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Federico Anaya Gallardo

Cuando, adolescente, iba a visitar a mi ciudadano padre a Bucareli, adonde él era jefe de sección en la dirección de Gobierno, a veces me tocaba asistir a las sesiones de la Comisión Federal Electoral (CFE) en el Salón Juárez. Allí me enteré de que una frase del Benemérito de las Américas era más larga, y mucho más compleja, que lo que mis profes y profas de primaria nos habían enseñado. En ese recinto estaba inscrita en una loza de cantera rosa: La Democracia es el destino de la humanidad futura. La Libertad, su indestructible arma. La perfección posible, el fin al que se dirige. Entre los individuos como entre las Naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz.

Ciertamente, mencionar a la Democracia como destino futuro era agridulce en aquella CFE dominada por el poder ejecutivo federal –que a su vez dominaba tiránicamente las cámaras federales, las de los estados y la inmensa mayoría de los municipios. En aquellos tempranos 1980 el futuro estaba lejos… aunque ya habíamos empezado a andar la larga marcha. En ese mismo Salón Juárez oí a los representantes del Partido Comunista (y luego del PSUM) defender sus triunfos en las elecciones locales de Juchitán y denunciar los abusos del Ejército contra el heroico Ayuntamiento Popular de la COCEI.

Hoy todo es distinto. En el camino el pueblo debió levantarse de nuevo en armas (Chiapas, 1994) y movilizarse al grito de Todos Somos Marcos para detener la represión en 1995. En medio de estos dos acontecimientos la oligarquía salinista sufrió una crisis de tal gravedad que Colosio candidato fue asesinado. Meses más tarde, Ruiz Massieu, el líder del aún poderoso PRI correría la misma suerte. ¿Inestabilidad? Sí. ¿Desastre? No. A mi leal saber y entender, la Patria se salvó, pero no por la prudencia de las élites sino por la movilización popular y el debate serio de la sociedad civil.

Han pasado tres décadas luego de aquella crisis. Y la Democracia no es más destino de la Humanidad futura. Por más que las élites tradicionales han repetido un día sí y el otro también que López Obrador vino a restaurar el viejo régimen priísta, la presidencia de la República no puede pasar sus reformas constitucionales en las cámaras y la Suprema Corte de Justicia detiene sus reformas a leyes ordinarias. Cierto, este presidente usa todos los días su bully pulpit de Las Mañaneras. Pero lo hace exactamente igual que Wilson y los dos Roosevelts usaron sus púlpitos presidenciales para avanzar su agenda: desde la marginalidad constitucional que el sistema republicano asignó al poder ejecutivo en el Septentrión Americano.

Hace dos meses nadie imaginaba que la oposición de derechas pudiese concretar una candidatura viable para enfrentar al partido del presidente y al movimiento obradorista. Hoy, Todomundo analiza atentamente la evolución de la pre-pre-candidata Gálvez. Y… con un ánimo extrañamente divertido (y sagaz) el mismo Andrés Manuel reconoce que el gobernador de Nuevo León y el alcalde de Monterrey podrían ser buenos candidatos de Movimiento Ciudadano. Podemos imaginar, lectora, a algunos morenistas de mente viejita desesperar al ver que desde Palacio se les da prominencia a dos personajes que –en el evento de una alianza electoral entre MC y el PRIANRD– podrían significar una alternativa mucho más potente que cualquiera de las personas suspirantes que avanzaron los blanqui-tricol-amarillos. También podemos imaginar a algunos opositores de mente conspiranoica desesperar al creer que el presidente mete su cuchara para malograr los esfuerzos de una oposición unificada.

Al parecer, somos pocos los que asumimos que ganada la Democracia, cualquier cosa puede ocurrir en 2024 y que será la ciudadanía quien decidirá en una elección libre y competida.

Regreso a la sentencia juarista que cité al principio. La Democracia no resuelve todo. No predice pandemias ni la emigración de inversiones de la China a México. No borra de la mente de nuestros generales y almirantes la mentalidad de Guerra Fría que sigue viendo al lado progresista de nuestro debate como potencial fuente de subversión y guerrilleros. No elimina las concesiones mineras dadas por los neoliberales a los potentados de nuestra tierra. No borra de la mente de los reaccionarios el anti-comunismo. (Míra lectora, como ejemplo patético, a Guillermo Sheridan –codo a codo con Jorge Cuesta– luchar contra la Educación Socialista en su artículo ¡de esta semana! en El Universal. Liga 1.)

Por eso, la perfección posible (no la total, no la ideal) es el fin al que se dirige la Democracia. Tenía razón Octavio Paz cuando escribía que en este país “bajo un mismo cielo, con héroes, costumbres, calendarios y nociones morales diferentes, viven ‘católicos de Pedro el Ermitaño y jacobinos de la Era Terciaria’.” Así que los verdaderos liberales, las verdaderas demócratas, debemos apechugar y tener tolerante paciencia con todas las voces.

Cuando empezamos la larga marcha hacia esta, nuestra Democracia, sabíamos que sería enredoso, difícil y complicado el camino. Y que deberíamos acompañar y aceptar la compañía de muchas extrañas personalidades. Pero precisamente por eso es que todas y todos los caminantes tenemos derecho a exigirnos responsabilidad. Eso explica aquella foto icónica de Maquío, doña Rosario y Cuauhtémoc caminando del brazo de aquella noche del 6 de julio de 1988. Desde tres atalayas completamente distintas, los tres exigían limpieza a la CFE. (Yo acababa de terminar mis tareas de representante general del PARM en la Colonia Roma cuando llegué a Bucareli y me topé con la triada mientras bajaban por la escalera de comunica el viejo Palacio de Covián con el edificio nuevo de la Segob. Ese día aprendí que si algo iba a cambiar, deberíamos caminar juntos con las gentes más inesperadas como aliadas.)

