Rayos saca cómoda ventaja frente a Gallos en la ida de cuartos
27 noviembre, 2019
AMLO elude chocar con Trump
28 noviembre, 2019

La eliminación de violencia con más violencia es incongruente

María Elena Yrízar Arias

Uno de estos derechos humanos que gozamos es el derecho a la libertad de expresión en el que se encuentra la manifestación de las ideas. Este derecho está reconocido en el artículo 6o. constitucional, que expresa: “La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, la vida privada o los derechos de terceros, provoque algún delito, o perturbe el orden público.” El otro de los derechos humanos es el derecho de reunión previsto en el artículo 9o. del texto constitucional, en el que se dice: “No se podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse pacíficamente con cualquier objeto lícito… No se considerará ilegal, y no podrá ser disuelta una asamblea o reunión que tenga por objeto hacer una petición o presentar una protesta por algún acto o una autoridad…”

La libertad de expresión, en el caso de las marchas de manifestación pública, es la expresión colectiva de un reclamo o de una protesta en un lugar al que todos pueden acceder, generalmente se hacen en avenidas, calles, parques, plazas públicas, a donde acudan las personas que así lo quieran y lo hagan sin alterar el orden público.

Con motivo de conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, tanto en la Ciudad de México como en la mayoría de las capitales estatales y ciudades importantes del país, este lunes hubo diversas manifestaciones en contra de la violencia, generalmente encabezadas por mujeres y familiares de las múltiples víctimas de la violencia cometida en perjuicio del género femenino, para evidenciar esta violencia y la falta de atención integral que han recibido las víctimas de violencia, el acceso a la justicia, entre otros aspectos, como la seguridad y justicia para que el gobierno asuma su responsabilidad y se atiendan las múltiples demandas presentadas ante las fiscalías.

Al inicio de estas manifestaciones pareciera que el propósito era alzar la voz ciudadana, respetando la ley. Pero, desgraciadamente no fue así, por ejemplo: En la Ciudad de México, algunas mujeres se manifestaron vestidas de color negro y tapándose el rostro. Se organizó un recorrido del Ángel de la Independencia, ubicado en la Avenida Reforma hasta llegar al Zócalo capitalino. Estas mujeres, agredieron a policías, hicieron daños a la protección del monumento a Cuauhtémoc, ubicado en Avenida Reforma e Insurgentes, donde prendieron fuego e hicieron pintas. Muchas de esas mujeres, eran jóvenes y traían aerosoles con los cuales hicieron grafitis en lugares públicos, como en el hemiciclo a Benito Juárez, en cuyo lugar hicieron pintas con los aerosoles que portaban, manchando el mármol del monumento. En el momento de la marcha, muchas mujeres encapuchadas hicieron destrozos a diestra y siniestra dañando anuncios, vidrios, puertas de locales comerciales y rayando todo lo que pudieron, y no conformes con lo anterior gritaban “somos violentas y podemos ser peores”. Lamentablemente la manifestación se salió del orden y cayeron en el vandalismo. Lo que a todas luces desvirtúa el propósito de la manifestación. En otras palabras, es totalmente incongruente lo que pasó. Pedir un alto a la violencia en contra de las mujeres y ser estas mismas manifestantes violentas y cometiendo vandalismo, esa actitud se asemeja a querer sofocar el fuero echándole gasolina.

En San Luis Potosí, el mismo lunes, las manifestantes hicieron algo semejante, ya que las feministas potosinas y familiares de víctimas del feminicidio, se lanzaron a manifestarse por las calles del Centro Histórico, se reunieron para protestar en la Plaza de Armas, para que en  los barandales del Palacio de Gobierno y del Congreso del Estado, colocaran carteles para exigir justicia y frente del arzobispado, portaron antorchas y encendieron veladoras, y luego dirigirse a la Fiscalía General del Estado, con la finalidad de exigir el esclarecimiento de las muertes femeninas en la entidad.

Protestaron contra la violencia, pero ejerciendo violencia, por ejemplo, prendieron fuego a la puerta principal del Edificio Central de la UASLP, que por cierto, la Universidad nada tiene que ver en esto. Aunque algunas manifestantes afirmaron quemar la puerta en protesta de que en la Universidad existen maestros acosadores.

Según el periodista Martín Rodríguez, de Pulso, al entrevistar a las manifestantes, “aseguraron que ven con profunda rabia la forma en que la violencia machista se reproduce y las ataca”. “Vemos cómo nos ultraja, nos viola, nos explota, nos desaparece, nos mata y sus vejaciones quedan impunes”.

La Fiscalía de Atención a la Mujer reconoció que se han recibido 7 mil 52 denuncias, de esos casos 4 mil 824 son por violencia familiar; 330 por sustracción de infantes; incumplimiento de obligaciones de asistencia familiar 327; abuso sexual 266 y por violación 387. Se aclara que esos datos son sobre las denuncias que sí se reciben, pero por otro lado, existe una gran cantidad de casos que no son denunciados porque se considera inútil perder el tiempo en los ministerios públicos y porque no hay la suficiente credibilidad en el sistema de justicia, por la falta de resultados.

El problema de la violencia que se ejerce en contra de las mujeres es muy lastimoso, sus orígenes se encuentran en el uso de valores y actitudes sexistas, en las creencias estereotipadas y en las relaciones de desigualdad que se dan en la sociedad despreciando y desvalorizando a las mujeres y los hombres, desafortunadamente tiene raíces profundas en las culturas machistas dominantes. Se abusa de la fuerza para dañar a las mujeres. Eso es muy lamentable. Pero más lamentable es que se crea que la violencia se combate con más violencia. Eso es pasar del feminismo al vandalismo. “Así no”, dijo Juan José Priego, vocero de la Iglesia Católica, quien opinó respecto a las feministas que dañaron edificios que el vandalismo demerita su movimiento, según se lo declaró a Rubén Pacheco, de Pulso. Lo cual me parece muy razonable.

Se entiende el enojo, la indignación y el derecho a expresarlo pacíficamente, pero no se puede entender las posturas que de hecho se vieron en estas  manifestaciones, ya que resulta tan irracional protestar contra la violencia con más violencia. Es una locura.

mariaelenayrizararias@gmail.com