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Los niños Me’phàà y Pascacio

Federico Anaya Gallardo

En uno de los nuevos libros de texto para primer grado de primaria (Múltiples Lenguajes) hay una historia-ejercicio escrita por Érika Carrera (p. 134) en la que dos niños Me’phàà, llamados Pedro (de Acatepec) y Juan (de Malinaltepec), se encuentran y se preguntan cuál será la mejor de las dos variantes regionales de su lengua (que nosotros llamamos Tlapaneco). Concluyen que ambas son buenas y que “sólo los que hablan español dicen que no valemos los que hablamos Me’phàà”. Entonces llega Pascacio, quien habla Castellano. Les saluda: “—Buenos días, indios”. Juan y Pedro le responden: “—Buenos días, presumido”. Pascacio les recrimina que estén hablando en Me’phàà porque “hoy en día eso no vale”. Pedro y Juan le reviran que ellos hablan dos lenguas, mientras que él sólo domina una. Juan le señala: “—tu situación es más preocupante”. Pascacio comprende que, en realidad, sus compañeros tienen más habilidades que él. Lo reconoce y les dice que ahora “tomará en cuenta” la lengua de sus amigos.

Daniel Robles Haro, activista y comunicador para JulioAstillero, presentó este ejercicio a su audiencia el pasado viernes 4 de agosto de 2023 (Liga 1). Le pidió a un programa de inteligencia artificial (IA) que analizara el texto propuesto y el programa ChatGPT le respondió que el texto planteaba “una crítica a la discriminación y falta de reconocimiento de las lenguas y culturas indígenas”. El programa de IA agregó que frente a la discriminación, el texto afirma que todas las lenguas tienen valor y deben ser respetadas. Igualmente, explicó, el texto destaca la importancia de la educación y la sensibilización sobre la diversidad cultural.

Daniel le preguntó a la IA si el texto de Carrera “tenía algún mensaje de ideología comunista”. ChatGPT respondió que no, que el diálogo no tiene referencias a la ideología comunista.

Daniel concluye: “—Si un robot lo entiende así, ¿por qué nuestra sociedad se está agarrando a trancazos? ¿Dónde está lo malo en este ejemplo de lectura? ¿Dónde está el comunismo y todo ese rollo de hacer a los niños sumisos? Y ultimadamente, ¿qué es el comunismo y por qué es malo?” Samuel nos comparte la opinión de su hermana: “—¡Qué vintage tenerle miedo al comunismo! ¡Ni que estuviéramos en los sesentas!”

Revisa la reflexión de Daniel, lectora, y compárala con el videoclip que TV Azteca ha estado promoviendo desde el día 2 de agosto de 2023 a las 7 de la mañana por las redes sociales (Liga 2). Allí, Vaitiare Mateos, Otoniel Martínez y Leo Arriaga sugieren a sus audiencias que la conversación entre Pedro, Juan y Pascacio busca dividir, discriminar, estigmatizar y polarizar al país. A nombre de la televisora privada, los tres comentaristas afirman que los nuevos libros de texto gratuitos están propagando el comunismo “un virus que se creía erradicado”. Vaitiare, alarmada, advirtió a sus audiencias que “nuestros hijos están en riesgo”.

Por eso es que Daniel y su hermana se burlan. Podemos imaginar que, al ver los videos de TV Azteca, en sus rostros se dibuja la sonrisa burlona de los tres obreros morenos de Diego Rivera en el mural Epopeya del Pueblo Mexicano del que te platiqué la semana pasada, lectora. A mí me encanta la idea de “Anti-comunismo Vintage” de los Robles Haro. Nos sirve para ubicar el problema y quitarle solemnidad a la perversa denuncia del consorcio dirigido por Ricardo Salinas Pliego.

Aparte, subrayar lo “vintage” del anti-comunismo de la criollada mexicana viene bien ahora que Todomundo ve y debate la película Oppenheimer de Chrsitopher Nolan; mientras se ha agotado en librerías la biografía Prometeo Americano (escrita por Kai Bird y Martin J. Sherwin). No tengo duda que buena parte de los Oppie-fans son, precisamente, parte de esa élite mexicana. ¿Se darán cuenta que su actitud frente a los nuevos libros de texto y ante el obradorismo en general, es la misma que nos muestran los caracteres más oscuros de la película de Nolan? ¿Se darán cuenta que, aplaudiendo esas tonterías anti-comunistas se enrolan no sólo con quienes silenciaron a Oppenheimer durante la Guerra Fría, sino con los fascistas que combatían esos maravillosos físicos nucleares?

