cuando estamos en el vientre de nuestra madre, y también cuando agonizamos en la espera de la muerte.
