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De la autocomplacencia a la fanfarronería

Carlos López Torres

Nada nuevo ha ocurrido en la actual temporada de comparecencias de los funcionarios del gobierno estatal, aunque no han faltado diputados cuyo desconocimiento apenas disfrazado con su estridencia, no logra ocultar la verdadera estatura y adelgazamiento del Poder Legislativo frente a un Ejecutivo cuyas tendencias injerencistas, como bien reconociera el diputado Vera Fábregat, mantienen estancada la aprobación de la iniciativa sobre el fuero constitucional.

Por supuesto, algunas comparecencias han derivado en sonados escándalos, como el fabuloso sueldo de la titular de Salud, usado por quienes se empeñan en montar costosas carpas legislativas por los cuatro puntos cardinales de la entidad, para disfrazar el grave deterioro de los servicios del sector afectado por la tendencia privatizadora, con los ajustes de personal a partir de la presencia de las outsourcing y los recortes presupuestarios, en detrimento de los usuarios.

Algunos funcionarios, como el titular de la Seduvop, Leopoldo Stevens, quien ensoberbecido se había negado sistemáticamente a recibir a la organización de vecinos de la avenida Industrias que se oponen al metrobús, hubo de aguantar la presencia de los inconformes durante su comparecencia, aunque trató de seguir ocultando el inesperado cambio de ubicación de la polémica construcción del espacio confinado que habrá de cambiar radicalmente la vida de los habitantes de esa parte de la ciudad, cuando inicialmente en realidad se había aprobado su construcción en la lateral de la carretera 57.

En su táctica defensiva planeada, los funcionarios invariablemente han tratado de justificar sus yerros, incapacidades y desinterés por hacer obras de calidad, atribuyéndolo a la carencia de recursos, y dada la inminente afectación que implica el recorte al presupuesto federal, han exigido al unísono al Congreso del Estado que les apruebe mayor presupuesto, aunque han mostrado ambas entidades una autocomplacencia con su función y los resultados de un gobierno estatal neoliberal que se dice empeñado en buscar la prosperidad para todas y todos.

Sin embargo, no todo marcha sobre ruedas en la entidad, todavía falta la comparecencia de algunos funcionarios cuya fanfarronería a propósito de la inseguridad prevaleciente en la entidad, ha sido denunciada por el arzobispo Jesús Carlos Cabrero Romero, cuando señala que “nadie sabe el día ni la hora” en que pueda ser víctima de la inseguridad.

Efectivamente, el pobre empleado repartidor de refrescos que abastecía la unidad para la empresa que labora, nunca imaginó que sería una víctima colateral de las miles que ha dejado la guerra de Calderón-Peña, cuando se encontraba en la gasolinera de Ciudad del Maíz, donde sicarios de alguno de los tres grupos que asolan esa zona, dispararon durante una persecución que atinó sólo a dar muerte al trabajador e incendiar la unidad de transporte, cuyo fuego de inmediato se extendió peligrosamente hacia las bombas de gasolina.

Tampoco las víctimas de feminicidio en aumento acelerado en el estado, o las y los desaparecidos a quienes eufemísticamente se les  empieza a llamar “extraviados”, o las y los ejecutados que cotidianamente aparecen en las diferentes regiones cuya explicación facilitona consiste en decir que ello obedece a las pugnas entre grupos delincuenciales, cuya existencia desde siempre se ha negado a reconocer el gobierno fanfarrón, quien todavía cree y quiere hacernos creer, que basta con el cierre de fronteras con algunos estados vecinos para que la entidad vuelva a la calma.

¿Y los partidos políticos? “…además de sus luchas internas y sus alianzas sin ideología, se dedican a concesiones personales de latrocinios, robos y crímenes, y se olvidan de lo que ofrecieron al pueblo, con el consabido deterioro moral”, como bien señalara recientemente el ex rector de la UNAM, Pablo González Casanova. Decimos nosotros: se han convertido en meras comparsas de quienes tienen el poder y el garrote, o el AK 47.

JSL
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