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Al abrir una cerveza, recordé el sigilo del secreto

Luis Ricardo Guerrero Romero

L a humanidad ha sido víctima de él, ni el mismo Dios escapó de participar en el ejercicio del secreto. El índice cimitarra punible lacera la boca y divide en dos la verdad, los labios no se abren del todo si una falange encarnada irrumpe la palabra, nos da la palabra a medias, nos da medias palabras, palabras mediocres, oscuras, así es el uso del secreto.

Harpócrates, niño lleno de verdades ocultas a quien los magos admiraron, los ocultistas reverenciaban y los masones emulan su modus operandi; yo sigo bebiendo mi cerveza sin decir aún nada pues requiero de discreción de todo. Sin embargo, en la ciencia los hay quienes no requieren discreción como el científico investigador Imre Lakatos, quien desde el estudio de la teoría se contrapone con el eximio Popper, pues Lakatos no desea que se quede en secreto el saber que, “el programa de investigación es progresista siempre que su crecimiento teórico anticipe su crecimiento empírico”.

Lakatos para muchos parece estar en secreto pero es por falta de interés en la ciencia o en la problematización de la ciencia. Al hombre no le inquieta la ciencia, ni la política, ni las religiones, al hombre le inquietan los salarios, el papel moneda que nos habla en el silencio, el rosar billetes simula un discreto ¡sshhhh! Como la señalética de alguna biblioteca olvidada.

En la biblioteca podemos encontrar muchos significados de millones de palabras como la palabra secreto, de la que derivó por ejemplo secretaria, secretaría, secretear. Esta palabra de origen más latino que griego de manera lineal significa: separado, apartado, escondido, oculto; siendo el pasado participio de secretus la palabra secerno, de donde derivó nuestra palabra cerceno (cortar o dividir).

Esto es obvio, pues el secreto divide la palabra, divide la verdad, al decir que la divide no significa que la hace dos, ni tres, sino que la dispersa la verdad está velada. Asimismo, hay otro sentido muy relevante del ejercicio del secreto y es la ausencia del testigo, para que un secreto sea tal, prescinde categóricamente de testigos que hagan constar que se dijo tal secreto.

El secreto es: seductor de la lengua y ojo que ve sin mirar. En nuestro país el cumplimiento de un secreto es una falacia, la pericia en el chisme mutila el secreto. ¡Dios, maldice a los chismosos, pues de ellos es el reino de los empecinados!

La cultura griega a la cual le adeuda tanto nuestro idioma, tiene como sentido de secreto la palabra μυστικος (mustikos) místico; es decir que, se concatena con los misterios como los eleusinos o trinitarios –que para el caso es lo mismo–.

La palabra secreto es a la vez, sinónimo de arcano y sentido equiparable a la realización del sigil que hace su efecto de convocar fuerzas o energías sin decir algo bastándose únicamente con la fuerza ocultista y rasgos pictóricos, esta misma palabra: sigil, se mutó al sentido de sigilo, sello (sigillum) con que se marca o imprime carácter a un documento o algún asunto que inste de pleno ocultamiento, como lo son distintas profesiones: así en los sicólogos, médicos, abogados y presbíteros con presbicia de fe.

Hay también otro sentido del secreto otorgado por el místico san Juan de la Cruz la cual empata con la revelación: “[hay] noticias intelectuales, otras, que son manifestaciones de secretos.” La realización de un secreto es un grimorio, y Johann Wolfgang von Goethe lo sabía en su poema: Secreto, aunque yo lo ignore.

L.ricardogromero@gmail.com