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31 octubre, 2016
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31 octubre, 2016

¿Llegará la tijera a los partidos?

Carlos López Torres

De las instituciones del Estado son quizás los partidos políticos, a la par que los diputados, quienes cuentan con menos credibilidad y cuya representatividad da la impresión de ir en declive.

No resulta por ello nada extraño que entre los ciudadanos más atentos al devenir de la vida política, se comente cada vez con mayor insistencia que, ante la perspectiva de los recortes al presupuesto, también los partidos políticos asuman los costos de la austeridad.

Y es que el distanciamiento entre electores y partidos, ocasionado por el paulatino abandono de estos últimos de las causas populares, mientras tiempo, dinero e influencia política prácticamente están concentrados en la actividad interna, ha devenido en percepción de inutilidad y alta inversión al decir de la inmensa mayoría de los ciudadanos.

El pragmatismo de los otrora opositores ha desplazado el apego a principios y objetivos plasmados en los documentos básicos que se mantienen sólo para justificar su existencia, así como la actitud cada vez menos militante frente a los desmanes de los gobernantes se ha transformado en tímida crítica sin propuesta alguna.

Más aún, la existencia durante décadas del partido de Estado como único instituto político gobernante, logró permear la vida partidaria de sus “opositores” obligándolos prácticamente a reproducir los perniciosos hábitos político-administrativos de la envejecida cultura política priísta enraizada en la llamada “política a la mexicana”.

En el contexto de la austeridad económica, algunos diputados supuestamente independientes de sus direcciones partidarias aunque más atentos al Ejecutivo, manifestando el sentir popular, aseguran, pugnarán por una reducción al presupuesto destinado a los partidos políticos y el Ceepac.

Sin mayor desparpajo el diputado Héctor Mendizábal Pérez reconoce que la democracia formal insuficiente que prevalece en medio del desgaste político de sus sostenedores, que han debilitado y pervertido las instituciones, resulta muy costosa ante el crecimiento de la crisis económica y las fallidas reformas estructurales, aprobadas por los partidos políticos sin consulta alguna a los electores.

No sólo eso, sino que la tendencia centro-derechista que se ha venido conformando, fortalecida ante la incapacidad de los gobernantes para dar una salida a la prolongada crisis económico-financiera, ha tornado conservadora la actividad política de quienes se consideran asimismo llamados a continuar en todos los espacios de poder.

Sin embargo, diferentes sectores de la sociedad afectados en mayor o menor medida por las políticas neoliberales, organizados alrededor de demandas muy concretas algunos que tienen que ver con la pérdida de derechos adquiridos, la institucionalizada corrupción, la incapacidad y abulia político-administrativa; así como la inseguridad, el aumento de la criminalidad con sus consecuentes desapariciones, asesinatos, extorsiones, etcétera, no dejan de organizarse y expresarse de todas maneras, aunque no han logrado atinar al logro de una coordinación más eficiente y eficaz.

Ciertamente asistimos a una etapa de cambios en los comportamientos de jóvenes y mujeres, maestros y estudiantes, donde la tecnología juega un rol cada vez más importante en materia de información y conectividad, no obstante la dominación denominada por algunos como partidocracia.

¿Serán los diputados capaces de someter a la austeridad a los partidos políticos?