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Los sacrificados diputados

Carlos López Torres

Mediante la aplicación burda del popular refrán que reza: de lo perdido lo que aparezca, los integrantes de la 61 Legislatura local en encerrona privada decidieron “sacrificar” los diferentes apoyos que venían malgastando, para incorporarlos de alguna manera en el nuevo aumento que se autoasignaron de 95 mil 257 pesos mensuales a 114 mil.

Consumado el nuevo ejercicio financiero que los coloca como privilegiados, al parejo que los funcionarios carreristas de primer nivel, los nada atolondrados diputados pretenden justificarlo con el argumento de que dejarán de percibir los seis apoyos que antes del aumento percibían, sin pagar impuesto alguno, lo que no sucederá una vez que han elevado sus respectivas dietas.

Por supuesto, los legisladores tienen muy claro que al cabo de unos meses, a partir de enero, cuando los salarios mínimos suban un mínimo porcentaje, ellos “pelearán” por un nuevo incremento no menor al 10 por ciento de lo que ganan actualmente; así que el sacrificio vale la pena. ¡Pobrecitos diputados!

Ante tal dedazo de atole, cómo no rememorar el exabrupto del legislador tricolor Jano Segovia Hernández, quien en plena entrevista no vaciló en reconocer: “¿qué vamos a hacer los potosinos con un montón de diputados burros y de secretarios pendejos, huevones y rateros”.

Aunque existen fuertes reclamos de los “representados” hacia el pobre desempeño de los integrantes de la actual Legislatura, las arrebatadas declaraciones de uno de sus integrantes, así como el aumento en la dieta, son elementos suficientes a considerar respecto al desempeño de los diputados, no sólo en cuanto a la labor legislativa y la vigilancia sobre el cumplimiento cabal de las leyes, cuyo acatamiento en la entidad igual es a medias, sino en la relación con la sociedad cada vez más deseosa de participar en la toma de decisiones sobre aquellos problemas que les atañen.

El incumplimiento de mandatos, especialmente en el caso de los diputados que no se atreven a ser verdadero contrapeso del Ejecutivo, así como de las demás autoridades de todos los niveles no puede seguir pasando inadvertido, menos aún por quienes han protestado cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanan. Dejar como recurso a la ciudadanía sólo el derecho a la manifestación, para enseguida coartar la libertad de expresión, mediante la reglamentación interesada y a la medida de quienes sólo quieren diálogo a modo para los trabajadores y la población, es dejar al pueblo en la total indefensión. Los resultados del intento de dar sólo atole con el dedo a las y los ciudadanos están a la vista para quien quiera verlos.