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La pobreza en México, una forma de violencia de Estado

Renata Terrazas

E n sociedades gobernadas por individuos que buscan perpetuar un sistema de privilegios, la violencia llega a tomar diversas formas. Una manera de preservar esos privilegios es a costa de la mayoría de la población; el sentido mismo del privilegio es su exclusividad.

En México, los privilegios se han construido por encima de los derechos de las personas; derechos a una vida digna, a la seguridad, a la salud, a la educación, a una vida sin violencia y con garantías para que las opiniones sobre lo público puedan expresarse de una manera libre.

Los privilegios económicos se encuentran concentrados en un reducido número de personas. Según un estudio de Oxfam de 2015, el uno por ciento de la población en México recibe el 21% de los ingresos. En contraste, al menos 53.3 millones de personas viven en pobreza, según datos de Coneval, esto representa más del 45% de la población.

Resulta ofensiva la cifra de personas que viven en pobreza, máxime cuando México es una de las economías más fuertes en el mundo. El problema, parece estar, no en la ausencia de riqueza del país, sino en la concentración de la misma a través del abuso de lo público y la captura del Estado por parte de los poderes económicos.

Aliviar la pobreza va más allá de generar programas sociales que parecen favorecer relaciones clientelares, más que generar cambios en la vida de las personas. La perspectiva desde donde se construyen estos programas, tiende a ser asistencial y prevalece el interés político. Atender la humillante situación en la que estamos como país requiere acciones más creativas y la formulación de un discurso que evidencie los verdaderos orígenes de la misma.

No hay forma de reducir la cifra de personas pobres si no atendemos la perversa y viciada relación entre poderes económicos y políticos. Una de las situaciones más visibles es la exención fiscal gracias a la cual se benefician ostentosamente las grandes empresas. Cabe recordar que cada peso no recaudado se traduce en dinero no invertido en educación, salud, e infraestructura, entre otros.

La irracional y abusiva explotación de recursos naturales es otra forma mediante la cual los poderes económicos se benefician de su relación con el poder. Mermando la riqueza del país y de la calidad de vida de las personas, se otorgan permisos para la explotación de recursos naturales sin consultar a la opinión pública ni comprobar el interés público de dicha explotación. El despojo de estos recursos a las comunidades es una forma de generar pobreza.

Más de 53 millones de pobres es una cifra que refleja la violencia de un Estado hacia su población y el desdén de sus gobernantes por atenderlo. El binomio élite económica-élite política prospera bajo los espacios de corrupción creados por marcos normativos laxos y fomentado por la poca voluntad de gobernantes para atenderlo. Cabe recordar que los cuatro hombres más ricos de México han forjado sus fortunas con concesiones de bienes públicos, bajo la protección de un Estado indolente.

Las concesiones sobre bienes públicos suelen obtenerse desde espacios cerrados, privilegiando el interés particular y la prebenda política sobre el interés público. La privatización de los espacios de decisión ha derivado en el despojo de nuestros recursos naturales; en la falta de ingresos del Estado por exenciones fiscales injustificadas y en el altísimo pago de la ciudadanía por servicios públicos que los monopolios económicos ofrecen.

Esta forma de imponer la óptica privada sobre la pública, para beneficio de unos cuantos, favorece la generación de pobreza en un país. México es un país rico con demasiados pobres. Éstos son producto de las acciones de las élites política y económica de este país.

Peña Nieto relaciona la corrupción con la condición humana y pregona que ésta será domada; difícil creerle al presidente que se ha beneficiado directamente con el intercambio de favores. La corrupción no es parte de la condición humana, es parte de un actuar particular de una sociedad que la ha entendido como forma de hacerse de algunos privilegios. Pero más allá de todo esto hay 53 millones de pobres que forman parte de los efectos de estas decisiones.

JSL
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