Sospecho que no. Hace ya muchos años, Jorge Aguilar Mora me enseñó que el pecado estructural de las élites criollas de Latinoamérica había sido nunca concebirse a sí mismas como centro. Nuestras élites siguen siendo colonos. No en balde sobrevive en nuestro país aquella frase para describir grandes sufrimientos: “Querer a Dios en tierra de indios”.

En la historia-ejercicio de Carrera, nuestra élite criolla sería Pascacio. Pero tristemente, la mayor parte de esos Pascacios y Pascacias no aprenderán a reconocer a sus hermanos y hermanas indígenas. No se darán cuenta que una de las claves del éxito de los pueblos indios migrantes en el nuevo Gran Norte Mexicano es que, al cruzar el Río Grande del Norte, muchos ya sabían hablar al menos dos lenguas… ¡O más! Pregúntenle a don Joel Aquino de Yalálag, en cuya región hay que usar tanto el Di’dz xi’dza’ (Zapoteco) como el Ayuuk (Mixe).

El cuento de los Niños Me’phàà no divide, como dicen los voceros de TV Azteca, sino que reconoce la diversidad, como la IA bien dijo a Daniel Robles Haro… quien haciéndonos un guiño travieso nos aclara: “¡No lo digo yo…!”

Ahora bien, reconocer al Otro es un primer paso. Pero no basta. Hay que hacer una evaluación seria de la realidad social. En esto, la historia-ejercicio de Carrera también nos es útil. Pascacio es uno entre tres. La élite criolla en México es mucho más pequeña en un amplio océano de gentes de piel morena. (¡No lo digo yo, lo dicen el Inegi y el Colmex!)

Los hablantes de Kastilla (como dicen los Tzotziles de Chiapas) o de Castellano (que es el nombre verdadero de nuestra lengua madre, ¡oh hispanohablantes de México!), debemos reconocer no sólo nuestra pobreza lingüística al dominar sólo una lengua; sino que la mayoría de nuestras conciudadanas y conciudadanos no responden a los patrones culturales y sociales a que estamos acostumbrados. No sueñan con Camelot ni con Londres. Sus referentes no son ni París ni Berlín. Para ellos, Nueva York no es la Capitis Mundi.

Para reconocer el tamaño de nuestro reto ante la diversidad de nuestro Estado Plurinacional, te pido, lectora que observes otro mural de Diego Rivera –ese pintor comunista del siglo pasado. En su Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central (1947) Todomundo recuerda el triple retrato de La Catrina, Posada y el niño Diego. Pero a la derecha de ellos hay una escena violentísima. Un policía moreno empuja a una familia indígena, separándola de las familias criollas que pasean en la Alameda. El padre indio está indignado, sus ojos muestran una ira difícilmente contenida. Su hijita llora mientras una niñita güerita se burla.

Este es el mismo Rivera que había pintado en 1935 aquellos obreros morenos y sonrientes en Palacio Nacional, que se burlaban de los sueños fascistas de la élite criolla y que se mostraban seguros de los avances de la Revolución Mexicana. Habían pasado doce años. ¿Qué ocurrió? Jesús Silva Herzog y José Muñoz Cota, cada uno a su modo, hablaron de la “muerte” de la Revolución y del giro a la derecha del gobierno nacional. Rivera pintaba. Detrás del padre indígena descriminado, nos muestra a los zapatistas armados y levantados en armas. Ese es el México bronco que llena de espanto las pesadillas de la criollada mexicana.

En este mural de Rivera están los niños Me’phàà y Pascacio. Pedro es el policía, Juan es el campesino excluido. Pascacio son los criollos que provocan la Revolución.

agallardof@hotmail.com

Ligas usadas en este texto:

Liga 1:
https://www.youtube.com/watch?v=4VxgOal_xvM

Liga 2:
https://www.youtube.com/watch?v=QgHv8tOgIL4