¿Fox era un personaje que ayudó al proceso? Sí. Por eso la ciudadanía lo apoyó en 2000. Y por eso, cuando la ciudadanía evalúa su periodo presidencial lo tacha de traidor. Recordemos: no puede traicionarnos nuestro enemigo. El traidor es quién nos acompañaba y abandonó el camino que recorríamos juntos.

Esto es lo que las ciudadanas y ciudadanos entendemos por ser responsables: saber cuánto hemos avanzado, cuánto ha costado lograrlo y reconocer que aún falta mucho. Porque, en la perfección posible de Juárez, debemos evaluar todo el tiempo qué es lo que podemos lograr.

Las y los juaristas de hoy sabemos que la Libertad es el arma indestructible de la Democracia. Por eso creemos que toda persona puede opinar y argumentar en el espacio público. Y aquí quiero agregar un elemento más duro a mi reflexión: La sangre de las y los jóvenes sacrificados por la intolerancia del autoritarismo a lo largo de la historia mexicana nos exige absoluto respeto a todas las expresiones.

No me engaño. No soy simplista. Ni esto es simple retórica. El dolor del sacrificio de quienes demandaron libertad nos une a todas y a todos. Porque en el pasado la intolerancia igual reprimió a quienes defendieron la libertad religiosa que a quienes exigieron que campesinos y proletarios fuesen verdaderamente libres. Esa sangre es la que nos reclama ser responsables. La memoria de todos los sacrificios obliga a Todomundo a ser responsable.

En diversos medios se ha propagado de modo orquestado y sistemático que “AMLO crea condiciones para un magnicidio” (Beatriz Pagés, Siempre!, 7 de julio de 2023) y que las ciudadanas y ciudadanos que aspiran a contender electoralmente están en peligro. Ricardo Alemán advirtió que “el odio expresado desde Palacio … pued[e] terminar en un atentado en su contra” (Quadratín, 14 de julio de 2023.) Joaquín López-Dóriga señaló a una de las aspirantes, en entrevista, que “este régimen no resistiría que te pase algo” (“La Entrevista”, 17 de julio de 2023). El dirigente nacional del PAN responsabilizó al presidente de la República “de cualquier daño a [la] integridad, la de su familia y sus clientes” frente a supuestas amenazas a una de las aspirantes (Boletín PAN, 17 de julio de 2023). El mismo dirigente aseguró que “Palacio Nacional genera violencia, provoca. Y puede haber algún ofrecido, o puede haber algún mandado” (AtypicalTeVe, 20 de julio de 2023). Un veterano comentarista afirmó que “López Obrador está creando las condiciones objetivas para que asesinen a su … adversaria” y que “el gatillo del presidente” se usa para descarrilar campañas electorales (Raymundo Riva Palacio, El Financiero, 25 de julio de 2023). Otra conocida pluma aseguró que “no faltará algún demente adorador de la 4T que … quiera asustar o algo peor” a una candidata y advirtió que “López Obrador es capaz de cualquier cosa” (Guadalupe Loaeza, Reforma, 24 de julio de 2023). Ricardo Alemán aseguró que las declaraciones del presidente de la República son un “dedo flamígero y su acusación … una orden para los fanáticos y matarifes a sueldo de la 4-T” (La Silla Rota, 25 de julio de 2023).

Las afirmaciones citadas son falsas e irresponsables. La ciudadanía puede constatarlo revisando serenamente la prensa. Como nunca antes en nuestra historia nacional, el poder ejecutivo federal actúa controlado por las dos cámaras y por el poder judicial federal. Como nunca antes se debate y coopera con los poderes en los estados federados. Actuando dentro de los márgenes constitucionales, argumentando y litigando, la Presidencia de la República defiende sus posiciones y hace la crítica de los otros poderes. Quienes se espantan de la dureza del debate añoran los días de la sumisión de ministras y ministros, el aplauso fácil de diputadas y senadores, la debilidad de los gobiernos en los estados.

Cierto es que la rudeza es usual en la política. Las y los ciudadanos se inflaman al analizar y contrastar proyectos políticos. Se denuncia la injusticia social y la inconsistencia de las plataformas partidistas. Se revisa con lupa el actuar de los hombres y mujeres que avanzan los proyectos y proponen las soluciones. Pero todas y todos deberíamos reconocer el límite que la experiencia histórica del pueblo mexicano nos marca.

Por eso alarma ver a las y los comunicadores que cité hablar irresponsablemente de magnicidios y atentados. Usar ese discurso no sólo es falso, sino que transmite a la ciudadanía la impresión de que no es posible superar las contradicciones por la vía democrática y pacífica. Parecería que esas comunicadoras y comunicadores han perdido toda esperanza. Se equivocan.

Yo, por eso, sigo siendo juarista y republicano radical. Y propongo que le digamos a esos que invocan falsamente el fantasma de la violencia que, si la Libertad es el arma que construye la Democracia, quienes levanten su bandera deben ondearla con responsabilidad y hablando con verdad. Ese es el fundamento de la ya vieja sentencia del Benemérito oaxaqueño. Sólo así lograremos que, entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno sea la paz.

agallardof@hotmail.com

Liga usada en este texto:

Liga 1:
https://www.eluniversal.com.mx/opinion/guillermo-sheridan/regreso-a-la-educacion-socialista/